La Guarida de La Pantera

9- Intercepción

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INTERCEPCIÓN

 

 

Extorsionar a las personas y persuadirlas a elegir la oscuridad es mucho más fácil de lo que algunos creen, especialmente cuando sus principios son construidos a base de pensamientos impuestos y no por creencias propias.

Aquellas reglas impuestas apresan el lado oscuro de las personas durante mucho tiempo, pero ese lado sigue vivo dentro de cada uno y está esperando salir para hacer desastres.

Asher contaba con algunos hombres de confianza dentro de la policía que le habían facilitado información de gran utilidad para la operación. Antes trabajaron para su padre y debido a la cantidad de años que han servido al Estado, pasaban desapercibidos entre la multitud.

La operación de extracción para liberar a la Raya debía llevarse de forma magistral. Si algo fallaba no solo la Pantera estaría descontento, sino que todos irían a prisión con pruebas irrefutables, pues debían ir a la capital del país, y allí no contaban con el apoyo de sus pandillas en su totalidad.

La Raya se encontraba en una estación que limitaba con el distrito 2, lugar por donde saldrían de la ciudad a través de los túneles subterráneos por medio de las alcantarillas.

El detenido sería trasladado a la Cárcel Central de Rukhsar.

La policía tenía sospechas de que la Pantera lo ayudaría a escapar y habían tomado medidas de seguridad. El plan inicial era trasladarlo al anochecer, cerrando el paso peatonal para evitar heridos en caso de interferencias, y lo harían a las once de la noche, sacando seis patrullas policiales; tres adelante y tres detrás de la unidad de traslado donde se supone que estaría esposado la Raya.

Como detalle adicional, habría dos motocicletas policiales que estarían a cada lado de la unidad de traslado.

Sin embargo, un oficial corrupto le hizo saber a Asher que no llevarían al detenido en la unidad de traslado, sino en la primera patrulla.

Omer limpiaba las armas rigurosamente, mientras que Olivier las cargaba. 

Durante las misiones siempre manipulaban todo con guantes, por si algún arma caía en manos de la policía, no pudiesen encontrar ninguna huella dactilar sobre ella.

—Bien, repasemos el plan —ordenó Asher, asegurando su chaleco antibalas—. Nuestro enfoque principal es la primera patrulla porque en esa, estará la Raya. Cuando nuestro oficial nos informe que ya pasaron por el último control, nuestros hombres estarán en sus posiciones, preparados para alejar a los policías lo más que se pueda de la primera patrulla.

—Estamos salvándole el culo a ese imbécil —interrumpió Omer, al recordar que debían usar las alcantarillas para salir de Zalam.

—¡Omer! —reprochó Asher al mismo tiempo que se colocaba los guantes—. Cuéntame la segunda parte del plan —ordenó al ver que su hermano estaba disperso.

—Cuando la policía esté llegando al camino de las montañas, los estaremos esperando. Dejaremos que la primera patrulla siga y comenzaremos a disparar a partir de la segunda para retenerlos. Los mantenemos distraídos, mientras que Olivier espera la primera patrulla más adelante para rescatar al imbécil y traerlo a La Guarida desde la transversal de la calle.

—Muy rápidamente —recalcó Asher, haciendo énfasis en el tiempo—. Tenemos unos cinco minutos antes de que lleguen los refuerzos, no podemos perder el tiempo, por eso lo haremos en motocicletas.

Asher seguía rigurosamente los planes que ideaba y se aseguraba siempre que los demás lo hicieran. Después de todo, su trabajo principal era el entrenamiento de pandillas y no podía fallar.

Las francotiradoras y los pandilleros ya se encontraban en sus posiciones desde muy temprano, pues debían inspeccionar el lugar y ver que todo esté marchando en orden.

Olivier preparó a cuarenta chicos y veinte chicas para esta misión, y Asher se encargó de recalcarles que si algo salía mal no sería pasivo con nadie.

—Yo sacaré a la Raya en motocicleta, y tomaremos un atajo por las montañas y luego lo traeremos a La Guarida a través de los túneles —completó Olivier, quien ya estaba listo.

—¡Qué asco! —expresó Omer, disgustado—. Saldremos por las alcantarillas como ratas.

Al parecer Omer se negaba a creerlo. 

—Es la única manera, la policía está vigilando todo —replicó Olivier.

Faltando unos minutos para la llegada de los oficiales, Asher y sus hombres ya se encontraban desplegados y escondidos a lo largo de la carretera en las afueras de la ciudad, teniendo a su favor el bosque frondoso a cada lado de la misma.

Todos esperaban en extremo silencio la señal del oficial infiltrado, y Asher se había encargado de descomponer algunas farolas de la calle para favorecer el escondite.

Al cabo de unos segundos, la señal fue recibida; bajaron sus pasamontañas para tomar sus posiciones y comenzar el tiroteo de distracción.

El silencio desapareció con la primera bala disparada.

La primera patrulla iba acelerada, pero como habían acordado, la dejaron ir y comenzaron a disparar a los siguientes vehículos, evitando que continuaran el paso detrás de la primera patrulla.




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