La Guarida de La Pantera

19- Desorden

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DESORDEN

 

Yaser rodeaba a Sara con sus fuertes brazos, y aprovechaba cualquier segundo para besarla, y aunque ella no parecía estar completamente cómoda, se había dejado llevar por las insistentes caricias del muchacho, pues estaba experimentando nuevos sentimientos que explotaban su curiosidad.

Las luces de colores en medio de la oscuridad te hacían olvidar que eran las nueve de la mañana, y la música sonaba a todo volumen avivando la atmósfera.

—No me dijiste que era un bar —reprochó Sara por segunda vez, sentándose en la barra junto a Nadin—

—No me dijiste que era un bar —reprochó Sara por segunda vez, sentándose en la barra junto a Nadin—. Dijiste que era un restaurante.

—Es un bar de noche y un restaurante de día. —Se colocó frente a ella y masajeó su cintura, causándole escalofríos—. ¿Qué quieren beber?

—¿Y por qué no hay clientes? —preguntó Nadin, mirando las mesas vacías. Estaba disgustada con la soledad del lugar, y parecía comenzar a desconfiar.

—Reservé todo el lugar para ustedes —aseguró Yaser, sonriente.

Yaser se dirigió a la zona de bebidas para prepararles un trago, pero ellas aseguraron que solo beberían algún refresco.

—¡Vamos! Una cerveza, aunque sea —insistió Yaser.

—Es muy temprano para beber alcohol —aseguró Nadin.

—Además, a mí no me gusta el olor de las bebidas alcohólicas —comentó Sara y luego, repitió—: Un refresco está bien.

Después de unos minutos Yaser volvió con dos vasos plásticos grandes con  refresco, y parecía muy interesado en que acabaran su contenido pronto.

Charlaron un poco, pero él parecía desesperado por algo de acción, así que colocó música.

Con los minutos pasando, la euforia de las chicas subía y la emoción se hacía notar en sus rostros sonrientes.

La música resonaba envolviendo el ambiente, y ellas parecían más alegres y despreocupadas. Comenzaron a bailar y a reír juntas, mientras que Yaser se relamía los labios con una sonrisa desde la barra.

Se acercó finalmente a ellas, y comenzó a bailar muy cerca de Sara. Aprovechó para tocarla por primera vez de una manera incitante, y a ella no pareció importarle mucho en aquel momento.

Se posicionó detrás de Sara y tocó su abdomen por debajo de la camisa de botones del instituto, que estaba por fuera de su falda verdosa. La atrajo más hacía su cuerpo, mientras se frotaba contra ella, fingiendo que bailaba.

Sara se giró hacia él para mirarlo mientras bailaba alegre, a lo que él aprovechó de apretarla contra su tenso cuerpo y besar sus labios invasivamente. Sara intentó alejarse un poco, pues el beso se había tornado agresivo, pero él parecía tenaz y comenzaba a forzarla.

Sonó un disparo en el aire que rompió uno de los grandes bombillos que estaba en el techo y desvió la atención de los tres a la entrada del bar.

Los ojos de Asher miraron a Sara con profunda decepción que rompió su alma en pedazos. Apretaba sus puños para contener sus lágrimas de desilusión, y se esforzó mucho para no apretar el gatillo en aquel instante.

Sara y Nadin volvieron a la realidad con aquel estampido; ambas se miraron con vergüenza y temor. En ese momento, las manos de Sara temblaron, mientras acomodaba la falda de su uniforme. Había sido como despertar asustadas de una pesadilla.

Asher se acercó enfurecido y lo primero que hizo fue depositar un golpe sobre la mejilla de Yaser con la empuñadura de su pistola.

—¡Ash, cálmate por favor! —suplicó Sara, mientras empujaba a Asher para que no siguiera golpeando a Yaser—. Por favor, Ash. Déjame explicarte, yo solo...

—¡Cállate! —gritó, atravesándola con una mirada impregnada de rabia—. ¡No sabes lo decepcionado que me siento de ti!

—Ash...

No pudo decir más que aquella palabra, pues su voz desapareció entre sus lágrimas contenidas y un nudo apretó en su garganta.

—¡Ve a la camioneta! ¡Ahora! —ordenó severo, señalando la puerta del bar y luego se dirigió a Nadin, quien permaneció temblorosa en su lugar—. ¡Tú también!

Su hermana le lanzó una mirada de decepción, mezclada con enojo y salió con su amiga por la puerta del establecimiento.

Cuando estuvieron afuera, Yaser sonrió con cinismo y de una manera desafiante observó a Asher enfurecido.

—Cálmate, solo nos divertíamos un poco. —Se atrevió a decir, sin importarle el enojo de Asher—. Tu hermana es tan exci...

Antes de que pudiese continuar la frase, Asher comenzó a golpearlo de nuevo; lo hizo con toda su fuerza, pues deseaba verlo sufrir frente a sus ojos. 

Yaser detuvo los primeros golpes, pero luego sus manos no bastaron para defenderse, y menos con el peso de Asher sobre él.




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