La gloria de los mares

Capitulo 10

El viento soplaba un favor lo que facilitó que se alejaran de la Bahía rápidamente. Ese factor hizo sentir seguro a Koar quien no se contuvo más para interactuar con su hermana.

Le quitó la venda de los ojos y se colocó enfrente de ella quien por reacción de hizo hacia atrás muy asustada.

—Tranquila hermanita, soy yo.

Le dijo mientras se acercaba lentamente hacia ella.

La joven retrocedió aún más, su mente estaba distorsionada por el temor que sentía.

El ahora capitán le dio su espacio para que pudiera reconocerlo. La luz del sol le impidió ver con claridad después de tener la venda y días pasar en un lugar oscuro. Se talló los ojos para intentar recuperar su visión.

—Soy yo.—Insistió Koar hablando con voz baja.—Vine a rescatarte.

La joven dejó de oponer resistencia, reconoció la voz de su hermano y se acercó a él. Caminó lentamente pues la visión aún estaba confusa. Solo podía ver a un hombre enfrente de ella. Un hombre que parecía ser su hermano.

Al ver que la joven se tranquilizó, Koar se acercó a ella para abrazarla, la joven se dejó consentir, lo necesitaba.

La tripulación se quedó mirándolas alrededor, estaban enternecidos por ver que al fin había rescatado a su hermana. Los otros dos hombres que habían rescatado seguían amarrados y de pie. Estaba escuchando todo.

—Tranquila, ya estoy aquí.—Le dijo con un tono muy dulce.

La joven comenzó a llorar en el pecho de su hermano, eran lágrimas que había tenido retenidas en esos días debido a todo lo que tuvo que soportar. No podía conciliarse, al fin se sintió una salva.

—Fue espantoso.—Dijo entre lágrimas.—El día de la fiesta nos arrestaron. Madre lloraba… mi papá, mi papá…

—Tranquila, ahora estás a salvo conmigo.—La presionó más fuerte para ayudar a calmarla.—Ya pasó.

La joven se sintió muy aliviada tras el abrazo y el llanto derramado. Al fin tuvo el valor de mirar a su hermano a los ojos. Se despertará al ver su vestuario. Pasó de ser un joven refinado a porta uno de marinero. Entendió que era debido al rescate.

—Busqué a los demás ahí.—Le dijo Koar una vez que la vió calmada.—Pero no estaban, solo te vi a ti.

—Hace dos días nos separaron.—Dijo muy triste, al borde de explotar en llanto nuevamente.—Nos sacaron de la isla para vendernos cómo esclavos. Mi padre trató de defendernos pero lo golpeóon y lo dejaron muy herido.

—¿Dónde está?—Preguntó con mucha rabia.

—No lo sé. Él nunca salió de la isla.—Bajó la mirada hacia el suelo.—El marqués dijo que lo iba a desaparecer.

El rostro de Koar lo dijo todo tras escuchar eso. Las palabras de su hermana le estaban dando a entender que su padre había muerto.

Presionó los puños con gran coraje, pero decidió mantenerse firme.

—Debe de estar vivo.—Presionó fuerte las manos de su hermana.—Lo vamos a encontrar.

La joven se contagió del entusiasmo de su hermano y ahora que lo tenía podía confiar en salvar a los demás tal como lo hizo con ella.

Sandra continuó redactando la historia. Le contó a su hermano que su madre fue tomada directamente por el Marqués para humillar más a su padre. Pero ella lo rechazó. El malvado hombre sentenció que la llevaría a su propia villa fuera de la ciudad. En una mansión que había estado construyendo con todos los negocios lícitos que tenía.

La llevó hasta ahí para tenerla trabajados como servidumbre como todas las mujeres que le rechazaban. Un destino cruel para todas ellas.

En cuanto a su hermano pequeño supo que lo vendieron a unos granjeros que deseaban tener hijos. Ellos lo adoptarían y le darían una mejor vida. Pagaron una gran cantidad de dinero por él.

En cuanto a ella, había sido prometida para los territorios de los Países bajos, zarparía esa misma noche, pero por suerte su hermano llegó a tiempo.

Tras oír las noticias, Koar pidió que llevarán a su hermana adentro para que pudiera comer algo. También ordenó que le dieran su camarote para que pudiera asearse y relajarse. Después de lo escuchado, tenía mucho que pensar.

—¿Qué hacemos con ellos dos?—Preguntó John señalando a los hombres rescatados.

Koar se acercó a ellos para quitarles las vendas de los ojos y las mordazas.

El hombre de menor tamaño, aquel que se ofreció como contador, se arrodilló para agradecer el rescate jurando que trabajaría para él.

Mientras que el hombre robusto lo miró con mucho odio en sus ojos. Algo que llamó su atención.

—No se preocupen. No les haremos daño.—Dijo sin dejarlos de ver.—En cuánto lleguemos a tierra se pueden ir.

—¿Así nada más?—Preguntó el hombre arrodillado.—Tú pagaste por nosotros, nos salvaste de esos esclavistas.

—Yo me infiltré ahí para buscar a mi familia.—Le dijo con una mirada de compasión.—Como pudieron ver solo estaba ella, así que no se preocupen. Son libres.

Los dos hombres se sorprendieron y agradecieron el estar fuera de peligro.

Koar indicó que les quitarán las sogas y les dieran algo de comer.

Les indicó que podían ir a dentro para refugiarse y descansar, reafirmó su promesa de que serían libres una vez llegarán a tierra.

Justo cuando los hombres se marchaban al interior del barco, los detuvo el capitán para ofrecerles algo.

—Se que tienen una vida.—Ambos se detuvieron.—Pero quizá no y lo que buscan en venganza… también existe la oportunidad que trabajen para mí, les ofreceré ambas.

Koar no les dejó responder, les pidió que fueran a relajarse y que después le dieran una respuesta. El intrépido marinero estaba planeando algo.

Se quedó mirando hacia el horizontal muy callado, John se acercó a él para conversar.

—¿Qué sigue ahora?—Preguntó con mucha curiosidad.—Entiendo que no pudiste encontrar a todos los miembros de tu familia, ¿Los buscarás?

—Si, hasta el fin del mundo.—Respondió él sin dejar de ver al horizonte.—Pero antes de eso me gustaría hacer algo más, necesito tu ayuda.

—Claro que si, ¿En qué puedo ayudarte?



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Editado: 23.03.2025

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