Corrió por toda la colina. Su única luz era la que el cielo con múltiples estrellas le proporcionaba, no se dió a la tarea de conseguir una antorcha. Afortunadamente conoció el camino y el miedo se le había ido al enfrentarse con los piratas.
Por su parte, la feroz tripulación había conseguido llegar al pueblo e iniciado el aterrizaje. Podían escucharse los gritos y el alboroto que estos provocaron. Koar se detuvo para mirar atrás y lamentarse por ellos, debido a sus acciones, los guardias que vigilaban habían caído y nadie podía dar el aviso para que los soldados bajarán a ayudar, quizás los gritos servirían para alertarles, pero entre la desconcentración y el traslado, llegarían muy tarde. Todo había sido perfectamente calculado por esos hombres y su capitana.
Tras unos segundos de lamento, Koar decidió seguir adelante en su camino. Corrió lo más rápido que pudo para así evitar que su mente pensara en el sufrimiento de esas personas.
Después de correr un poco, al fin pudo mirar las antorchas de la fortaleza, ahí donde encerraban a los criminales y donde la mayoría de los soldados y armamos estaban almacenados.
Se acercó levemente para examinar el terreno, además de ser un área prohibida para civiles sabía que él era un hombre buscado, si lo reconocían sería arrestado y todo su plan caería.
Había ido a ese lugar un par de veces, mismas que acompañaba a su padre a una de las reuniones con el Marqués, recordaba un poco los caminos, él tenía esa habilidad, su gran memoria fotográfica.
Sabía que el lugar solo contaba con dos entradas y ambas estaban custodiadas. Tenía que pensar en un plan para llegar adentro sin ser detectado.
Se le ocurrió que podría trepar los muros e infiltrarse por uno de los huecos, pero no sencillo, necesitaba conseguir sogas y piedras que hicieran de contra peso.
No iba equipado para nada, así que tenía que conseguir las sogas. Miró a su alrededor para buscar, había una pequeña cabaña, quizás ahí los guardias guardarán algo de material.
Se dispuso a ir entre la yerba para sentirse seguro. Se acercó lo más que pudo hasta que vio de cerca el lugar. Miró hacia la entrada y contó a dos guardias que ahí estaban. Evadir sus miradas sería difícil.
Afortunadamente para él, el asalto al pueblo había hecho el suficiente ruido para alertarlos. Koar vio como varios guardias salieron de ahí armados y en formación para bajar la colina y enfrentarse a los piratas, los gritos de los pobladores habían bastado.
El grupo militar pasó rápidamente por ahí liderados por un comandante montado a caballo, desde ahí daría las órdenes.
Ese acto lo vio como una gran señal para acercarse, con la distracción de los guardias seguro podía pasar sin que lo vieran.
Pensando en eso, salió de su escondite para entrar en la fortaleza, lo hizo sin cuidado pensando que se habían ido todos los guardias pero no fue así… justo al entrar se topó de frente con uno de ellos.
Ambos se miraron por varios segundos, no sabían que decirse mutuamente, el nerviosismo estaba presente en los dos.
—¿Qué haces aquí?—preguntó el soldado con voz tambaleante.
—Vengo de la ciudad.—respondió Koar tratando de improvisar.—Estaba afuera y ví que unos piratas llegaron.—Comenzó a tener seguridad en su historia al ver que el guardia estaba nervioso.—Corrí hasta aquí para pedir ayuda y protección…
—¡Oh menos mal!—Dijo el soldado suspirando.—Por un momento pensé que eras un pirata.—Se detuvo al darse cuenta de la impresión que estaba dando.—No creas que tengo miedo y que me quedé aquí escondido… yo estoy… a cargo de la vigilancia de la base… eso, estoy a cargo.
No fue difícil para Koar darse cuenta que el soldado evadió las órdenes y se quedó ahí para evadir el combate, no lo culpo por cobarde, el miedo por los piratas debía ser real, él mismo lo comprobó.
—¿Puedo pasar y resguardarme aquí?—Preguntó aprovechándose de la situación.—Me sentiría mejor junto a un valiente soldado como usted.
—Generalmente no.—El soldado se enorgulleció de los halagos, el plan de Koar estaba funcionando.—Pero dada la situación puedo brindarle seguridad aquí.
Por obra del destino el jóven que buscaba a su familia había encontrado el pretexto ideal para entrar y no solo eso, también tenía la posibilidad de liberar a su familia sin los soldados presentes.
—Solo quédate ahí y no te mueves.—Le señaló el guardia una de las estaciones.—Yo estaré dando rondines, te diré si se algo.
Lo que realmente quería el guardia era comprobar si algún otro compañero estaba ahí que lo pudiera delatar, además de tomar un punto estratégico por si sus compañeros llegaban, poder decir que él estaba ahí.
Koar aprovechó esa distracción del guardia para adentrarse en la fortaleza. Esta vez lo hizo con precaución para no ser sorprendido por los guardias que custodiaban a los prisioneros. Afortunadamente recordaba el lugar y supo llegar hasta las cárceles.
Ahí vió que había pocos guardias dando sus rondines, sería difícil llegar hasta las celdas sin ser visto, además no sabía en cuál de todas estaría su familia.
Avanzó con sigilo hasta que se topó con algo que podría ayudarle; el cuarto donde guardaban los uniformes.
Con su plan en mente, entró a la habitación y se colocó un uniforme, con eso podría pasar más fácilmente entre los guardias.
Cuando estuvo listo, tomó aire para relajarse y concentrarse. Sabía que era el momento para hacerlo pues los guardias regresarían en cuanto los piratas escaparan en su barco, el tiempo estaba contado para él y su familia.
Después de unos segundos se concentró y salió de la habitación. Lo hizo con precaución, el disfraz solo lo usaría en un caso muy extremo de necesidad. Sabía que podían reconocerlo.
Avanzó hasta llegar a la zona de las cárceles, había editado a algunos guardias, pero copió sus movimientos para verse como uno de ellos.