La Guarida de La Pantera

4- Matrimonio

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EL MATRIMONIO

 

 

Asher fue invitado a la mansión de la Pantera al siguiente día para conocer la decisión de su hija respecto al matrimonio. 

Estaba más nervioso que el día anterior y no había podido descansar, pues tuvo la misma pesadilla toda la madrugada: escuchaba la voz estridente de Musa, reprochándole sobre una traición, y luego le enterraba una navaja en el cuello, mientras lo miraba fijamente. 

Asher perdió la cuenta de cuantas veces despertó con los ojos humedecidos, y con la respiración entrecortada.

En el jardín de la mansión de la Pantera se encontraba un cuerpo sin vida, exhibido de la forma más cínica posible desde anoche. 

A Asher le sorprendió que Musa no hubiese esperado hasta el día de la sesión para castigarlo frente a todos, pero imaginó que el hombre lo había desafiado y no pudo contenerse ni esperar para asesinarlo.

El traidor estaba colgado por los pies sobre una máquina de tortura que parecía diseñada por el mismo Musa para satisfacer su sed de castigo, y además de eso, el hombre había sido decapitado, y su cabeza descansaba en el suelo cerca de su cuerpo sin vida; su piel reflejaba  evidentes quemaduras.

Imaginó a Omer en aquella escena escalofriante y sus manos comenzaron a sudar frío; su madre jamás aguantaría una perdida así. Sus tripas se revolvieron y un vacío enorme se apoderó de su pecho antes de ingresar al salón de la mansión.

Minutos más tarde intentaba controlar sus nervios, mientras esperaba la llegada de su futuro suegro. 

La mucama lo había acompañado gentilmente al gran salón, donde tendría el encuentro con la Pantera.

Detalló los animales disecados que estaban posados en cada esquina, parecían tener vida aún.

Se sintió observado y un profunda incertidumbre lo invadió. 

El ambiente era tan incómodo que Asher no pudo permanecer sentado sobre el elegante sillón, sino que, se mantuvo distraído dando pasos cortos por la sala, mientras observaba los cuadros que adornaban la misma.

—Una obra de arte, ¿no lo crees? —dijo la Pantera, prestando atención al cuadro de oleo que Asher miraba con atención.

Asher se sobresaltó un poco, pero de inmediato se dirigió a la Pantera para besar su mano.

El hombre parecía de buen humor el día de hoy, así que Asher esperaba que hubiese buenas noticias. 

—¿Pasaste por mi jardín? —Preguntó Musa, con una sonrisa satisfactoria.

—Sí —afirmó, denotando tranquilidad, aunque por dentro sentía miedo—. Pensé que esperaría una sesión para castigarlo.

—Me irritó un poco, y no pude contenerme —confesó con aparente lástima, mientras se servía un whisky de la zona de bebidas—. Pero se lo merece, así deben morir todos los traidores.

Le extendió un vaso de whisky a Asher, que no tardó en recibir.

Ambos tomaron asiento en los elegantes muebles. El salón de estar era inmenso, y su decoración estaba constituida por colores fríos y elegantes; la mansión de la Pantera era una de las más grandes de La Guarida.

Musa tenía una obsesión por coleccionar piezas costosas, esas que debías hacer imposibles para conseguirlas, razón por la cual su casa parecía un museo de arte gótico y no una casa común.

En la entrada exhibía una pantera negra gigante disecada, traída desde África para él. 

—Mi hija aceptó —mencionó entrecerrando levemente sus azulados ojos—. Me pareció extraño que aceptara tan rápido... con lo terca y contestona que es, esperaba que me diera problemas.

—Casarse es importante —replicó Asher torpemente, sin saber que más decir.

—Claro. —Sonrió con perspicacia—. Quizás ya te había visto por ahí, despues de todo, eres famoso en Zalam y muy apuesto.

Asher no dijo nada, solo bebió un poco de whisky, para disimular el nerviosismo que sentía con aquellas miradas invasoras.

—Soy un hombre clásico —continuó, jugando con su bastón—. Así que, mañana haremos una gran boda en La Guarida; haremos un desfile en todos los distritos, y repartiremos dinero y comida a todos los habitantes que asistan. Quiero que toda la ciudad celebre la unión.

—¿Mañana? —preguntó Asher, sorprendido por la prisa. Esperaba que tener algunos días para asimilar todo.

—Casarse es importante —replicó, en tono burlón y luego añadió—: No me gustan las demoras. Ahora seremos familia, pero sabes que eso no te salvará de nada. Si con esta unión pretendes algo, estás perdiendo el tiempo.

—No Pantera, solo quiero casarme. Es todo.

Se levantó sin esperar respuesta y sonó su bastón dos veces contra el suelo, indicándole al escolta que acompañe a Asher a la salida.

Durante el camino, Asher notó su mano temblorosa sobre el volante. 

El día siguiente era su boda, y su madre ni siquiera lo sabía. 

Al llegar al despacho de su empresa pudo relajarse un poco; se sentía furioso y su ego lo hacía sentir más miserable, pues parecía un títere. 




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