La gloria de los mares

Capitulo 7

El intrépido Koar había conseguido llegar a la gran ciudad de Port Royal. Antes de huir de Tortuga, su hogar. Se escabullo para llegar a su casa, sabía de un lugar secreto donde su padre guardaba dinero, lo tomó al igual que algo de ropa y salió de ahí para buscar a su familia.

Al llegar se encontró con una ciudad incluso más grande y poblada que Tortuga, pero no le fue difícil instalarse y moverse por ahí. Era un chico astuto su posición social le hizo saber cómo manejarse.

Había estado ahí por cuatro días, tiempo que estuvo esperando noticias de su familia. Todos los días se dirigió al puerto para ver y preguntar por algún barco que transportara esclavos.

Una persona del puerto se apiadó de él diciéndole que no estuviera preguntando eso tan abiertamente o se buscaría problemas. Además si alguien estaba en el negocio de la esclavitud no sería tan obvio. Tenía que ir a las tabernas y lugares del bajo mundo para conseguir esa información.

El joven tomó ese consejo y por la tarde se dedicó a buscar en las tabernas. Tenía que encontrar algo.

El joven Koar tuvo que cambiar de vestimenta a algo más acorde con las personas que frecuentaban esos lugares, quería pasar desapercibido y solo escuchar a los demás.

Estuvo cerca de dos horas bebiendo ligeramente y moviéndose de mesa para escuchar las conversaciones de los demás. Sus objetivos eran filibusteros y soldados que se escabullian para beber, alguien tenía que saber algo.

Desafortunadamente para él no fue tan sencillo. La mayoría hablaba de saqueos, robos, política y sobre todo de las hermosas mujeres que formaban parte del lugar. Nadie habló sobre esclavos.

Ante la desesperación decidió ir a otro lugar, llamó a una de las chicas para pagar, cuando lo hizo un hombre que lo había estado observando se acercó al para interrumpir su plan.

—¿Puedo sentarme?—Le hablo serio y con un tono bajo.

A Koar no le quedó más remedio y se acercó con la cabeza, pensó que sería buena entablar una conversación.

El hombre dispuesto a hacerle compañía era muy robusto, tenía barba café y el cabello largo del mismo color, tenía facciones mal encargadas, pero al hablar podía apreciarse algo de amabilidad.

—¿Qué te trae por aquí?—Le preguntó al sentarse.—No te había visto aquí.

—Solo estoy de paso.—No supo qué más responder.

—¿Estás buscando hombres?—Preguntó bajando aún más la voz.

—No, ¿Por qué supones eso?—Dijo desconcertado.

—Es muy común que los forasteros vengan aquí en busca de hombres desempleados.—Le contó con seguridad.—Aquí vienen muchos piratas a reclutar, tienes la pinta de ser uno.

—Yo jamás me convertiría en algo tan detestable como un pirata.—El coraje de Koar salió a relucir por sus recientes recuerdos.

—Entonces eres solo un niño rico en busca de aventuras.—Afirmó el hombre barbudo.

—¿Qué te hace pensar que tengo dinero?—El joven estaba realmente sorprendido, pensó que si disfraz era bueno.

—Tu personalidad, el seas nuevo por aquí y sobre todo… ese collar que traes colgado, es de oro puro.

Koar miró hacia su pecho y recordó que llevaba puesto el collar familiar. Cuando era niño, su padre lo mandó a hacer para él. Tenía la letra de su apellido como insignia. Le regaló uno a él y a todos sus hermanos, era la marca familiar.

—Te recomiendo que si quieres pasar desapercibido no uses algo así.—Le dijo burlándose de él.—Aquí hay hombres que te matarían por tenerlo.

El joven se sintió intimidado, pensó que aquel hombre le haría daño o le intentaría sacar dinero. Su acompañante se dió cuenta y de inmediato lo calmó.

—Tranquilo, no es mi tipo.—Le dijo riéndose más fuerte.—Soy un hombre sencillo.

Eso bastó para que Koar se relajara un poco r intentará retomar la conversación.

—¿Qué buscas aquí?—Le preguntó ya un poco incómodo.

—Escucha amigo, soy un hombre desesperado y desempleado.—Su tomo de risa ahora se convirtió en angustia.—Sea lo que sea que estés buscando, estoy dentro. Trabajaré contigo.

Koar vio una gran oportunidad de tener aliados. Era verdad que tenía dinero suficiente pero no quería exponerlo así. Ese hombre se veía de confianza así que tuvo que ceder para seguir avanzando.

La mujer llegó hasta Koar con la cuenta que le solicitó y este le pidió un trago más para él y su nuevo compañero. Este le agradeció con la cabeza y cuando tuvo el trago brindó por él.

La noche empezó a llegar Koar seguía bebiendo con su nuevo compañero. Tras beber demasiado sus sentimientos comenzaron a salir y le contó toda la historia al borde del llanto, su compañero no se burló, se compadeció de él y le mostró apoyo. Además se abrió el también para contarle su historia.

El hombre se llamaba John Hawkins, había nacido en Inglaterra y vivía cómodamente con las cosechas. Estaba felizmente casado y tenía dos hijos. Todo iba bien hasta que un día un hombre se acercó para hablarle de negocios. John no se mostró muy interesado al inició pero el hombre supo endulzar su odio al hablarle de grandes sumas de dinero que se ganaban en el nuevo mundo. Él no era rico pero vivía cómodamente, pero las exigencias de su esposa por querer más lujos fueron lo que llevó a John a aceptar el trato.

Vendió parte de sus terrenos y cosechas esperando que el comercio con el nuevo mundo llegara trayendo riquezas. Pero no fue así, el hombre lo estafó y nunca más supo de él.

Tras aquella decepción su esposa lo dejó y le quitó el resto de sus cosas.

John no tuvo más remedio que empezar de cero y para hacerlo de traslado hasta el nuevo mundo en busca de oportunidades o para encontrar a ese hombre, pero tras tres años ahí, la desgracia seguía presente. Solo había conseguido trabajos temporales que le daban para subsistir pero no para hacerse rico.

Después de contar su historia Koar lloró con él y pidió una ronda más para ahogar esas penas.

—Así es querido amigo.—Hablaba John aún con lágrimas.—Este mundo es cruel y las personas más, no se puede confiar en cualquiera.



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Editado: 23.03.2025

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