La guardiana de Atleti

Parte 2

Ya lo dije, no soy una guerrera, ese golpe me ha dolido demasiado, creo que mi cuerpo físico si me acompaña y todo esto no es una ilusión causada por una toxina, me toma un tiempo recuperarme del golpe recibido, cuando me percato de que quien me ha golpeado, se dirige hacia mí con lo que parece ser una espada preparada para partirme en dos, lo esquivo. Sin saber cómo es que lo hago, giro rápidamente y lo golpeo en la pierna, haciendo que caiga sobre su rodilla.

– ¡Maldita guardiana!–gruñe furioso, de manera inmediata reconozco esa voz, se trata de Canek, el hermano de Awki.

Si este sujeto se encuentra aquí, y ha ingresado sabrá Dios como, ¿Dónde está Awki? Se supone que se encargaría de él, ¿Será acaso que quien terminó encargándose ha sido Canek? No tengo tiempo siquiera de formularme una respuesta. Recibo un nuevo ataque, uno que me hace soltar el bastón que vuela lejos de mí, ese bastón es mi única oportunidad de salir con vida de todo esto por lo que sin dudarlo, golpeo a Canek y corro para alcanzar el bastón, me inclino a buscarlo por el suelo cuando aparece nuevamente, con la espada en alto, preparado para terminar conmigo, « ¡Este es mi fin!» pienso cerrando mis ojos esperando el ataque final; sin embargo, nada pasa. En lugar de mi final, lo único que ocurre es un choque de metales, abro mis ojos encontrándome con una silueta alta a mi lado desviando la espada de Canek con la suya.

– ¡Creí que me había encargado de ti!–expresa con amargura, mirando lleno de odio a Awki que acomoda su cabello y lo mira.

–Pensaste mal, hermanito–responde lanzándolo lejos de donde nos encontramos, aprovecho para alcanzar el bastón y Awki me ayuda a ponerme de pie rápidamente–. Has lo que debas.

Moviendo mi cabeza de manera afirmativa me alejo en dirección al cristal que había decidido tomar, el topacio citrino, avanzo hacia este, evitando la lucha que se desarrolla en el lugar, Canek intenta alcanzarme para detenerme mientras que Awki se lo impide, ambos son grandes guerreros y resulta fascinante verlos pero no estoy aquí para deleitarme con un enfrentamiento increíble. Mi deber es encontrar la roca solar y unirla con la piedra luna, mantengo bien sujeto el bastón de la piedra luna en mi mano derecha y con la mano izquierda alcanzo la piedra de color naranja, de manera inmediata, esta comienza a brillar y puedo sentir su energía fluyendo a través de mi cuerpo, la energía que emana es completamente diferente a la que emana la piedra luna, la observo y pronto siento esa conexión con ella, en ese momento las uno y entonces, todo se oscurece.

– ¡¿Qué has hecho?!–cuestiona Awki con la alarma palpable en su voz, no es el único preocupado.

Esto no debería ocurrir, ¿O sí? ¿Qué voy a saber yo? No tengo idea de lo que he hecho pero incluso he apagado la luna, todo se encuentra sumido en la oscuridad, una sonora carcajada inunda el recinto, haciendo eco en las paredes del templo, se trata de Canek, saboreando el triunfo. Un fuerte zumbido se aproxima a gran velocidad, se trata de las sombras que se arremolinan con furia en la cima del templo, escuchándolas sin poder verlas miro hacia arriba notando algo sumamente peculiar.

La luna en realidad no ha desaparecido, se trata de un eclipse lunar, cuando el sol y la luna se unen se forma un eclipse pero es el peor momento para esto, ¿Ahora qué? La culpa comienza a torturarme mientras siento como se aproximan las sombras furiosas, « Confía, Itzé, toma el bastón con ambas manos, con fuerza y no lo sueltes, suceda lo que suceda sujétalo.» escucho la indicación y aún sin comprenderla, la obedezco, me coloco justo debajo del cristal, sujeto el bastón y respiro profundo, confiar, debo confiar.

La oscuridad siempre sucumbirá ante la luz, el amanecer acabará con la serpiente negra y de esta manera, el príncipe tomará el lugar que le corresponde–las palabras salen de mi boca, siento como mis labios se mueven pero mi voz es completamente diferente.

Me percato de una pequeña mancha blanca que comienza a surgir en la piedra del bastón, la cual, al igual que todo, se tornó oscura, un intenso rayo de luz se eleva al cielo y el bastón tira de mis brazos hacia arriba con fuerza, « No lo sueltes, no lo sueltes.» me repito usando todas mis fuerzas para sujetarlo. Las sombras se alejan con la misma velocidad con la que habían llegado hasta aquí pero el rayo no las alcanza, el cristal ubicado sobre mi cabeza reflecta la luz hacia la izquierda, impactado algo, algo que después identifico como alguien. Se trata de Canek, es en ese momento en el que logro comprender mis palabras anteriores, Canek significa serpiente negra, Awki significa príncipe mientras que Itzé significa amanecer, ahora todo sentido.

Un grito desgarrador sale de la garganta de Canek, quien cae al suelo retorciéndose mientras la luz ingresa en él, acto seguido una luz cegadora se extiende por todo el reino, dando fin a las sombras reunidas a una distancia que consideraron segura. Una vez que todas las sombras desaparecen la luz regresa, dividiéndose en dos, naranja y blanca ambas ingresan en mí, puedo sentir una combinación de frío y calor en mi interior, el bastón desaparece y agotada caigo sobre mis rodillas.

–Todo ha terminado–musita Awki llegando hasta donde me encuentro, ver sufrir a su hermano como lo hizo antes de desaparecer por completo, le ha afectado pero lo enfrenta de una manera increíble, como el guerrero que es, me extiende su mano para ayudarme a ponerme de pie y la acepto agradecida–. Lo has logrado.

– ¿Te encuentras herido?–inquiero al ver que con su otra mano sujeta su costado.

–Es solo un rasguño, estaré bien, hubiese querido que Canek pudiese decir lo mismo–expresa mirando hacia el lugar en el que únicamente se encuentra la espada de su hermano.

–Lo lamento–musito con sinceridad.

–Quien equivoca el camino, no puede esperar un buen final en su destino–replica con seriedad.

Ayudándonos mutuamente, salimos de esa cámara del templo y buscamos la salida, al conseguirlo, nos encontramos con el grupo de guerreros reunidos, esperándonos. Me siento diferente, es como si ahora fuera consciente de quién soy y lo que debo hacer, también se quien es el guerrero de pie a mi lado, quien ignorando su dolor, sonríe ante su pueblo, no cabe duda de cuál es el lugar que le pertenece.




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