John y Benz estaban particularmente emocionados, ninguno de los dos había tenido una experiencia así. Las expectativas eran demasiadas como todas las que hablaban de los tesoros perdidos.
Llegaron a tierra, desembarcaron muy cerca de la ciudad de Campeche como indicaba el mapa. A unos 300 metros del faro alegría ya doscientos metros de la caverna calavera. Ambas referencias marcadas en el mapa.
Durante su recorrido se encontraron con algunos animales salvajes como serpientes y jaguares. No era una misión fácil, además el clima era demasiado caluroso al grado de sentirse asfixiante. En el terreno podía sentir un aura muy extraña, no estaban cómodos así que decidieron apresurarse.
Los hombres comenzaron a excavar en toda el área. Lo hicieron por varias horas hasta quedar agotados. No pude encontrar nada, sus ánimos se vinieron abajo después de trabajar tanto, pero había algo que no les permitía encontrar.
Los hombres se detuvieron pidiendo regresar al barco, para ellos habían sido engañados. Pero el capitán no se rindió sabía que había un tesoro y quería encontrarlo. Su determinación era muy elevada, tanto que sus generales retomaron la búsqueda.
Intentaron más tiempo pero sin resultados, además el aire que respiraban ahí seguía siendo muy desgastante, era como si el lugar los estuviera alejando por su voluntad.
Adwain se detuvo y decidió mirar el mapa para ver si había algo que habían pasado por alto. Analizando el mapa se percató de la Jolly Rogger que venía en el mapa. “He visto ese símbolo antes” pensó de inmediato.
—Capitán, ¿Le dijeron a quién había pertenecido este mala?—Preguntó muy serio.
—No, la capitana solo me lo entregó como premio.—Contestó desconcertado.—¿Por qué la pregunta?
—Porque el símbolo de esta bandera no es normal.—Podía escucharse un poco de temor en su voz.—Lo he visto antes, pertenece al “pirata muerto”
Todos los ahí reunidos sintieron temor al escuchar ese nombre. No había nadie que no conociera esa leyenda pero pensaban que solo era un invento de las personas, de esas historias que se cuentan para asustar.
El pirata muerto era un ser que surcaba las yeguas solo de noche, se decía que su barco y tripulación estaban regidos por fuerzas sobrenaturales. Nadie sabía si estaba vivo o muerto, las pocas personas que habían hecho contacto con él y vivido para contarlo lo describían como un hombre sin piel en su rostro, simplemente los huesos estaban ahí. Pero hablaba y se movía como una persona, pero no una normal, era más como una persona que se levantaba por los aires y así atacaba a sus enemigos. También carecía de ojos pero veía perfectamente, el cráneo en su cabeza le daba lo necesario para moverse.
Aquel pirata atacaba a todos por igual, no respetaba ningún código más que él de matar. Se decía que una vez que había aniquilado a sus víctimas, les sacaba sangre y la bebida en señal de triunfo.
Tras todos los ataques que hizo logró amasar una gran fortuna. El daño que hizo a las monarquías les obligó a unirse y poner la recompensa más alta hasta entonces vista para un pirata. No escatimaron en ofrecer libras por su captura o por alguna información, pero nadie nunca dió con él, no sabían donde tocaba puerto, ni mucho menos quien sería su próxima víctima.
Con todos los saqueos que hizo, se estimulaba una cantidad muy grande de tesoros, mismos que repartió por todo el Caribe y más allá. Dinero que no podría terminar de gastar en cinco vidas así que los enterró para buscarlos en casa una de ellas.
Se lograron obtener sus mapas pero por más que buscaran en las ubicaciones nunca nadie encontró nada. Ese pirata tenía pacto con fuerzas más allá de la compresión y esas fuerzas salvaguardaban sus tesoros. Según la leyenda, los únicos que podían obtenerlos eran él o cualquiera que decidiera pagar el sacrificio de sangre. Pero aún obteniendo el tesoro, el pirata los perseguiria por todas sus vidas.
La tripulación se quedó muda tras recordar la leyenda, aunque no creyeran en fantasmas o en lo paranormal sentían un aura muy pesada, algo que les obligaba a irse.
—Entonces hemos venido por un tesoro m*ld*t*.—Dijo Sandra temerosa.—No vale la pena.
—No creo en las maldiciones.—Respondió su hermano.—Son solo historias.
—Entonces ¿Cómo explicas que no podemos encontrar el tesoro?—Interrogó John atemorizado.
—Simplemente porque no hay un tesoro.—Koar estaba decepcionado.—Solo nos hicieron una broma y perdimos el tiempo aquí.
—El tesoro si existe, pero tenemos que dar el pago.—Comentó Adwain con firmeza.—Y estar dispuestos a afrontar las consecuencias.
—Te voy a demostrar que no hay tal cosa.—Dijo Koar muy convencido mientras sacaba un cuchillo.
—Tranquilo capitán, no es necesario matar a nadie…
La tripulación se puso nerviosa, creyeron que si capitán se había vuelto loco y haría lo posible por deshacer el ritual aunque eso significaba matar a uno de los suyos.
—No voy a matar a nadie.—Les dijo con tono de burla.—Conozco la historia y solo habla de derramar sangre no de matar, el sacrificio se lo han tomado muy literal.
El pirata cortó su mano con el cuchillo derramando gotas de sangre en el terreno. En cuanto el líquido rojo llegó a la tierra el viento cambió notoriamente volviéndose más fuerte y agresivo. Los ahí reunidos tuvieron que cubrir sus ojos ante su inmenso poder.
Después de unos segundos el viento se calmó y la energía que antes los perturbaba se comenzó a volver más agradable.
Conforme el viento regresó a su normalidad se enfocaron de nuevo en el terreno, ante la vista de todos había aparecido un gran cofre justo en el centro. Era uno muy grande y brillante, era color cobre y tenía símbolos blancos por todas partes.
Todos se sorprendieron y más aún Koar quien comenzaba a creer en lo espiritual aunque le rogaba a su mente por encontrar una explicación.