La Guarida de La Pantera

6- Descuido

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DESCUIDO

 

 

La operación ya estaba en su etapa de cierre; ya debían entregar las armas resguardadas a un traficante apodado la Raya, quien estaba siendo buscado por la policía gracias a sus incontables crímenes de contrabando y comercialización ilegal de armamento.

Aquel sujeto era uno de los traficantes más importantes para la Pantera, pues era el que mejor pagaba. Sin embargo, ahora que el jefe de la policía había sido removido y se mantenía incorruptible, debieron tomar previsiones alejando la mercancía de La Guarida a una zona retirada de la ciudad.

Las armas traficadas permanecieron en la zona sureste durante días, conservadas en bolsas negras entre un montón de desechos y desagües. La zona sureste era conocida por su alta contaminación, y los olores detestables que emanaban sus alcantarillas. Toda la basura de la ciudad se acumulaba allí y debido la enemistad del gobierno con sus líderes, no había acciones de salubridad, pues era el método que usaba el Estado para castigarlos.

Los chicos de Asher habían estado vigilando la mercancía durante días, haciéndose pasar por recolectores o mendigos

Los chicos de Asher habían estado vigilando la mercancía durante días, haciéndose pasar por recolectores o mendigos. No obstante, todo marchó sin problemas.

Ahora la Raya estaba de camino para recoger el cargamento y sacarlo de la ciudad en un camión de deshechos que salía cada veinte días con permiso de las autoridades que vigilaban allí cerca, y que por el desagradable olor apenas podía revisarse por encima.

—El nuevo agente de policía está comenzando a hartarme —reprochó Omer, mientras se tapaba la boca y la nariz con su chaqueta.

—Todos se hacen los duros unos meses —replicó Asher, mientras afilaba su navaja de bolsillo como método de distracción—. Ya encontraremos una manera de persuadirlo.

—Escuché por buenas fuentes que este tipo nos traería problemas. —Suspiró Olivier, quien estaba apoyado sobre la camioneta.

—Siempre dicen eso —aseguró Asher, y luego agregó—: Al final todos son comprables.

—¿Qué pasa si los guardias deciden revisar el camión hoy? —preguntó Omer.

Asher guardó su navaja y miró a su hermano.

—No lo harán, porque también son corruptos.

El sonido de una camioneta acercándose alertó a los muchachos, obligándoles a abandonar la charla y tomar sus posiciones.

Asher no había visto a la Raya en persona hasta esa noche, pues casi nunca estaba en las operaciones de cierre, él solo planificaba y sus chicos seguían el plan.

Esta vez su presencia fue impuesta por la Pantera debido a que la carga era de alto valor y estaba en los ojos del Estado desde hace algunos meses.

La Raya se bajó de la camioneta y observó a Asher con detenimiento.

—Tú debes ser Asher Iskandar —dijo finalmente.

Su presencia trasmitía desconfianza, especialmente por la horrible cicatriz que atravesaba su inexpresivo rostro; era un hombre calvo y con los dientes chuecos.

—La mercancía está en tus manos ahora —dijo Asher sin mucho preámbulo—. De aquí en adelante, todo corre bajo tu responsabilidad.

Asintió mientras uno de sus hombres revisaba las bolsas negras.

—¿Cómo sé que no falta nada? —preguntó dudoso.

—Cuéntalos —bromeó Omer, haciendo que los muchachos que subían las armas al camión se rieran.

—¿Y tú quién eres? —preguntó la Raya con desagrado—. ¿El payaso de la familia?

—Mide tus palabras —dijo Asher, tornándose amenazante—. Cuando hables de mi familia, debes hacerlo con respeto. Soy Asher Iskandar, pregúntale a cualquiera sobre mí y te dirán lo que soy capaz de hacer.

—Cálmate, no quiero problemas con nadie —respondió con disgusto—. Pagué mucho dinero, tengo derecho de preocuparme.

—Tu mercancía está completa y en perfecto estado —intervino Olivier—. Si desconfías de nosotros, entonces desconfías de la Pantera.

La Raya le hizo una señal a uno de sus hombres para que se apresuraran en cargar las bolsas.

—¿Cómo entraste a la ciudad en medio del cierre? —preguntó Asher, curioso.

—La Pantera tiene sus métodos. —Sonrió.

Olivier insistió en ir al auto y esperar allí a que se cargue toda la mercancía, y Omer accedió, asegurando que ya no aguantaba el desagradable olor a cloaca.

Al poco tiempo, la carga fue subida al camión, y con una señal de Asher todos sus chicos subieron a sus motocicletas y se perdieron en la oscuridad de Zalam hacia sus respectivas zonas.

La Pantera recibió un mensaje donde fue informado que la misión de cierre había terminado exitosamente y que ahora la mercancía estaba en manos de la Raya.




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