La Guarida de La Pantera

41- Sangre

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SANGRE

Aquella tarde, Asher había pasado el tiempo ideando planes e imprimiendo planos de la ciudad para ejecutar el plan de la Pantera. Sin embargo, eso no era lo único que tenía en mente.

La noche del saqueo parecía ser una fecha perfecta para que la policía ingrese a La Guarida, pero todo debía salir a la perfección porque un solo error podía hacer que la vida de todos corriese peligro.

Asher estaba preocupado por el futuro, y sin importar cuánto intentara verse relajado, sus manos temblorosas denotaban su estrés interno.

Aquel día Olivier apareció, al parecer se sentía un poco mejor, aunque Asher notó el cansancio en su mirada, y sus ojos hundidos debido a la delgadez que presentaba.

Omer lo interrogó, pues cuando charlaban tuvo un ataque de tos silbante que lo hizo escupir sangre, y eso alertó a Omer de inmediato, pese a que Olivier intentó disimularlo apretando su pañuelo con fuerza.

La tos de Olivier empeoraba con los días, y no pasaba desapercibida en absoluto.

—Si no vas al médico por tu propia cuenta, yo mismo te llevaré —le dijo Omer con mucha seriedad en el rostro—. Asher, dile algo.

Asher se dio la vuelta y mientras fingía servirse un ron en la zona de bebidas del despacho, limpió las lágrimas que se desprendieron de sus ojos de repente.

—Olivier sabe lo que hace, Omer —dijo en un tono de voz apenas audible.

Omer no dejó de insistir hasta que Olivier juró que iría al médico.

El hombre estaba débil, sus movimientos eran pesados y su respiración siempre se agitaba. No podía reír sin toser, y prefería estar sentado. Se notaba que había venido por el aburrimiento y la frustración que sentía de no servir para nada.

Sin embargo, intentaba bromear para evitar que Omer se diera cuenta de algo.

—Supéralo, Asher —bromeó Olivier en un intento de animar a Asher—. Quizás Seren se aburrió de ti.

Omer quien no perdía la oportunidad de molestar a sus hermanos, se unió a la conversación.

—Es por tu cambio de bando —aseguró sonriente —, ahora que te volviste bueno, ya no le gustas tanto. A las mujeres les gustan los chicos malos.

Asher tomó el bolígrafo que descansaba en el escritorio y se lo lanzó a Omer, pero este logró esquivarlo en el último segundo.

—Estoy preocupado por la misión, la Pantera dijo que la asesinaría y no me responde las llamadas —explicó, mirando a ambos con seriedad.

—Para eso tienen al gobernador, que seguro ya les contó todo —dijo Olivier, juzgando las excusas de Asher.

—Quizás está con Hamzi —comentó Omer, sonriente.

—Ramzi —corrigió Olivier, con diversión.

Asher les lanzó una mirada de odio a ambos, luego de beber su vaso de ron, se acercó al mesón para mirar los planos de nuevo.

—No puedo creer que Yaser no haya dicho nada —mencionó, recordando su muerte—. Si vieran como estaba su cuerpo, les juro que era irreconocible.

—Tienes que tener cuidado con ese tal Azrael —aconsejó Olivier, recordando lo que Asher les contó—. Musa perdió el encanto, y cree que agregando nuevas estrategias de tortura hará que la gente lo respete.

—Si vieran a ese tipo. —Negó con la cabeza—. Es un maniático, apuesto que lo sacaron de un psiquiátrico, su mirada es horrible. Arrancó la cabeza de Yaser de un hachazo y no hizo ninguna expresión.

—Siempre hemos matado con pistolas, y nos va super bien —comentó Omer con disgusto—. ¿Qué necesidad hay de estar metiéndole machetazos a la gente?

—Ay si, que buenos somos —dijo Asher, causándole la risa entrecortada a Olivier.

La llamada de Seren a través de la aplicación confidencial, hizo que Asher arreglara sus cabellos inconscientemente. Omer y Olivier se percataron y ambos cuchichearon algo a sus espaldas.

—Hola —dijo Seren a través de la pantalla, pues era una videollamada—. ¿Cómo estás?

—Bien, ¿está todo bien? —dijo Asher, mirando sus facciones distantes—. ¿Pasa algo, linda? Ayer fue la sesión y quería…

—Sí, ya lo sé —interrumpió con rigidez—. Marshal nos contó todo cuando llegó. Ya sé que la Pantera quiere matarme.

Asher miró a Omer y Olivier quienes estaban muy atentos a la conversación.

—¿Te pasa algo? —preguntó Asher, finalmente.

—No. —Rascó su ceja, y desvió los ojos hacia el fiscal, haciéndole entender a Asher que no estaba sola—. Asher, es mejor que no nos veamos estos días, son las órdenes del fiscal. Tendré cuidado, no te preocupes.

Asher puso los ojos en blanco, y asintió, brindándole calma.

—Seguimos trabajando en lo de la protección de tu familia —avisó Seren—. Cuando tengas el plan listo, me dejas un mensaje.

—Vale, te amo —dijo Asher, causando un revelo de sentimientos en Seren.

Juró que el fiscal podía oír su corazón latiendo a toda prisa, pues la miró con la ceja alzada, juzgando la sonrisa que se había dibujado inconscientemente en su rostro.




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