El español Hernández fue trasladado con cadenas y con los ojos vendados. Aún no sabía el motivo por el cual había sido raptado. Koar ordenó que lo llevarán a lad bodegas y lo dejarán encadenado. Tenía que atender el asunto con Stephanie primero.
—El plan salió muy bien.—Dijo ella recibiendolo en el festín que organizaron para festejar.—Hicimos un gran trabajo.
—Si, me sorprendí que no me traicionaras dejándome ahí.—Le respondió con un poco de broma.
—Aún puedo hacerlo joven marino.—Le guiñó el ojo.—En cuántos duermas, mis hombres y yo los mataremos para robar el botín. Haremos un festín con su carne y beberemos su sangre.
Koar notó el sarcasmo en su voz y comenzó a reír.
—¡Qué exagerada eres!
—Ese es el nivel de maldad con el que me describe. ¿Suena a algo que haría?
—No sé si seas buena o mala persona.—Se recargó en la barda para conversar más cómodamente.—Lo único que sé es que solo buscas tu beneficio.
—No soy un monstruo como tú crees.—Se le escuchaba un tono sincero.—Yo también me preocupa por mis hombres y deseo protegerlos. Ninguno de nosotros tuvo el privilegio de nacer con dinero como tú. La vida es dura en dónde yo nací.
Koar agradeció su sinceridad. Si algo había notado era la gran devoción que su tripulación tenía hacia ella, fueron leales hasta el final y eso lo tuvo que haber ganado siendo buena con ellos. La lealtad que mostraban no se ganaba con dinero o miedo.
Al final los dos capitanes festejaron y siguieron conversando un poco de sus vidas.
Al terminar el festín llegó el gran momento. Era lo más esperado por todos aquellos que se dedicaban a la piratería.
Los encargados juntaron todos los tesoros que se habían obtenido y juntos hicieron una gran cantidad. Era un deleite ver tantas monedas y joyas reunidas. Era como un sueño hecho realidad. Exactamente lo que Stephanie había buscado desde que llegó al Caribe y no estaba decepcionada.
Ambas tripulaciones se repartieron en partes iguales siendo los contadores de ambas tripulaciones los encargados de realizarlo.
Primero hicieron la repartición entre ambas partes y una vez dividida cada uno lo hizo con su tripulación.
En el caso de la tripulación de Koar, no habían tenido oportunidad de hacer muchas entregas de botín, así que este era un momento muy especial para todos ellos quienes aún bailaban de felicidad.
En general podía apreciarse una tripulación sólida y leal, algo muy difícil de encontrar en esos días.
Stephanie miró desde lejos y se alegró por el avance que había tenido su conocido. Sin duda había formado un grupo muy bueno y unido.
Por su parte la tripulación de la capitana era mucho más antigua. Conocían perfectamente las normas sobre la repartición y tras varios años de buena racha, ver los tesoros repartidos era muy común, sin embargo, ese que habían logrado era uno de los mejores así que también estaban contentos.
—¿Qué sigue ahora capitana?—Preguntaron sus allegados mientras ella aún miraba a la tripulación de Koar.
—Vamos a tomar un descanso mientras disfrutamos de los logros.—Dijo ella sin mirarlos.—Mientras tanto pensaré en nuestro siguiente golpe.
Cómo siempre todos aceptaron las órdenes de su capitana y se prepararon para zarpar.
La tripulación de Koar vió que sus colegas se estaban alistando para irse, así que decidieron ir con ellos para despedirse.
El comité de despedida estaba formado por todos, incluso por Koar quien ya comenzaba a mostrarse más comprensible con ellos.
Se alinearon debajo de su barco para dedicarles algunas palabras.
La tripulación de Stephanie era muy orgullosa pero reconocieron el esfuerzo mutuo y que son su ayuda no hubiera sido posible el éxito así que se despidieron de igual forma.
Sandra por su parte se acercó a la capitana escarlata para hacerle ver de nuevo su admiración.
—Eres maravillosa, fue un honor aprender ti.—Su sonrisa parecía eterna al hablar con las personas.—Algún día quiero ser una leyenda como tú.
—Estoy segura que lo vas a lograr.—Correspondió la sonrisa y la tomó de las manos.—Sigue tus instintos y no permitas que nadie te diga que una mujer no puede… demuéstrales.
—¡Así será capitana!
—Pero aún te falta algo muy importante.—Decidió agregar con suspenso.—No puedes ser una gran pirata sin un apodo.
—Lo he pensado antes y tengo muchas opciones.—Dijo emocionada.
—Lo importante de un apodo es que alguien te lo de.—Le respondió con mirada seria.—Si me permites, he pensado en uno que te queda bien.
Sandra la miró sorprendida, le dió mucha curiosidad saber cómo la veía una gran pirata como ella. Miles de preguntas cruzaron su mente en ese mundo pero al final sus dudas se fueron con las palabras de Stephanie.
—Desde hoy tu serás conocida como Sandra “La dama de los océanos”
Sus palabras entraron cómo miel en sus oídos. En verdad le había gustado mucho aquel sobrenombres, y no solo a ella, también a todos los que escucharon. Era uno que encajaba perfectamente con la noble Sandra. Se sintió complacida y más al ver que era una leyenda la que se lo ponía.
Agradeció el gesto y se retiró orgullosa de tal reconocimiento.
Al final solo quedaba la despedida de Koar y Stephanie. El jóven capitán se acercó a ella aún nervioso y con una sonrisa.
—Le acabas de dar más alas a mi hermana para ser una pirata.
—No es tan malo como crees.—Se acercó a él.—Ella también tiene mucho que descubrir en su vida como lo has hecho tú… Navegante Negro.
Koar no le pudo debatir nada y le extendió su mano como agradecimiento y señal de alianza con ella.
Ella lo aceptó diciendo que si algún día se encontraran de nuevo podía contar con ella. El capitán aceptó y le dió el mismo compromiso hacia ella y su gente. Ambos soltaron sus manos y la capitana subió a su barco.