La Gran IlusiÓn Del Vivir

Dormir

Son las 7 de la mañana, suena el despertador del teléfono móvil de Javier. Lo apaga. Se queda en la cama y trata de recordar sus sueños. No recuerda nada. Solo una ligera sensación de haber soñado algo, pero por más esfuerzos que hace, no logra saber qué.

            A las 12 de la noche estaba ya tumbado. No tardó mucho en dormir, por lo tanto, son 7 horas. ¿Estando dónde, haciendo qué? Esta visión que ahora tiene del cuarto, la visión del móvil que acaba de dejar en la mesilla, los sonidos matinales que ahora oye, los pensamientos y recuerdos que ya empiezan a fluirle. Todo eso no existía durante 7 horas. “¿Qué me ha traído otra vez aquí, a esta realidad tangible, a esta soledad?” −piensa.

            Se levanta, hace kapalasana como cada mañana, un ejercicio de yoga que consiste en invertir la circulación de la sangre y que quizás sea la razón de su energía. Y se dirige al ordenador con un café en la mano y un paquete de tabaco en la otra, decidido a empezar su nuevo capítulo “el sueño”. O quizás lo titule −piensa−, “el sueño, ese misterio insondable”.

            Busca un libro de filosofía Zen donde recuerda que una frase decía algo sobre “el día de creación y noche de disolución”. Comienza a tomar notas.

           

            La idea de que cada día trae consigo una oportunidad para la creación, para traer algo nuevo al mundo o para transformar lo existente, es un recordatorio del potencial infinito del ser humano y del universo. El día, con su luz y claridad, simboliza la acción, la visibilidad y la expansión, momentos en los cuales el mundo se percibe lleno de posibilidades y abierto a la transformación.

            Por otro lado, la noche introduce el concepto de disolución, un tiempo para el retorno al origen, para la reflexión y la introspección. La oscuridad de la noche representa el misterio, lo desconocido y la necesidad de soltar, permitiendo que lo que ha sido creado durante el día se disuelva, se transforme o simplemente descanse en la paz del no-ser. Es en este ciclo de creación y disolución donde se encuentra el ritmo natural del universo, un proceso constante de renovación que permite que la vida se manifieste en toda su diversidad y complejidad.

            7.30 de la mañana. Revisa lo que ha escrito. La ciudad empieza a despertar y la luz del nuevo día comienza a entrar por las ventanas. Sabe que nadie leerá su libro, que él es el único lector, que escribir para él es como una terapia, una meditación, un acto de reflexión sobre su vida y la de los demás.

            Esta dualidad refleja la interdependencia de los opuestos, una idea central en muchas filosofías orientales como el taoísmo, que ve en el yin y el yang principios fundamentales interconectados e interdependientes. Lejos de ser entidades aisladas, la creación y la disolución son vistas como aspectos complementarios de un todo, necesarios el uno para el otro para mantener el equilibrio y la armonía del cosmos.

            El día de creación y la noche de disolución sirve también como metáfora de la transitoriedad de la existencia. Cada ser, cada creación, está sujeta al inexorable paso del tiempo, que lleva consigo la semilla de su propia disolución. Esta consciencia de lo no permanente puede ser una fuente de angustia para el ser humano, pero también una llamada a apreciar el momento presente, a valorar lo efímero y a encontrar significado y belleza en el ciclo eterno de la vida.

            Contemplar el gran misterio del día de creación y la noche de disolución invita a una reflexión sobre nuestra propia existencia, sobre cómo vivimos, creamos y dejamos ir. Aceptar este ciclo eterno es reconocer nuestra propia participación en el tejido del universo, abrazando tanto nuestros momentos de creación y expansión como aquellos de disolución y retirada.

 

            Antes de seguir adelante, quiere saber lo que la ciencia sabe hoy en día sobre el sueño. Mira en internet y toma notas.

            La ciencia ha avanzado significativamente en la comprensión del sueño, reconociéndolo como un proceso complejo y vital para la salud y el bienestar general. Aunque todavía hay muchos misterios por resolver.

            El sueño se divide en ciclos que duran aproximadamente 90 minutos cada uno, experimentando varias rondas de estos ciclos cada noche. Cada ciclo incluye etapas de sueño no REM (NREM) y REM.

            NREM 1: La transición entre la vigilia y el sueño; dura unos pocos minutos.

            NREM 2: El sueño se hace más profundo; es donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo durmiendo.

            NREM 3: También conocido como sueño profundo; es rejuvenecedor y vital para la recuperación física.

            REM: La etapa asociada con los sueños más vívidos. Es importante para la recuperación emocional, el aprendizaje y la memoria.

            Durante el sueño, el cuerpo repara tejidos, sintetiza proteínas, y el cerebro elimina toxinas.

            El sueño es crucial para procesar y consolidar nuevas memorias y habilidades.

            El sueño REM juega un papel importante en la regulación de las emociones y en la resiliencia psicológica.

            El sueño adecuado fortalece el sistema inmunológico, haciendo que el cuerpo sea más resistente a las infecciones.

            La privación del sueño puede afectar a las hormonas que regulan el apetito, contribuyendo al aumento de peso y a la obesidad.

 

            Deja de escribir. Se queda pensativo. Tiene la sensación de que algo es meramente ilusorio, un aplazamiento del misterio. Es como si un cuerpo humano y su mente hubiesen sido analizados en detalle y ya está, así como se analiza un objeto o una situación. Y todos contentos.




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