La Guarida de La Pantera

15- Negocios

15

۞

NEGOCIOS

 

A la mañana siguiente, Asher llevó a Sara a la escuela, pero no hubo muchas platica durante el camino, pues ella no tenía muchas ganas de conversar. Tampoco había comido bien durante el desayuno, pero Asher no quería presionarla y le hacía compañía como podía.

Hoy había decidido abandonar la formalidad que lo caracterizaba y debido a que visitaría el orfanato, decidió ponerse cómodo, optando por vestir una blusa de algodón y un jean negro casual, acompañado de una chaqueta verdosa con capucha.

Tenía tiempo sin visitar el orfanato personalmente, aunque un buen porcentaje de sus fondos iban para la ropa, comida y educación de los niños que luego formarían parte de sus operaciones.

El viejo orfanato era amplio, y ocupaba casi toda la manzana, sin embargo, la pintura escarlata que lo envestía estaba un poco desgastada. El material era antiguo y por lo tanto resistente, pero debido al poco mantenimiento y la pobreza del distrito y sus alrededores no se veía tan agradable a la vista por fuera.

El material era antiguo y por lo tanto resistente, pero debido al poco mantenimiento y la pobreza del distrito y sus alrededores no se veía tan agradable a la vista por fuera

—Buenos días, Asher —dijo la directora amablemente cuando lo vio atravesar la puerta—. Qué sorpresa verte por aquí.

—¿Cómo está señora Bushra? —Estrechó la mano de la mujer—. Me alegra verla bien.

Bushra era una mujer mayor, pero fuerte, y sus cabellos teñidos le ayudaban a mantenerse más joven. Era la directora del orfanato desde hace varios años, y el padre de Asher confiaba en ella ciegamente.

—Tenías tiempo sin pasar. —Sonrió—. Tu vieja amiga también está aquí.

Supo que se refería a Seren, pero le regaló una mueca desentendida para que prosiguiera.

—Seren —aclaró con una sonrisa—. Está en el jardín con los niños.

—¿Está aquí por fines policiales o personales? —interrogó Asher, de camino al jardín.

—Dijo que quería saludarme, y visitar a los niños.

Asher se dirigió al jardín detrás de Bushra.

Recordó cada esquina de los alargados pasillos del mismo, y las baldosas de colores que envestían el techo; estaban decolorados por el tiempo, pero seguían viéndose bien.

Caminó unos segundos hasta que el verde del jardín apareció frente a sus ojos; se recostó sobre uno de los muros que hacían frente con la fuente de agua que estaba en el centro y observó una escena que lo hizo recostar la cabeza sobre la pared y sonreír.

Seren, estaba sentada en la banca, y varios niños la rodeaban, mientras prestaban atención a la historia que les contaba.

—Luce diferente —dijo Bushra al ver la sonrisa nostálgica de Asher—. No parece la misma niña contestona que se escapaba del orfanato para ir a verte.

Seren parecía tranquila, a diferencia de cuando tenía a Asher cerca. Sus cabellos azabaches se hacían más claros con la luz del sol y sus ojos se arrugaban levemente cuando reía.

Detalló cada mínimo detalle de su rostro; los pequeños lunares en su mejilla derecha, los mismos que había acariciado mil veces en el pasado. Incluso, apreció sus ojeras con deleite y aquella sonrisa sincera que no le había mostrado más desde que se fue de Zalam.

Asher sintió muchas ganas de rodearla con sus brazos y oler sus cabellos sin sentir el riesgo de recibir un golpe. Deseaba abrazarla como en los viejos tiempos, y sentir su risa en medio de algún beso.

Una escena de ambos sentados debajo de la fuente, disfrutando de las gotas de agua caer sobre sus cabezas, llegó a él de pronto como un recuerdo. Su corazón se estremeció, causándole un picor en la nariz que con dificultad retuvo.

Finalmente, Seren se dio cuenta de su presencia, cuando uno de los niños corrió hasta Bushra.

Ella se levantó de la banca, dejando a los pequeños jugando en el jardín y se encaminó hacia Asher tornándose más seria.

—Vaya —dijo cuando estuvo a dos pasos de él—. Asher Iskandar desarreglado, sin traje y visitando el orfanato.

—Siempre lo visitaba —replicó, intercambiando una mirada de complicidad que hizo que a Seren se le escapara una media sonrisa.

—Los dejaré solos —notificó Bushra—. Estaré en mi despacho.

La mujer se fue por el corredor con el niño, y ambos volvieron a sostener la mirada.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Seren, finalmente.

—¿Por qué escondes tu sonrisa de mí? —preguntó, sin despegarse de la pared—. ¿Me castigas de ese modo?

—Porque no mereces que te sonría —repuso, cortante.

—Eres como una catana.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.