—Lo que me faltaba, un grupo de esos malditos piratas enfrente de mí.—Koar aún corría tratando de esquivar a los guardias y el único camino era ir de frente a toparse con el barco que comenzaba a detenerse para dejar bajar a los furiosos hombres que venían en él.—Pero tal vez esto sea bueno para mí, los guardias se centrarán en detener el ataque y yo puedo aprovechar para escapar y esconderme.—Pensaba su estrategia hablando en voz alta para tomar el valor que hacía falta.—Eso sí esos piratas no me matan primero.
—¡Piratas a la vista! —Gritaba uno de los guardias que custodiaban el puerto mientras sonaba la campana.
—¡Idiota, ellos ya están aquí! ¿Cómo no te diste cuenta antes?—respondió su compañero ante el aviso tardío.—Te quedaste vigilando mientras era mi turno de dormir la siesta.—Con gran desfachatez seguía reclamando.—¡El comandante nos va a colgar!
—Eso si sobrevivimos, somos la primera línea de defensa. Además más vale tarde que nunca, ahí vienen unos compañeros de refuerzo. ¡Mira!—El marinero señalaba a los guardias que perseguían a Koar mientras los veía correr a esa posición.
—Pues que esperas, ¡Vamos con ellos!
Los guardias que corrían comenzaban a alistarse para resolver el conflicto. Era su obligación defender la isla de los intrusos que quisieran dañar o robar.
—¡Maldición, lo que nos faltaba!—El líder se quejó mientras aún corría. —Un barco pirata está en la costa y nosotros estamos mal parados. Solo porque al Marqués se le ocurrió que era buena idea llamar a toda la guardia para capturar a una sola familia y sus cinco miembros. Además, ¿Por qué no sonó la alarma?
—Tal vez los dos vigías se lo puedan explicar señor.—Su teniente le seguía la plática.—Vienen corriendo para acá.
—¡Cobardes! Los voy a mandar a la guillotina por esto.—Decía muy enojado.
—Hágalo después… si sobreviven. Por ahora necesitamos la mayor ayuda posible, nos superan en número.
Las fuerzas piratas desembarcaron con gran euforia destruyendo todo lo que veían a su paso. Su intención era saquear lo más que pudiera sin presentar tantas bajas.
—¡Teniente, vaya al fuerte y dígale al Marqués la situación, indíquele que solicita a toda la guardia aquí para la defensa del puerto!
—Sí señor, no demoraré. —Dió media vuelta y se fue de ahí.
—Los demás saquen sus armas y poco a poco vamos acercándonos, ¡Debemos resistir a qué lleguen los refuerzos!
El conflicto en el puerto no se hizo esperar. Los piratas fueron recibidos con balazos de los cuales intentaban esconderse detrás de algunas bardas, costas con semillas y barriles que almacenaban líquidos. Los guardias por su parte se refugiaron detrás de las paredes de las construcciones que estaban al paso. Los ciudadanos corrieron lo más rápido que pudieron salir del puerto en muy poco tiempo desalojado.
El momento de hacer diferencia había llegado, la capitana Escarlata había bajado de su barco con un par de pistolas, una en cada mano y sin temor a ser herida corrió para disparar contra los guardias dándole a un par en el pecho y en el brazo.
—¡Esa es la capitana, no podemos perder si ella está de nuestro lado! —La moral de la tripulación subió con esta acción.
—¿Por qué se esconden?—Preguntó ella mientras caminaba entre sus piratas.—Tenemos la ventaja numérica en estos momentos, además tenemos el elemento sorpresa, ¡Este es el momento de aniquilarlos, vayan por ellos!
Con estas palabras sus hombres salieron de sus refugios disparando como verdaderas máquinas de guerra con gritos que hacían temblar al propio viento que se alejó para permitirles el paso.
—Woow ¡Que mujer!—Comentaba Koar desde su escondite viendo las acciones de la capitana.
La batalla pronto tuvo un vencedor, los piratas dirigidos por la astuta y valiente capitana habían hecho valer su ventaja derrotando al enemigo. Gran parte de los soldados quedaron heridos en el piso mientras que otros más, escaparon de ahí buscando un refugio.
Los gritos de celebración del cuadro vencedor fueron bastantes y duraderos, como si se hubiera ganado la final de un juego deportivo.
—¡Muy bien asquerosos rufianes!—La capitana escarlata se preparaba para dar indicaciones a su tripulación.—¡Hemos vencido, es momento de hacer lo que venimos planeando, tomen todo lo que puedan y subanlo al barco!
—¡Siiii!
La euforia entre los hombres era muy notoria. Se acercaron aún gritando a todos los puestos y almacenes que había ahí. Pudieron obtener costales con semillas, frutas, azúcar, el tan preciado ron, algo de ropa y algunas monedas de oro y plata que saquearon del puerto y de los soldados caídos.
Tenían una gran organización y sobre todo una gran velocidad para trasladar todo al barco.
Las maniobras que usaban era lanzar los costales, rodar los barriles y acarrear las monedas en pequeños sacos que cargaban. El asalto *p*n*s llevaba unos cuantos minutos y el botín obtenido parecía ser bueno, no solo por las monedas sino por los elementos que ayudaban en sus viajes.
La capitana al poner a sus hombres a trabajar después de darles la victoria se acercó a donde vió que Koar se escondía.
—¿Te vas a quedar ahí eternamente?—Lanzó esta pregunta al interior de la yerba donde Koar la escuchaba. Pero él, muy dudoso pues sabía que estaba enfrente de la profesión más odiada y temida por todos, decidió esperar ahí sin dar respuesta.—¿No sabes que es de mala educación dejar a una persona hablando sola? Puedes estar tranquilo, no te haremos daño, al contrario quiero proponerte un trato.
Koar se sintió atraído por sus palabras, ellos eran enemigos de los soldados como ahora lo era él, aunque la situación era distinta pero no tenía más remedio que dejarse tentar por ella.
Salió de su escondite con las manos arriba intentando decir que no se resistiría.