La fuerza de Ciro

La venganza de Dédalo

La venganza de Dédalo 
El amanecer llega a Moscú sin que el sol ilumine el nuevo día, por lo contrario, pareciera como si un eclipse solar estuviera en curso, varios lobos llegan hasta donde se encontraba Dédalo, aunque no alcanzaban a distinguir bien quién era, la atmosfera era extraña, los humanos pasaban por alto que creían que era la contaminación.  
El vampiro abre sus brazos al tiempo que sus alas semejando a las de un murciélago, de forma ordenada todos los insectos de la gran urbe obedecen el mandato de su amo todos y cada uno de ellos buscando y encontrando a las familias de licántropos, la indicación fue clara “todos, inocentes o todos culpables” y todo ese día con su noche Dédalo permaneció inmóvil y eso si extrañó a los licántropos tanto fue la extrañes que el mismísimo alfa de la ciudad se hizo presente para ver al extraño suspendido en lo alto del Kremlin. 
La noche cae antes de lo esperado, es cuando Dédalo por fin parpadea, pasa su lengua por sus labios, el alfa de esa zona con catalejos puede ver al hombre sin saber quién es, sabia de los vampiros ya antes había peleado contra ellos, pero nunca en sus mil trecientos años vio algo semejante. Dédalo está consciente que los lobos lo observan, y como si fuera en cámara lenta crece un par de centímetros su blanca piel se desprende de su cuerpo dando paso a su piel gris, su rostro se alarga un poco más, sus colmillos se dejan ver, sus ojos azules desaparecen de sus orbitas, sus brazos se alargan sus dedos son remplazados por garras, todos los lobos olfatean el aire y todos dan un paso atrás. Dédalo identifica a cada uno de los licántropos encontrando rápido al alfa, nadie vio nada, nadie escucho nada, todos voltearon a ver cuando por fin el cuerpo del alfa se encuentra incrustado en la pared con la mano derecha de Dédalo en su cuello, del terror que le causa el vampiro el hombre lobo ni siquiera se atreve a respirar.  
_Se atrevieron a matar al único ser vivo que me impedía matar a tu especie – la voz del mayor parecía salir del infierno, grave, profunda, resuena como eco- _ Veras morir a todo tu clan esta noche.  
La sangre del vampiro sale de la mano con la que sujeta al lobo, esos hilos de sangre se enredan en el cuerpo hasta formar un capullo dejando el puro rostro limpio. Vario soldados llegan para ayudar Dédalo deja al alfa, guarda sus alas, ninguno de los presentes supo que les pasó, no dieron ni un paso y habían caído, cada uno del pelotón cae sin vida y sin corazón en su pecho, por increíble que parece Dédalo no come los corazones ni bebe la sangre, coloca una rodilla en el piso, haciendo una plegaria, coloca su mano derecha en el suelo.  
_Yo soy Dédalo hijo de Adán, hijo de Lilith... Demonios menores al servicio de Lilith ...su amo los invoca, salgan, emerjan del infierno... 
El suelo en todo Moscú desde el centro hasta las periferias se abre en pequeñas grietas, de ellas emergen humo, y chillidos, el humo al entrar en contacto con el aire se materializa en seres humanoides, con cuernos, sin cuernos, con alas de diferentes tamaños, algunos solo tienen una especie de ojos, otros solo bocas, un millar o más se materializan, Dédalo va a las alturas con el alfa, le habla a uno de sus hermanos, era un humanoide que en su rostro tiene más de cien ojos, llama a otro hermano y ese posea solo una nariz por rostro. 
_Olfatea bien a este – un chillido por respuesta- _Todo aquel que apeste igual que él debe morir, todos no dejen a nadie con vida. Y tú has que vea a todos lo que van a morir. - Un tercer hermano, tan hermoso o más que él llega a donde se encuentran todos- 
_Dédalo, hermano, tenemos hambre –su voz era melodía pura, como si el paraíso saliera de ella-  
_Pueden comer a todos los que huelan igual o peor que él, pero, pero, no toquen a los humanos o él de arriba bajará y no queremos eso ¿cierto? 
_Cierto, gracias por tu benevolencia hermano mayor. 
_Vayan no pierdan tiempo, ustedes son nocturnos.  
_Como el primogénito ordene, nosotros obedecemos. 
_¡Hermanos míos coman y beban a placer!  
El alfa ve con horror como familias inocentes son reducidas a nada, así como familias se forjaron en batalla cayeron como si de novatos se trataran, rogaba a Dédalo que detuviera la masacre, pero el vampiro hizo caso omiso a la suplica, pidió piedad y no la recibió, cuando por fin salieron los rayos del sol, el alfa dio gracias... 
Dédalo volvió a pisar el suelo, un nuevo llamado para otros hermanos, demonios diurnos, con las mismas órdenes y así en dos días con sus noches Moscú cayó ante la irá de Dédalo, envía a sus vampiros para cerciorarse que no quede nadie con vida, al tener noticias positivas, envía de nuevo a sus hermanos al infierno, toma el capullo en donde tiene al alfa, lo libera de sus amarras, el alfa cae de pie, trata de golpear al vampiro ya en su forma humana y a pesar de no hacer movimientos extraordinarios no puede dar ningún golpe al ojiazul, Dédalo le mete el pie haciéndolo caer, le coloca su pie en el cuello, ladea un poco la cabeza. 
_Ahora ya sabes que hay cosas peores que la muerte y todo por matar al príncipe que me tenía atado.  
Antes de que salga sol en un nuevo día le informan al vampiro que no queda licántropo con vida, toma de los cabellos al alfa, comienza a caminar al tiempo que da órdenes a sus soldados, de un salto sin importar la hora emprende el vuelo, no deja de volar hasta que llega a la casa de Ciro y a sus pies cae el cuerpo aún con vida del licántropo alfa de Moscú. De inmediato es puesto en prisión, cuando por fin se quedan solo Ciro y Dédalo el mayor se desploma en un sillón, no es por no comer, es por la noticia de la perdida de Darío, Ciro no tiene palabras que le den consuelo, el mediano conocía de antemano el amasiato de su hermano con él e incluso en muchas ocasiones tanto él como Elián aceptaban a Dédalo como pareja de su hermano sin embargo la naturaleza de ambos sobre todo la de Dédalo les impedía estar juntos. Ciro agradece lo que hizo, el vampiro cierra los ojos, limpia sus lágrimas de sangre y solo asienta. 
_Aun no caen los demás, dame una semana tal vez dos. 
_Tomate tu tiempo amigo mío. Creo que deberías ir a descansar, comer algo, reponer fuerzas, Rusia es un gran territorio. 
_Te tomo la palabra,pero puedo soportar otro día. 
_No soy él, pero... - le ofrece la muñeca derecha-




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