La Guarida de La Pantera

42- Esperanza

42

۞

ESPERANZA

Leila quiso reunir a la familia en una cena especial, pues los últimos días había estado muy sentimental y reflexiva, y de algún modo se sentía en paz cuando todos se reunían y charlaban a su alrededor.

Hayat y Sara preparaban la ensalada juntas, mientras que la mucama ponía la mesa. Ese día las mujeres de servicio se habían quedado para ayudar con la cocina.

Asher había avisado que Olivier vendría a cenar junto a ellos también.

—Mamá, odio cocinar —comentó Sara, mientras condimentaba la ensalada.

—De pequeña siempre decías que querías ser chef —recordó Leila.

—Pero en la cocinita de juguete que me regalaste —aseguró, causando la sonrisa de Hayat.

La mucama ingresó a la cocina y notificó que todos habían llegado.

—Iré a saludar a Ash. —Se excusó Sara y salió casi corriendo de la cocina.

Se dirigió a la entrada, dispuesta a correr hacía su hermano en busca de un abrazo, pero ver a Lyas con ellos ralentizó sus pasos y se tornó más seria. Después de saludar, ingresaron al comedor.

—Mamá, sírvele un plato a Lyas también —pidió Omer.

Leila, sonriente le hizo una señal a la mucama para que buscara otro plato de la cocina.

—¿No es ninguna molestia? —preguntó Lyas, sonriente, mientras detallaba la variedad de platos que había sobre la mesa.

—No digas tonterías —dijo Leila, brindándole una sonrisa—. Vamos, siéntate, hijo.

La cena transcurrió muy cálidamente.

Las mucamas se retiraron después de dejar todo en orden.

Hayat notó la manera en la que Sara miraba a Lyas entre bocados, y su forma de desviar la mirada a otro lado cuando existía la posibilidad de mirarse fijamente. También notó el brillo en el rostro de Lyas cuando Sara reía por alguna ocurrencia de Omer.

—Sara hizo la ensalada —comentó Hayat, halagándola frente a todos.

Omer dejó su cubierto dramáticamente sobre la mesa y tocó su pecho, fingiendo que se intoxicaba por la comida, causando así, las risas de todos.

Hayat lo pateó por debajo de la mesa, aunque inevitablemente soltó una carcajada.

—Está muy rica —dijo Lyas, mirando a Sara—. Igual que toda la comida. Muchas gracias, señora Leila.

—Buen provecho, hijo —Sonrió—. ¿Dónde vivías? ¿En el orfanato?

—Crecí con una familia adoptiva en el distrito 2 y luego decidí unirme a las pandillas de Asher hace un año.

—¿Y no prefieres estudiar? —le preguntó Hayat.

—No soy bueno estudiando —aseguró.

Cuando la cena terminó, llegó el postre de inmediato.

—Mamá, deberías abrir un restaurante —afirmó Omer, degustando un trozo de kanafeh. Un pastel árabe típico, preparado con fideos caramelizados y queso.

—Restaurante La Guarida —bromeó Sara—. Si muestras tu arma, el postre es gratis.

—¡Sara! —reprochó Leila, reprimiendo su sonrisa.

—Si eres policía pagas doble —agregó Omer, chocando las manos con su hermana.

—Salieron todos comediantes en la familia —comentó Olivier, causando la risa de Asher.

Olivier parecía muy tranquilo, pese a que en muchas ocasiones reprimía su tos, parecía cómodo compartiendo con la familia Iskandar. Asher sabía que era el efecto de las pastillas sedantes, pero en el fondo se alegraba mucho de que estuviera presente.

—Hay un asunto familiar que debemos hablar —dijo Asher, enseriándose de pronto.

Con aquella afirmación, Lyas se levantó de la silla, dispuesto a retirarse del comedor. Omer le insistió en quedarse, pero su educación no le permitió seguir allí, pues no se sentiría cómodo escuchando asuntos que no lo incumbían.

—Bien. —Asher se enderezó en la silla—. Somos una familia, así que tienen que saber que estoy comenzando a trabajar con la policía. Negocié con ellos por el bien de nosotros.

—¿En serio? —preguntó Sara, con los ojos muy abiertos—. Pero Ash, sabes lo que pasa si alguien traiciona a la Pantera. Quemó al hermano de Yaser frente a todos nosotros.

—Sí, Sara. —Acarició su espalda, comprensivo—. Por supuesto que lo sé, pero nunca había estado tan convencido de que Zalam está yéndose al infierno lentamente. ¿Qué futuro tienes en una ciudad colapsada? Ahora irás a la universidad y, ¿después qué?

—No entiendo —dijo con evidente preocupación.

—Sara, Ash quiere lo mejor para ti y para tu madre —explicó Hayat, apoyando a Asher—. Yo viví fuera de Zalam y créeme lejos de aquí hay un mundo que no se parece a esta ciudad caótica.

—¿Nos iremos de aquí? —Arrastró la silla hacía atrás, y frunció las cejas, al parecer la noticia la tomó por sorpresa.

—Cuando el momento sea adecuado, sí —replicó Asher, sin mirarla—. Ustedes irán primero y luego Omer y yo.

—¿Y la escuela? ¿Y mis amigos? —Se levantó exaltada—. ¿Y la vida que tengo aquí?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.