La gran impostora

3.Cara a cara con el enemigo.

Ya saben lo que dicen, el último en dejar la habitación es quien debe apagar las luces. Y usualmente esa persona era yo, pero no puedo quejarme, simplemente soy una persona a la que le gusta dedicarle el mayor tiempo posible a su trabajo.

Después de todo es lo único que tenía.

Bueno tenía mi trabajo y a Sophie. Y esto por el momento era más que suficiente  ya que luego de cortar mi relación con Emmerson comprendí que por un tiempo lo mejor que me podía pasar era estar sola, de esa manera podría conocerme mejor a mí misma y saber bien que es lo que quiero, incluso si eso no era a Prescott.

Cerré la puerta y al salir a la calle tomé el primer taxi que apareció ante mí. Necesitaba llegar lo más pronto posible a casa para prepararme para la GRAN noche en la que conocería a mi nueva víctima.

Durante el camino, Soph no paraba de enviarme mensajes mostrándome los posibles outfits que usaría y no pude sentirme más afortunada de tenerla en mi vida, pues siempre era bueno tener a alguien que te guiaría en el camino de la moda, en especial cuando eras un completo desastre en ese aspecto.

—Llegamos señorita—anunció el chofer— Son $60.

Bufé por lo bajo mientras buscaba el dinero en mi cartera. No podía esperar al día en que tuviese mi propio auto y no tuviese que gastar nunca más mi dinero en esto.

—Muchas gracias—dije mientras le pasaba tres billetes de 20.

Bajé del auto y dejé que mi cuerpo se impregnase del fresco aire que corría aquel día.

Si algún día debía dejar esta ciudad, posiblemente esta era una de las primeras cosas que extrañaría.

—Oye, por aquí— gritó alguien desde arriba— Sube tenemos una fiesta para la cual prepararnos.

Puse los ojos en blanco al ver a Sophie que saltaba en su lugar como si fuese una niña pequeña y yo su madre que había vuelto a casa cargando con una bolsa gigante de caramelos.

—Estás loca— grité desde mi posición.

—Pero aún así me amas— afirmó— Ahora sube ese trasero aquí, tengo el presentimiento de que nos demoraremos más de lo necesario contigo.

Le mostré el dedo medio antes de abrir la puerta del edificio y entrar a él resignada. Esto era totalmente lo opuesto a lo que tenía pensado para mi noche, ya que esperaba pasarla junto a mi amiga viendo películas de amor totalmente clichés en las que el héroe siempre iba al rescate de la pobre princesa que requería ser salvada.

Subí al elevador y apreté el botón del quinto piso. Y en el camino en mi mente fueron proyectándose los diversos escenarios y situaciones que podían presentarse mientras estábamos allí.

Para cuando las puertas se abrieron ya había imaginado 5 posibles finales para la velada en el cual solo 3 eran buenos y en 2 de ellos me veía en verdadero peligro.

Llamé a la puerta y una sonriente Sophie me recibió del otro lado.

—Ya era hora— se llevó las manos a la cintura— ¿Sabes lo que es esperar durante horas para que vengas? ¿Acaso no sabes lo impaciente que soy? Mi ansiedad me está jugando malas pasadas— señaló a su cara que tenía una gran variedad de colores.

Sin dudas había hecho un buen uso del tiempo al probar los diversos estilos de maquillaje que podía usar.

— ¿Lo siento?—pregunté sin saber muy bien que decir.

—Gracias— se movió de la puerta— Pasa, ¿Qué esperas, una invitación?—inquirió desesperada.

—Cálmate, pequeño saltamontes. ¿No sabes que las mejores cosas llevan tiempo?—dije entrando a nuestra casa.

—Bla, bla, bla— respondió y supe que me estaba haciendo caras— Ahora, ve derecho a la habitación, debemos convertirte en una verdadera femme fatale, aunque aún no me has dicho bien el porqué de eso.

—Tu prepara dos tazas de té— la señalé— Yo iré a prepararme mentalmente para que me disfraces y juegues conmigo como si se tratase de una muñeca Barbie.

—Te prometo que no te arrepentirás de eso, lucirás como una de las mujeres más hermosas de la noche, te lo prometo. Ningún hombre podrá resistirse a tu encanto— su mano formo una garra— Te robarás las miradas de todos esta noche, tigresa— dijo dándole una palmadita en el trasero.

—Me retracto—afirmé—No estás loca, estás lunática. Debería ponerte un chaleco de fuerza.

—Y tú sigues siendo una exagerada— soltó mientras ponía el agua a hervir.

—Pero aun así me amas— imité la respuesta que ella había dicho hace unos minutos atrás.

En cuanto puse un pie en la habitación de mi compañera, estoy casi segura de que mi mandíbula debió haber llegado hasta el piso, y rozó a los zapatos que estaban tirados a mí alrededor.

Había ropa y calzado por doquier y parecía que había pasado un huracán por aquí... "El huracán Sophie".

Los pasos de mi amiga me hicieron girar mi cabeza, encontrándome con su mirada totalmente arrepentida.

—Perdóname, es que en el momento en que me dijiste que iríamos al concierto de los " Dumpty Lomps", mi cerebro se volvió loco y... Pasaron cosas— dijo cabizbaja.

Recibí la taza que me ofrecía.

— ¿Té de frutos rojos? ¿Tres de azúcar?— preguntó.

—Eres la mejor— respondí inclinándome para besar su mejilla y aliviar en cierta manera su culpa— ¿Pero puedo decir algo?

— ¿Por qué te pusiste así? Es tan solo un concierto. De una banda cualquiera.

Ella soltó un suspiro dramático.

—No es una banda cualquiera— remarcó cada palabra que salió de su boca— Sabes muy bien que llevo años siguiéndolas, además no me puedes negar que Douglas Jones es todo un... En papito buenorro— agregó con aire soñador.

Enarqué una ceja al oír su afirmación.

— ¿Un papito buenorro?— la miré divertida.

—Es uno de los solteros más codiciados del momento. Todas las mujeres están haciendo fila para estar con él. Y dicen que es realmente bueno en la cama.

Intenté no reír ante su comentario. Sabía que si lo hacía terminaría siendo golpeada por uno de los cojines que se encontraba peligrosamente cerca de él.




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