La gran impostora

5. La adrenalina del peligro.

El pitido de su cronometro anunciando que el tiempo había terminado nos obligó a separarnos, y cuando ambos volvimos a abrir los ojos, no pude pasar por alto que las pupilas de Doug tenían el doble de tamaño.

Sabia por un estudio que había leído, que eso ocurría cuando una persona se sentía atraída a la otra persona que tenía frente a ella o la amaba... Prefiero quedarme con la teoría de que le atraía ya que era demasiado pronto para mencionar la palabra que empieza con "A".

—Wow— suspiró y sonrió de costado, llevando una mano a su nuca— No me lo veía venir a eso— reconoció algo abrumado aún— No te tenía como esa clase de chicas.

Me quedé pasmada ante su declaración.

— ¿Qué clase de chicas creías que era?— lo miré desafiante.

—De la clase que espera a que el hombre del el primer paso— dijo sin más.

Esto debía ser una maldita broma.

—Podría decirte que tu comentario es algo retrógrada—hice una pausa— Oops, espero ya lo hice— llevé una mano a mi boca fingiendo estar arrepentida de lo que había hecho— De todas formas, no me conoces de nada, como puedes siquiera sacar esa conclusión sobre mí. No sabes quién soy, ni de dónde vengo, y me parece bastante apresurado que formes una opinión basado en un simple acto.

Su boca se abrió al oírme decir esto. Al parecer mi rostro daba el miedo suficiente como para ni siquiera querer contradecirme,  por lo que simplemente se limitó a asentir.

— ¿Sabes qué? Me convenciste.

— ¿Qué?— bufé y luego me recordé a mí misma que si lo quería tener de mi lado debería actuar de la manera más dulce y sumisa posible— Disculpa, me perdiste.


—Que me convenciste con tu argumento— buscó algo en el bolsillo trasero de sus pantalones—Tu quédate aquí— puso la mano en alto.

—Est... Está bien— dije sin saber bien que es lo que pasaría a continuación.

Mientras Douglas se alejaba de donde yo me encontraba, me puse a pensar en que no había nada maravilloso en él. Era como cualquier otro de nosotros, el resto de los humanos. Si, puede que su cabello rojizo llamara la atención, que fuese algo realmente excitante en la manera en que tocaba su guitarra o que era un buen besador, pero fuera de eso, era tan solo un chico más cumpliendo su sueño.

Estaba segura de que su minuto de fama terminaría en cualquier momento, y que sería yo quien contribuiría a esa causa.

Sophie se apartó del baterista y me dedicó unos escasos segundos de su valiosa atención.

— ¿Qué carajos?— o eso creo que fue lo  que sus labios dijeron.

Me límite a alzar los hombros ante su pregunta.

—No lo sé— respondí y mis ojos viajaron hacia donde Douglas estaba.

Se encontraba tan concentrado escribiendo en trozo de papel que ni siquiera se percató de lo que estaba observando de una manera casi enfermiza. Pero supongo que estaba acostumbrado a tener a millones de mujeres mirándolo así noche tras noche, lo que me hacía preguntarme... Que había visto en mí.

Douglas volvió minutos después con dos tarjetas en su mano, las cuales me entregó con una sonrisa ganadora.

— ¿Qué es esto?— leí lo que tenía escrito y debo decir que no entendía para que me había dado esto.

—Da la vuelta— soltó y me di cuenta de que hacia un gran esfuerzo para no burlarse de mí.

Hice lo que me había pedido y allí escrito con su letra había una dirección.

— ¿Qué es esto?— inquirí y juro que hice lo posible para suavizar mi tono de voz, pero realmente me sacaba de quicio que me viese como otra chica fácil.

—Es la dirección de mi apartamento aquí... Por si quieres que luego del "Meet & Greet" vayamos allí y nos conozcamos mejor.

Lo miré a los ojos y vi en ellos un deje de esperanza. De verdad esperaba que aceptara ir.

—Y... ¿Qué dices?

Mordí mi labio y jugué con un mechón de mi cabello mientras pretendía que consideraba su propuesta. O eso es lo que le quería  hacer creer, porque la verdad es que estaba contando hasta 100 para así evitar pegarle un puñetazo en su perfecto rostro. O casi perfecto, porque había una cicatriz en él que lo hacía un poco más normal.

—Está bien — dije en un tono de voz demasiado alegre para mi gusto— ¿Pero qué haremos con mis amigos?—pregunté y comencé a moverme de un lado para el otro, comportándose como una niña pequeña.

Había leído que por alguna extraña razón a estos tipos les fascinaba esto. Y eso era por demás perturbador.

—Ellos pueden esperar junto a ti en el bar mientras yo me deshago del resto de los fans y cuando nosotros nos vayamos, podrán seguir allí. Todo va a nuestra cuenta. De hecho— giró la cabeza y se fijó en su amigo quien estaba por demás entretenido con la mía— Tengo la impresión de que a...

—Sophie—respondí al comprender que hablaba de ella.

—A Sophie le cae bien nuestro baterista.

—Demasiado bien, diría yo— agregué y ambos echamos a reír al pensar en la rapidez con la cual Soph y Bear habían "simpatizado".

—Entonces, ya sabes...Kat— llevó una mano a la altura de su sien y era obvio que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para recordar mi nombre—Tu espérame allí, yo creo que podré desocuparme en menos de — miró su reloj— Una hora— me aseguró.

—Perfecto— me acerqué y bese su mejilla—No puedo esperar a estar contigo... A solas— susurré seductoramente en su oído.

Su respiración se entrecortó.

—Realmente eres una cosa de otro mundo Katrina— meneó su cabeza gratamente sorprendido.

Tuve ganas de responderle "y no tienes idea de con quién te has metido" pero mordí la lengua y silbé en la dirección que se encontraban mis amigos al ver por el rabillo del ojo a los tipos de seguridad.

—Chicos, vamos— los llamé—Tenemos barra abierta.

De forma casi inmediata, tres cabezas se fijaron en mí, y en cuestión de segundos tenia a Phoebe, Emmerson y Sophie a mi lado.

— ¿Alguien dijo barra libre?— preguntó entusiasmada Phoebs.




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