La Guarida de La Pantera

24- Colisión

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COLISIÓN

 

 

Después de aquel incidente, habían pasado cinco silenciosos meses donde el Estado se mantuvo arreglando su imagen frente al mundo y a su país con algunas obras de caridad y acuerdos internacionales pacíficos que dejasen en el olvido aquella imagen de un policía disparándole a un niño.

Zalam se mantuvo cerrada por órdenes del fiscal y diversas negociaciones.

Sin embargo, nada detenía la corrupción y la ambición, porque lo más peligroso que tiene un ser humano es la oscuridad de su mente. Mientras no exista espacio para la reflexión, la soberbia siempre será la permanente gobernante y eso era lo que sucedía dentro de Zalam; el caos era tan irreparable que nadie se detenía a pensar en el mal o el bien.

Pero a pesar de que Seren había estado apartada físicamente de la ciudad, no había dejado de trabajar en secreto con Ramzi para desenmascarar a la organización. Las salidas nocturnas del gobernador, las llamadas telefónicas misteriosas, las operaciones que ignoraba y los oficiales que despedía sin razones claras; estaba todo registrado y fotografiado.

Ya tenían su documentación completa y no solo la de él, sino también la de los otros nueve integrantes de la promesa negra. El fiscal Khalil estaba ansioso y algunos días parecía desesperado por dar algún paso contra Musa, sin embargo, Seren lo retenía, convenciéndolo de que debían esperar el momento adecuado.

Aquella noche, hubo una actividad sospechosa en el puerto del Oeste de la ciudad; un grupo de chicos encapuchados esperaban con sigilo un cargamento de municiones enviado por el mismo gobernador a contrabando. Con los meses lograron corromper de nuevo a algunos oficiales y ahora, un cargamento de armas sería trasladado directamente desde el puerto hasta la mansión de la Pantera.

En circunstancias secretas y bastante sospechosas había pasado por los controles de seguridad marítima sin ser inspeccionado y en perfectas condiciones, pues con la presencia del gobernador en la mesa de la Pantera, era más que evidente por qué los oficiales eran tan corrompibles y la seguridad siempre fallaba.

—Están tardando —dijo Omer, mientras movía el pie con desespero—. Hace frío.

—¿Quieres una cobijita? —preguntó Asher sarcásticamente, pero Omer tenía tanto frío que solo pudo rodar los ojos—. Reza para que lleguen, tenemos meses sin poder recibir nada. Y esto no me da buena espina.

—Al parecer Seren se aburrió de seguirnos el paso —comentó, mientras calentaba sus manos en sus bolsillos—. Pensé que persistiría más.

—Tengo meses sin verla y no contesta mis llamadas —dijo Asher, intentando ocultar su tristeza.

Una luz roja e intermitente sobre el agua, les indicaba que el cargamento estaba a punto de arribar en el puerto. Todos tomaron sus posiciones de inmediato.

Asher y su hermano estaban apartados con varios chicos, esperando que se revise todo el cargamento para confirmar que estuviese completo y luego, cargarlo en el camión.

—¿Quieres que vaya a revisar con los muchachos? —preguntó Omer, inquieto.

—No. —Sujetó su brazo y lo hizo retroceder—. Te quedas aquí, hasta que yo te diga.

En cuestión de segundos un fuerte estallido dejó aturdidos a todos.

Asher solo pudo observar como el cargamento se incendió en llamas frente a sus ojos y muchos de los chicos volaron por los aires, cayendo al mar o estampándose contra los cargamentos abandonados en el puerto.

Debido al impacto de la explosión muchas cosas se rompieron y piezas metálicas filosas salieron disparadas por los aires. El puerto estaba tan iluminado por el fuego, que ahora la oscura noche parecía un atardecer caótico en medio del mar.

Los chicos que quedaban se escondieron detrás del camión de carga en la zona central del puerto. Asher tenía los ojos abiertos y sin poder creer lo que había sucedido hace un segundo. Su ceja sangraba y Omer tenía una herida en la cabeza.

—¿Qué pasó? —gritó Omer, aún descolocado.

—¡Sabía que algo no saldría bien! —gritó Asher, quien aún se tapaba la oreja derecha debido al fuerte pitido que no dejaba de molestarlo.

Estaba mareado y desorientado.

—Todos los que quedan, retírense hacía sus distritos —dijo Asher a través del radio.

Todos hicieron caso, marchándose del lugar lo más rápido posible.

El cargamento se hundió poco a poco en el mar, no había armas, solo dinamita y madera hecha cenizas. Había sido una trampa.

Omer seguía paralizado y con los ojos abiertos en un punto fijo.

Asher fue quien condujo hacía la empresa de La Guarida y cuando estuvo allí, pudo llamar a Musa, quien parecía furioso.

—¿Qué fue esa explosión? —gritó la Pantera apenas descolgó.

—Nos tendieron una trampa —dijo Asher, mientras limpiaba la sangre de su ceja con un algodón mojado—. No había mercancía, pusieron explosivos.

—¿Me estás diciendo que pagué una fortuna por nada? —chilló con los dientes apretados.

—Así parece —informó Asher, presionándose la herida—. Todo salió disparado por los aires, perdí a más de quince chicos.




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