La gloria de los mares

Capitulo 12

El lugar estaba muy oscuro, su dueño no se había animado a abrir las cortinas. Estaba muy desanimado y así lo quería demostrar. Había estado ahí durante dos días, mismos en qué recibió las desagradables noticias. Parecía que su buena racha estaba terminando. Habían ocurrido dos sucesos que le lastimaron profundamente, tanto que no quería salir y dar la cara.

Se la pasaba sentada en su lujosa silla bebiendo una de las mejores bebidas que tenía. Aquella de su colección especial que solo usaba para festejar, pero en esta ocasión lo hacía solo para sumirse en sus penas y odiar a sus enemigos.

El Marqués estaba deprimido, primero había sido humillado en la ciudad de Tortuga por el gobernador quien lo reprendió severamente por no salvar a los habitantes de la ciudad. Lo culpó por usar al ejército para su propio beneficio como fue el arresto del conde Sidgurd. Debido a eso la ciudad quedó desprotegida y los piratas la saquearon dos veces.

Esa responsabilidad cayó directamente en él pues era el encargado de la ciudad. Ahora el gobernador le había quitado el apoyo y le levantó una sanción. Estaba muy cerca de perder su prestigio. Lamentó y repudió a la pirata que planeó aquel ataque mientras él planeaba a sus hombres para la captura de la familia Brucel. Era como si el destino mismo le hubiera castigado por esas acciones.

El Marqués tenía el control de las yeguas en esa zona, había sabido mantener a los piratas que navegan ahí a raya, de hecho algunos trabajan para él como era el caso de la tripulación Marrón, aquella que saqueó intencionalmente los barcos del Conde Sidgurd por mandato del Marqués. Aquel hombre se sentía intocable pues tenía el control del gobierno y de los grupos delictivos que había en la zona. Nadie se metía con él o sus negocios. Desafortunadamente llegó alguien que lo retó y que pudo reírse de él tras aquellos saqueos.

Pero ese no era el único mal que lo agobiaba. Tras un mensaje se había enterado que su negocio de esclavos había sido vulnerado, algo que tampoco imaginó. Perdió dos barcos así como un cargamento de esclavos, hombres y recursos, además de la bahía que evidentemente había dejado de ser un punto seguro para su negocio. Esta pérdida lo llevó a discutir con sus socios quienes ya habían pagado por adelantado por esos esclavos, ahora tenía el compromiso de cumplir con la entrega lo cual no era fácil. Debido al castigo del gobernador, él ya no tenía control sobre la ciudad y las cárceles que era de dónde sacaba a esas personas para venderlas como esclavos. Su única opción era pagar ese dinero él mismo para compensar a sus clientes pero significaría una gran pérdida personal, algo que valía la pena porque era peor tenerlos de enemigos, eran personas poderosas y peligrosas. El Marqués meditaba profundamente el camino que tomaría.

Con las noticias de la bahía también llegó la información de quien lo había provocado, dicho informe hablaba de un pirata que comenzaba a tomar fama en la zona, un rufián sin corazón que lo había retado abiertamente para dañar aún más su orgullo, estaba obligado a devolver el ataque si no quería perderlo todo. Dicho pirata que se atrevió a retarlo y ayudar su negocio era “El navegante negro” famoso por su astucia y su falta de corazón a la hora de enfrentar a sus enemigos.

El Marqués estaba enfurecido al leer ese apodo. No sabía por qué había decidido meterse con él pero no había marcha atrás. Cargó todo su coraje hacia esas dos personas a las cuales mandó a investigar inmediatamente.

Justo debajo de su botella de alcohol colocó unos retratos de aquellos piratas que le desafiaron; la capitana escarlata y el navegante negro. Dichos retratos los usaría para poner recompensas por ellos.

Después de tres días en agonía en aquella oscura oficina y tras terminarse todo el alcohol, el Marqués se decidió a combatir con ellos con todo lo que tenía. Mandó a pedir a todos sus aliados que le ayudarán a buscarlos y los capturaran vivos, les estaban preparando un castigo a la medida.

Con dicha decisión y una mentalidad más ganadora por fin se levantó de la silla y abrió las cortinas para que el naciente sol de aquel día entrara. Parecía muy refrescante sentirlo después de días, le ayudó aún más a corroborar su mentalidad de triunfo. Era un hombre muy obstinado y sin duda era una cualidad que lo llevó hasta donde estaba. Aún contaba con el respeto de muchas personas, soldados, riqueza y aliados. Todo con la intención de abatir a sus recientes enemigos declarados. Puso en su mente la idea de recuperar su honor y viajaría él mismo para lograrlo. Juró con una mirada muy firme y un aura fuerte, que se vengaria de aquellos dos piratas.

Salió de la habitación para afrontar inmediatamente lo que venía, el Marqués había despertado y ahora nada lo iba a detener.

Estaba por comenzar una de las venganzas más exhaustivas de la historia así como una cacería implacable sobre los piratas enemigos. Aquellos que reían y disfrutaban sobre lo que habían obtenido. No se imaginaban que aquel hombre los atacaría con una fuerza implacable.

Koar estaba a punto de enfrentar el mayor reto de su vida. Había decidido declarar la guerra a uno de los hombres más malvados y sangrientos y ahora tenía que demostrar que estaba listo para superarlo.

Además todavía estaba latente la misión de encontrar a su familia. Con su hermana a su lado sentía la esperanza aún más latente pero el camino era largo aún y el tope que su enemigo le pondría, sería muy alto.

Una batalla, una guerra, una historia que comenzaba a entrar en su desarrollo, uno muy feroz.



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Editado: 23.03.2025

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