La Guarida de La Pantera

16- Vigilancia

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VIGILANCIA

 

 

El día siguiente estaba siendo uno de los más tranquilos de la semana o eso pensaba Asher, mientras afilaba la navaja de bolsillo en su despacho.

Aquella actividad tranquilizaba su ansiedad.

Disfrutaba los momentos de tranquilidad, donde no debía resolver ningún problema ni explicarle nada a nadie. Simplemente era él, sentado escuchando el sonido del metal reluciente contra la lima.

Sin embargo, la tranquilidad no había durado mucho, pues aquel silencio placentero fue interrumpido por la presencia de Omer, que entró inquieto a la oficina y comenzó a tocar los adornos que descansaban sobre el escritorio, como si fuese la primera vez que los había visto en su vida.

—Omer —dijo Asher, llamando su atención—. ¿Qué hiciste?

—¿Qué hice?

—No me hagas levantarme y golpearte hasta que hables.

—Vale, Asher, vale. —Suspiró profundamente y dejó el porta bolígrafos en su lugar—. Te lo diré.

—Te escucho, pero si me dices que te acostaste con otra mujer de La Guarida, te partiré la cara.

Omer bufó y negó con la cabeza.

—Es otra cosa —dijo—. Imagina que Seren, tu ex...

Asher respiró profundo para no alterarse, mientras su hermano formaba sus ideas; cerró la navaja y la guardó en el cajón, para no sentir la necesidad de usarla, hecho que había tranquilizado a Omer.

—Bueno, imagina que entra a tu habitación de repente, y la ves triste...

—¿Tuviste sexo con Hayat en la mansión? —interrumpió, enarcando las cejas.

—¡No! —negó de inmediato y se rascó la cabeza—. No sucedió, lo juro.

—¿Entonces?

—Solo nos besamos. Un beso... comprometedor.

Asher se mostró desinteresado ante aquella confesión, pues pensaba que se trataba de algo más grave. 

Volvió a recostarse sobre la silla y denotó tranquilidad.

—Omer, Hayat no me importa en absoluto —dijo Asher—. Sabes bien por qué me casé con ella y creo que no hace falta que te diga que entre ella y yo no hay nada.

—Lo sé... pero Sara nos vio.

Asher abrió los ojos; su seño volvió a fruncirse y antes de lanzarle un insulto a Omer, se mordió los nudillos de las manos.

—Por eso estaba triste —continuó Omer, alejándose unos pasos—. Piensa que te estamos engañando... Piensa que Hayat te es infiel conmigo y que yo me acuesto con tu esposa, pero tú sabes que no es así. Fuiste tú quien se casó con mi mujer... Ah, pero no pienses que te guardo rencor, tuviste que hacerlo y te lo agradezco.

—¡Omer, cállate! —Apretó los dientes, mientras frotaba su tabique—. ¿Qué hago contigo? ¿Ah? ¿Quieres que te mate? ¿Cuántas veces te he golpeado?

—Fue accidental —replicó angustiado—. Mira, Sara me odia ahora y me siento muy mal, pero no pude evitarlo. No sabes lo que me cuesta reprimir lo que siento por Hayat, por eso trataba de explicarte con Seren. Imagina que...

—¡No! ¡Cállate! —Se levantó y se acercó a su hermano—. Te dije que tuvieras cuidado. Si mi madre se entera de eso, te deshereda o se muere de un infarto.

—Lo sé.

—Ahora me obligarás a contarle a Sara.

Hubo un silencio, mientras Asher caminaba de un lado a otro inquieto.

—Omer, Sara es mi debilidad en el mundo —continuó Asher, exaltado—. Debemos protegerla de todo, ¿entiendes?

—Ash, Sara también es mi hermana y la amo —repuso, enseriándose—. Daría la vida por ella sin pensarlo.

—Darías la vida por ella, pero no sabes cuidarla. Te acostaste con la hija de la Pantera y no pensaste en Sara, besaste a Hayat en la mansión y no pensaste en Sara. Seguro ni siquiera hablaste con ella o intentaste explicarle lo que paso para que no durmiera pensando que eres un imbécil.

—¡No sabía que decirle! —Suspiró con evidente frustración—. Estaba avergonzado.

Asher dijo que iría a casa para hablar con su hermana, pero antes de eso recordó que no había visto a Olivier en dos días.

¿Sabes algo de Olivier? —preguntó mientras se colocaba su saco—. Ayer tampoco vino.

—Dijo que necesitaba descansar un poco —explicó Omer y luego, retomó el asunto de Sara—. ¿No sería bueno que te acompañe?

—Sí, y vamos agarrados de las manos para que la señora Leila nos vea llegando juntos a esta hora, y nos haga un interrogatorio extra oficial.

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Al llegar a la mansión se encontró con su madre bebiendo el té con Hayat en la sala de estar.

Su esposa intercambió una mirada de asombro con él, puesto que sostenía un pequeño ramo de flores en su mano. Sin embargo, Asher prefirió ignorarla, para no mostrar ningún reproche frente a su madre.

—¿Llegó Sara de la escuela? —preguntó, después de dar las buenas tardes.




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