Capitulo 4

Había tenido la suerte de no compartir habitación en aquel gran barco. Por lo menos encontró la tranquilidad que había buscado. Sabía que convivir con él resto de la tripulación era complicado, nadie le quería ahí.

Sus días más que unas vacaciones fueron un cautiverio. En el lugar solo había una hamaca donde se la pasó la mayor parte del tiempo. Un cuadro de una ciudad europea colgaba justo enfrente de él. Ese cuadro fue la mayor distracción que tuvo. Se la pasó mirándolo muchas horas. Dicha obra estaba chueca, Koar intentó acomodarla varias veces sobre el clavo que perforaba la madera, pero el movimiento del barco era tan brusco que de inmediato lo regresaba a su posición. Esto terminó por cansar al joven quien declinó la misión para solo contemplar la obra de arte.

La desesperación lo estaba matando, los minutos pasaban muy lentamente mientras solo podía mirar el techo, escuchando los ruidos desagradables que los piratas hacían, algunas gaviotas en el mar y las olas chocando.

En aquellos momentos comenzaba a extrañar los beneficios de su casa. Mismos que muchas veces rechazaron y malgastó. Principalmente en su juventud cuando llegó la edad rebelde. Nada de lo que tenía le era suficiente y se la pasaba pidiéndole más a sus padres. Muchas veces eran cosas innecesarias, solo las pedía por capricho y no les daba ningún valor.

Los mismos sucesos con la comida, no le encontré mucho valor a repetir platillo. Fue hasta que se encontró en esa situación que pudo extrañar la comida en su hogar, principalmente su platillo favorito, ese que si madre le preparaba.

Conforme el estómago le pedía comer en aquel frustrante lugar, el recuerdo de su madre y de su familia seguía latente, fue lo que le detonó la desesperación.

—¡Necesito salir de aquí! —Exclamó después de que unos piratas golpearon su puerta a propósito para molestarle.

Salió muy enfurecido pero no se atrevió a discutir con ellos, en su lugar se dirigió a donde sabía que podía encontrar al amable contramaestre que siempre le respondía todo.

A gran velocidad salió a la cubierta del barco para buscarlo. Al llegar, la luz del sol le deslumbró los ojos por la gran intensidad de medio día que mostraba. Giró la cabeza en varias direcciones para buscarlo y al fin lo ubicó cerca del timón junto a la capitana. Titubeó un poco en acercarse pues la capitana seguía imponiendo mucho temor pero no deseaba quedarse ahí parado sintiendo la mirada de todos, además ya había salido y su fija misión le hizo avanzar rápidamente hasta llegar a las escaleras que llevaban al timón.

—Con su permiso, me gustaría hacer una pregunta.—Se paró firme y solicitó muy cortés el ser escuchado.

—¡Koar buen día! —Le saludó Doom muy amablemente.—Por fin decidiste salir, pero debes esperar, este no es un lugar para un invitado, solo los altos mandos pueden estar en esta zona.

—Solo me gustaría hacer una pregunta.—Dijo él rehusandose a regresar sin tener respuestas.—Hemos esperado ya tres días en esta posición, ¿Cuándo iremos a la isla Tortuga? Pensé que con mi información bastaba.

—¿Está tratando de hacer una exigencia?—Se interpuso la capitana en la conversación, sin voltear a verlo.

—No es una exigencia, solo creo que debemos apresurarnos, usted misma me dijo que debía hacerlo porque quizá mi familia no permanecería mucho tiempo ahí.

—Si, yo le dije eso pero como lo veo somos su única opción así que debe respetar nuestros tiempos.—No perdía su tono de autoridad en ningún momento.—Hay muchos aspectos que considerar, no solo sus intereses personales.

Koar puso una expresión de desagrado por la respuesta recibida y no supo qué decir así que trataba de irse, pero fue interrumpido por la propia capitana.

—Aunque le va agradar saber que el ataque solo se demorará hasta esta noche.—Por primera vez lo miraba directamente.—Los hombres están listos y parece ser un buen día para navegar, en unas horas zarparemos y por la noche atacaremos.

—Entonces hoy es el día, eso me agrada ¡No puedo esperar!—Koar estaba bastante emocionado por desplazarse de ahí y salvar a su familia. Agarró de su pecho una cadena con un reloj que contenía en el interior un recuerdo de su familia.

—Muy bien joven Koar, si no tiene nada más que preguntar puede irse a su habitación o ayudar a alguien en los quehaceres.

—Nunca he hecho nada como servicio, siempre he tenido sirvientes que hagan las cosas por mi.—Respondió valorando su vida en la que había tenido un gran cambio repentinamente.—Pero el día será largo si solo me encierro en esa habitación, así que no me hará mal distraerme haciendo quehaceres.

—Muy bien, puedes ir con el jefe de cubierta y preguntar qué puedes hacer para ayudar.

—Está bien capitana, nos vemos en un rato.—Koar bajó las escaleras colocandose las manos en la cabeza haciéndose la idea de limpiar.

—Capitana, no es muy común que usted sea así de amable.—Doom trató de cuestionar sutilmente a su líder.—¿Qué le hace tratar así a este joven?

—Y ¿Cómo lo estoy tratando? —Preguntó consternada mirándolo de reojo.

—Con él es muy amable, los cuidados que le ha proporcionado, es casi como si fuera un invitado de honor para usted. Me gustaría saber el ¿Por qué?

—Creo que te estás confundiendo.—Respondió ella muy fría, como si no sintiera interés alguno.—Lo estoy haciendo porque nos brindó información única y exclusiva que nos darán un gran botín el día de hoy. El más grande que nuestra tripulación haya visto. Por ese motivo viajamos tan lejos ¿Recuerdas?

—Si lo recuerdo. En ese océano donde saqueábamos ese marinero nos dijo que las Américas daban mucho oro, en especial las islas bajo el dominio del imperio Francés, cuyo corazón en el territorio era esa famosa Isla de Tortuga.