Aren - Marsella, Francia
—Déjenla. No puede ir a ninguna parte.
Se puso de pie cargando a la chica que tenía en el regazo y colocándola con delicadeza en la cama.
Nuria caminó hacia el pasillo y recogió los zapatos azules que la muchacha había tirado.
—Vaya susto, le hemos dado a la pobre —dijo al regresar sonriendo mientras colocaba el calzado sobre la mesita de centro.
—No la había visto nunca, ¿es nueva? —Preguntó Basil.
—Yo tampoco la había visto antes —declaró Lito.
—Yo sí, vino en el último grupo, aún está en adiestramiento —explicó la mujer.
***
Silveria - Marsella, Francia
No imaginaba que podía correr tan rápido ni que podría hallar la cocina en su desesperación. Al llegar se topó con Martín, quien la sostuvo por los brazos al verla.
—Sil. ¿Qué te pasa? —le preguntó preocupado. —Estás descalza…
—Yo… —Ella no podía articular las palabras, la agitación y el miedo la habían shockeado. —Yo vi…
—Mejor te acompaño a los camarotes —dijo él guiándola por el crucero.
—Es que… es que… —Silveria comenzó a llorar al darse cuenta de que vio algo que no debería haber visto, pensando en las consecuencias.
Al entrar en el sector donde dormía el personal, Martín la abrazó y la besó en la frente intentando que se calmara.
—No pasa nada…
—¡Sí, pasa! —Exclamó ella exaltada. —¡Pasa algo horrible! —Hablaba entre ahogados gemidos.
El muchacho la hizo pasar al interior del camarote y la ayudó a sentarse en la cama sin dejar de abrazarla.
—Vi unas personas… —Continuó ella temblando. —Tenían una chica… Creo que la habían matado… —Lloraba. —Y… Y sus ojos… Dios mío… Me miró… ¡Me vio!
—No te preocupes, no va a pasar nada —él se mostraba muy calmado y a Silveria le daba la impresión de que no entendía lo que ella estaba diciendo o que tal vez no le creía.
—No estás entendiendo… —Insistió.
—Es mejor que te acuestes, voy a traerte un té y le voy a explicar al jefe de tu área que no te sentís bien.
—Gracias —respondió la chica sin saber qué hacer, más que aceptar lo que Martín le decía.
***
Martín - Marsella, Francia
Martín se asomó al pasillo donde estaba el camarote de Nuria, al que solía concurrir bastante seguido y se topó en la intersección con Basil.
—Señor… —dijo sorprendido.
—Que bueno que te encuentro, estuvo por aquí una chica, Nuria dice que es tu novia.
—Sí, ella está muy nerviosa —Nuria apareció por detrás de su esposo. —Venía a preguntar si debía hacer algo con ella…
—Dale de tomar esto —dijo poniendo en su mano una cápsula de color amarillo. —Dormirá esta noche y en la mañana ya veremos.
Martín, sin decir nada, dio media vuelta y se alejó de ellos con el fármaco en la mano. Nuria pensaba que Silveria era su novia, eso le impulsaba a creer que la mujer si se había sentido afectada por sus coqueteos con la muchacha, que ahora era víctima de un ataque de nervios por haber visto lo que no debía. Sonrió para sí y se alegró.
***
Silveria - Marsella, Francia
Pasó un rato largo reflexionando en cómo hacer para escapar de allí. Esas personas seguramente la estarían buscando. “Cuando me encuentren me van a matar”, pensó. Podría bajarse y ver la manera de volver a Argentina, pero tendría que encontrar la forma primero de llegar hasta la costa. No estaban tan lejos, no obstante, las pocas clases de natación que había tomado alguna vez, no le daban seguridad como para tirarse al agua y nadar a la orilla, sería una estupidez morir ahogada para huir de la muerte.