La flor del desierto

Capitulo 5

Bárbara El nekby

 

Amé el rostro descompuesto de mis padres al escuchar al exconsejero de mi padre hablar sobre el harén. No puedo detener la risa. Escuchar a mi padre decir serio que él esta acostumbrado a hablar frente a todos. ¡Ay, no! Esto del matrimonio me está gustando, pronto los mismos del parlamento me darán la razón y pedirán que me divorcie. Las leyes deben ser equitativas, si a él se le permite casarse varias veces a mi deberían dejarme hacer lo mismo. Ya me imagine los titulares de la prensa amarillista del mundo, la sultana Bárbara Majluf y sus siete esposos. Y yo rodeada de esos seis machazos porque a Talal ni en sueños lo incluyo en la foto, para nada. Ya entendí que no debo pedir inteligencia pues simplemente no fueron hechos para pensar. Ellos solo saben pensar con la de abajo. La de arriba no la usan para absolutamente nada.

— ¿En qué piensas? —pregunta mi madre sacándome de mis pensamientos.

—En mis siete maridos. —contesto con una sonrisa malévola.

— ¿De qué hablas? Ya te estoy perdiendo. —dice tocándome como si estuviera delirando.

—Para nada madre, solo que pensaba en que, si la ley fuera equitativa, yo pudiera tener siete maridos.

—A por Alá, Barbie, pero si diste trabajo para casarte con Talal, no te veo casándose con otros seis. —dice aguantando su risa.

—Ya entendí que ellos no piensan, ya no los buscaría inteligentes sino guapos. —contesto divertida.

—Eres terrible, cariño. —toma asiento a mi lado—. ¿Cómo te sientes por lo que hizo Talal? —me encojo de hombros.

—En realidad me da igual, él no me interesa para nada. —niega con preocupación.

— ¿Segura que no te atrae ni tan solo un poco? —Blanqueo mis ojos.

—Mamá, ¿Qué te preocupa? —la escucho suspirar.

—Según me dijo tu padre, este puede pedir una segunda esposa pues no cumples con las tradiciones y le das un heredero. Su primogénito será el próximo en sucesión. —entiendo la preocupación de mi padre, después de tantos sacrificios terminar perdiendo el reino como que es para preocuparse.

—Entiendo, madre, pero Talal a pesar de ser un estúpido, no es tonto. Él no puede alegar que soy infértil porque no me ha tocado y no lo creo tan tonto como para aceptar frente a todo el mundo que no lo hemos consumado y que nuestro matrimonio simplemente es una firma en un documento. Su orgullo de macho alfa no lo va a dejar. —esta sonríe con malicia.

—Lo tienes todo fríamente calculado. —dice y asiento.

—Él se piensa más inteligente que yo, pero en realidad es un cachorro aprendiendo a usar eso que se llama cerebro. No te preocupes, que yo lo voy a controlar. —la veo negar no muy segura de mis palabras.

—Bueno, eso espero, porque si no tu padre sufrirá mucho. Él ama tanto a su nación que no sé cómo se pondría al saberla totalmente perdida. 

—Lo sé madre, encárgate de llevarlo a lugares exóticos, que yo me encargaré de Omán y de Talal El nekby. Por cierto, ¿ya Moad se fue? —niega.

—No, él está reunido con tu padre y tú ahora esposo. Saldrán para Nueva York en la tarde. —asiento entendiendo.

—Bien, entonces todos se irán hoy —la veo negar.

—No, sólo tus hermanos, tu padre y yo decidimos quedarnos para velar que no hagas ninguna locura. – sonrío al ver su rostro de espanto.

—No exageres mamá, sabes que soy muy sensata y hace años dejé de hacer niñadas. Además, de que lo peor que pueda pasar es que incendie el palacio con Talal adentro. —ja, ja, ja, palideció al escucharme, no entiendo por qué mi madre piensa que yo puedo llegar a tanto. Nunca lo haría, no porque no me faltara deseos de incendiar a Talal, pero el palacio no me ha hecho nada para destruirlo de esa manera. Todo lo contrario, aquí tengo mis mejores recuerdos de la vida.

—Por Alá solo espero que no llegues a tanto. —me carcajeo fuerte. Claro que no voy a llegar a eso, pero me puedo disfrutar la cara de Talal con un simulacro.

—No te preocupes madre, si quieres puedes irte con ellos. Es más, ve a empacar, ya pueden marcharse hoy mismo, prometo comportarme como la mujer adulta que soy. Además, si mi padre teme que nuestro matrimonio quede en las nubes deben regalarnos privacidad, ¿no creen? —esta lo piensa por unos minutos y luego asiente como si lo que hubiera dicho tuviera algo de lógica. Lo cual es cierto en caso de que me interesará intimar con mi esposo, pero como no es el caso, solo es una excusa para que se vayan.

—No lo había pensado de esa manera, pero es muy cierto. Ustedes necesitan conocerse e intimar sin presión. Ahora mismo preparo todo. —se levanta y camina de prisa saliendo de mi oficina.

Volví a los papeles que escudriñaba antes de que mi mente se fuera a volar.

 

Talal El nekby

La vergüenza que pasé en el comedor no fue nada en comparación a la que pasé cuando tuve que reconocer en la oficina de mi suegro, la misma que pasará a ser mía, que aún no he consumado mi matrimonio con Bárbara. Para nosotros es un deshonra que una mujer sea quien controle la relación y en mi caso salió más que astuta y arisca, pero hoy no se salva. Solo deseo que llegue la noche para poder seducirla. No podrá resistirse a mis anhelos. De eso estoy muy seguro.

—Como te iba diciendo – dice mi suegro sacándome de mis pensamientos—. Estoy seguro de que el parlamento quiere que seas tú el que asistas a las juntas y conferencias de estado. Entiendo que a Bárbara no le gustará la idea, pero para que no te de tanto problema, invítala para que este a tu lado. Ella tiene mucho poder sobre el pueblo. Mi hija se ha ganado el amor de su nación a pulso pues por ser hija de Isabella y ser educada en América las personas pensaban que ella no respetaría y aceptaría nuestras costumbres. Y aunque no están muy lejos de la realidad, Bárbara les demostró lo contrario. —Asiento entendiendo lo que este me quiere decir.



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En el texto hay: humor, romance, sultana

Editado: 04.10.2022

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