La Guarida de La Pantera

36- El alfombrista

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EL ALFOMBRISTA

Unos minutos más tarde, el gobernador informó a la Pantera que la policía tenía a Yaser retenido en una vieja edificación del distrito 3 y que lo trasladarían antes del amanecer.

—Hicieron pública la noticia para ofenderte —añadió, Marshal bajo instrucciones de Khalil—. El fiscal aseguró que atrapar a Yaser sería un golpe bajo para ti, porque pese a que la ciudad es tuya, no pudiste hacerlo.

—Khalil siempre ha sido un tonto; le encanta alardear antes de tiempo —aseguró la Pantera con suficiencia—. Infórmame sobre cualquier novedad.

Musa parecía ansioso por asesinar a Yaser con sus propias manos.

Necesitaba matarlo para vengarse y recuperar su estabilidad, así que llamó a Asher, quien apenas llegaba a su casa después de la extensa charla que había tenido con Seren.

—¿Dónde estás? —preguntó con rigidez.

—Estoy llegando de la oficina —mintió, observando a su hermano—. ¿Pasó algo?

—No pudiste encontrar a Yaser —replicó insatisfecho y añadió—. Yo lo hice por ti, pero tú debes traérmelo hasta la mansión.

—Mis pandillas lo buscaron por todas partes, ¿cómo lo encontraste? —fingió sorpresa.

Omer parecía más nervioso que su hermano, pues no dejaba de comerse las uñas, mientras observaba a Asher con atención.

—Está en el distrito 3, lo tiene la policía retenido en una edificación vieja y lo trasladan hoy en la madrugada. —Hizo una pausa—. Si me fallas esta vez Asher Iskandar, dejaré todo lo bueno que has hecho de lado y arrancaré tus ojos de la cara, ¿entiendes?

Asher contuvo el aire en sus pulmones, e intentó no alterarse.

—¿Volveremos? —preguntó Omer, cuando Asher colgó.

—Sí —dijo entre suspiros—. Debemos llevarle a Yaser; diles a nuestros chicos de guardia que vayan al distrito 3 y que lleven las motocicletas.

—¿Y nosotros? —preguntó, sacando su teléfono del bolsillo—. ¿Fingiremos que peleamos contra la policía?

Asher no replicó ante esa pregunta. No se atrevió a decirlo en voz alta, quizás por el miedo que tenía de no haber tomado la decisión correcta.

—Busca la ropa —ordenó Asher, señalando con su pulgar hacía la parte trasera de la camioneta.

Durante el camino hablaron sobre los detalles del plan, mientras se cambiaban la ropa.

Sabían cuando saldría Yaser del lugar, así que solo debían esperar la señal de Seren para fingir un ataque y raptar a Yaser, llevándolo de nuevo a La Guarida.

Cuando estuvieron en el distrito 3, visualizaron varias patrullas policiales en frente de la edificación, por ende, se mantuvieron escondidos a unas calles del lugar, mientras esperaban la señal.

Yaser parecía indiferente a todo lo que ocurría a su alrededor. Quizás porque se dio cuenta de que estaba en manos de la policía y prefería eso que estar bajo la piedad de Musa.

Asher

Estamos en la calle que lleva a los barrios.

Te cerraremos el paso en la transversal.

Seren leyó el mensaje y lo borró de inmediato, como todos los mensajes que recibía por parte de Asher. Se dirigió hacía uno de sus oficiales, quien la esperaba afuera con un chaleco antibalas y una Glock Safe Action cargada.

—¿Cuál será el protocolo? —preguntó el oficial, con una voz gruesa que la sacó de sus pensamientos.

—Saldré con Yaser al auto de la patrulla; ustedes irán detrás de mí y no haremos ruido.

Al alistarse, envió un mensaje a Asher avisándole que iban saliendo de la edificación y junto a otro oficial sujetaron a Yaser y le colocaron las esposas en las manos. Sus muñecas estaban irritadas debido a la presión del amarre sobre la silla, pero no parecía inmutarse con ningún dolor.

—Muévete. —Seren lo empujó, para que saliera.

El plan daba inicio con la salida de Seren del edificio.

El plan era alejar a los oficiales de la patrulla y que Seren se fuera sola junto a Yaser para evitar un tiroteo en la transversal donde murieran personas inocentes.

Cuando estuvo cerca de la camioneta donde Yaser sería trasladado, una motocicleta con dos personas encapuchadas se acercó al lugar. El que estaba detrás del conductor tenía un rifle en la mano y se preparaba para disparar.

Uno de los oficiales que estaba detrás le advirtió a Seren, y ella inmediatamente obligó a Yaser a agacharse, presionando su cabeza.

—Debemos subirlo a la patrulla —gritó Seren, informándole al oficial que debía cubrirla.

El hombre asintió y todos los demás oficiales comenzaron a disparar también.

—¡Regresemos hacía dentro! —sugirió un oficial.

—¡Debo sacarlo de aquí como sea! —dijo Seren, convencida—. ¡Cúbranme!

Llevó a Yaser al auto en cuclillas, mientras dos oficiales la cubrían con disparos aleatorios que obligaban a los motociclistas a alejarse un poco.

Ningún policía sabía del plan. Seren no confiaba en casi nadie y el fiscal vio apropiado que todos creyeran la escena para evitar preocuparse más tarde por algún soplón.

Yaser estaba de copiloto en el auto, y ahora lucía más preocupado.

Seren ingresó rápidamente y encendió la patrulla, dejando atrás el tiroteo.

Iba por la vieja carretera a toda velocidad, Yaser estaba a su lado, sujeto de las esposas a los asideros del coche para evitar algún incidente, pues Seren veía en su mirada sus intenciones de escapar.

—¿Puedes ir más rápido? —reclamó Yaser con preocupación, mientras vigilaba la carretera.

—¿Puedes cerrar la boca? —replicó Seren, fulminándolo con la mirada.

Llegando a la transversal, sabía que los pandilleros saldrían en su camino, así que se preparó mentalmente para fingir su enojo y su asombro. Una camioneta oscura con vidrios tintados, cerró su paso por delante, obligándola a frenar de un tirón, y varias motocicletas se movilizaron, rodeando la patrulla por completo.

Todos apuntaban sus rifles y pistolas hacía el vehículo de Seren.




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