La flor del clan Mcgregor

Capitulo 23

La promesa de Laird Neilan resonaba en la mente de Aileen, una nota de esperanza en medio de la cacofonía de sus miedos. Sin embargo, la desconfianza arraigada en su pasado y la sombra de Isla seguían proyectando dudas sobre la propuesta de matrimonio.

Lady Leah, con su mirada amable y comprensiva, se acercó a Aileen una tarde en los jardines. La brisa movía las hojas de los árboles con suavidad, y los rayos del sol daban a la escena una apariencia engañosamente pacífica.

—Aileen, he oído rumores sobre la propuesta de Neilan. Sé que no lo conoces bien, pero puedo decirte que mi cuñado es un hombre de honor. Su deber hacia el clan es lo primero, pero también tiene un corazón, aunque a veces lo oculte bien.

Aileen suspiró, su mirada fija en una flor que sostenía entre los dedos.

—Lady Leah, los rumores son ciertos, pero yo no amo al Laird —admitió con tristeza. Nunca había planeado un matrimonio sin amor y casarme con él sería estar atada a alguien donde no hay sentimientos por parte de ninguno. Además, no quiero compartir mi lecho con alguien que ya lo comparte con otra persona.

Leah la observó con comprensión.

—Yo también me casé sin amor. Con el tiempo llegué a enamorarme de Cailean. A ustedes podría pasarles lo mismo. Y sobre Isla… te aseguro que Neilan es un hombre de palabra. No solo te protegerá, sino que no compartirá el lecho con ninguna mujer.

Pero Aileen percibió algo en el tono de Leah: una duda apenas perceptible. Isla no se alejaría tan fácilmente.

Los días siguientes, Aileen observó a Neilan con más atención. Lo vio liderar con firmeza pero justicia. Vio cómo, con una simple palabra, organizaba el funcionamiento del castillo. Notó incluso una breve pero significativa orden que le dio a Isla, cuyo comportamiento hacia Aileen se volvió notablemente más distante y respetuoso.

Aun así, la idea de un matrimonio sin amor seguía siendo un obstáculo. Buscó consejo en Johanna y Evan, encontrándolos radiantes de felicidad mientras paseaban por los terrenos del castillo.

—Aileen —dijo Johanna con dulzura. El amor es un regalo, pero a veces la protección y el respeto son los cimientos sobre los que puede crecer. Neilan es un hombre honorable, y te ofrecería seguridad en un mundo incierto.

Seguridad. Esa palabra parecía perseguirla en cada conversación.

Una mañana, junto al lago, las aguas reflejaban su expresión preocupada mientras meditaba sobre su destino. Malcom la encontró allí.

—Aileen, te estaba buscando. ¿Has pensado en la propuesta de mi hermano? Sé que no lo conoces bien, pero él te va a proteger.

Aileen se cruzó de brazos, su mirada clavada en el horizonte.

—Lo estoy pensando mucho, Malcom. Un matrimonio sin amor es lo que no busco. Sé que casándome con tu hermano estaré a salvo de Colin, pero ¿crees que él se rendirá tan fácilmente? No lo conocéis.

Malcom la estudió con seriedad.

—No solo Neilan te protegerá, Aileen. Todos los guerreros del clan lo harán.

Las palabras de Malcom eran reconfortantes, pero no lo suficiente. Aileen negó con la cabeza, su voz temblorosa.

—Desde pequeña soñaba con casarme con Colin. Antes teníamos una buena relación… pero todo cambió.

Malcom frunció el ceño.

—¿Qué ocurrió entre ustedes para que tuvieras que huir de tu hogar?

Aileen bajó la vista, tragando el nudo en su garganta.

—Una noche, Colin forzó mi puerta. Cuando llegué, lo vi en mi casa. Me pidió matrimonio. Le rechacé varias veces… y no contento con eso, me besó y quiso abusar de mí.

El recuerdo la hizo temblar.

Malcom, en un impulso protector, la abrazó. Dentro de él, una furia creciente quemaba su sangre. Si tuviera a Colin delante, le daría su merecido.

Aileen también le confesó su miedo por su amiga, quien la ayudó a escapar. Después, se apartó de Malcom y se marchó, dejando al guerrero perdido en pensamientos. ¿Realmente un matrimonio sin amor era una buena idea?

Mientras tanto, Neilan había estado observando a su hermana y a Evan. La sinceridad de su afecto y la lealtad de Evan hacia Johanna no habían pasado desapercibidas. Una tarde, llamó a Evan a su estudio.

—Evan —dijo Neilan con su habitual seriedad. He visto la felicidad de mi hermana a tu lado. Tienes mi bendición para buscar su mano en matrimonio cuando lo consideres oportuno. Sé que la protegerás y la honrarás.

La sorpresa y la gratitud iluminaron el rostro de Evan. Poco después, Malcolm se enteró de la bendición de su Laird. Su corazón se llenó de alegría al saber que su mejor amigo era considerado digno de su hermana. Encontró a Evan y le dio un fuerte abrazo, compartiendo su felicidad.

La noticia de la bendición de Neilan llegó a oídos de Aileen, mostrando un lado del Laird que no había visto antes: un hombre capaz de reconocer y apoyar el amor genuino. Esto, junto con las palabras de Lady Leah y sus propias observaciones, comenzó a inclinar la balanza en su mente.

Sin embargo, el miedo a Colin y la incertidumbre sobre su futuro seguían pesando sobre ella. La decisión era monumental, y dudaba en comprometerse a un matrimonio sin estar completamente segura de sus sentimientos y de la sinceridad de Neilan.

Un nuevo mensajero llegó a Eilean Donan al final del día, su rostro sombrío. Traía noticias preocupantes del norte: se habían avistado guerreros con los colores del clan McGregor moviéndose cerca de las fronteras de las tierras Mackenzie.

Aileen sintió un escalofrío recorrer su espalda.

La amenaza de Colin era real. Más real que nunca.

La presión sobre Aileen para tomar una decisión se intensificó.

El tiempo se estaba agotando.




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