La Guarida de La Pantera

46- Sentencia

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SENTENCIA

Musa la miraba con sus azulados ojos repletos de egocentrismo, y con una profundidad agobiante. Como si pudiese leer sus más personales pensamientos.

—¿A qué… te refieres? —Se levantó, intentando no parecer nerviosa.

—¡Sé que te veías con Asher antes del matrimonio! —Elevó un poco la voz—. Ambos fingieron que no se conocían delante de mí, como si fuese un estúpido.

Hayat lucía sorprendida pese a que intentaba relajar sus facciones. Aunque por dentro agradeció que estuviese hablando de eso.

—Papá…yo…

—¡Silencio! —Le apuntó con el dedo—. Querías huir de mi casa y te casaste con ese hombre. Acepté ese matrimonio solo porque sabía que eso podía beneficiarme, pero no pienses que soy un tonto.

—¡Lo quería mucho! —repuso de inmediato—. Es verdad, pensé que sería muy feliz junto a él, pero desde lo de Murad, no parece el mismo.

—¡Cállate! —repitió, en un tono de voz retumbante—. ¿Sabes todo lo que sacrifiqué por este imperio? ¿Sabes lo que me costó crear un nombre temido? ¡No permitiré que nadie estropee esto!

Hayat apretó los dientes, odiaba la forma en la que su padre se expresaba.

—Papá, yo…

—¡Dije que cerraras la boca! —Le dio una bofetada, que la hizo apretar los dientes con impotencia—. En la próxima sesión quedarás viuda, y otro hombre de la organización te desposará, y me darás un heredero, ¿entiendes?

Hayat lo miró con los ojos abiertos, no podía creer lo que le pedía. Sintió miedo, el miedo que dijo haber superado, el mismo que la ataba de manos y pies.

—¿Entiendes? —gritó, de nuevo.

Hayat asintió con lágrimas contenidas.

—¿Y… Asher? —preguntó Hayat, temblorosa.

—Asher deseará con su vida no haber nacido.

Musa la miró con las cejas fruncidas, y le extendió su mano para que la besara.

Deseaba humillarla, amaba sentir que todos eran menos frente a él, y más cuando él se sentía vulnerable.

Hayat lo hizo, aunque le costó mucho y se sintió asqueada de su padre.

La Pantera acarició su mejilla, como si se tratase de un perro callejero que necesitaba un poco de afecto.

—Sal de la habitación de tu madre y cierra la puerta —ordenó, alcanzando su bastón, que estaba reclinado en la silla.

Hayat miró la silueta de Musa alejarse lentamente por el corredor. No sabía qué hacer, era evidente que Asher estaba en peligro, y los latidos apresurados de su corazón no le permitían escuchar sus pensamientos.

Respiró profundo y se levantó de la cama de su madre. Siempre se había preguntado si Musa realmente había amado a alguien, o si algún día había sufrido por la muerte de su hijo, pero bastaba mirar sus ojos para confirmar que eso no era posible.

Después de aquello, Hayat le dejó un mensaje a Asher, y Musa lo llamó luego para hablar del plan de operación.

—Hayat dice que está bien —informó Asher a su hermano—. Al parecer, la Pantera sabía que había algo extraño desde la boda, pero pensó que Hayat estaba enamorada de mi desde antes y se lo ocultamos.

—¿La vigilaba? —preguntó Omer, mordiéndose el labio.

—Supongo que sospechaba sobre sus salidas nocturnas y la pedida de mano repentina. —Alzó los hombros, y soltó un suspiro—. Omer, la Pantera dijo que me matará.

Omer perdió color, y sus ojos permanecieron abiertos.

—Si mamá se entera… —dijo Asher, desordenando sus cabellos.

—Para ese entonces, estaremos lejos —interrumpió Omer—, ¿no?

—Espero que sí —le dijo con pocos ánimos, y luego le dijo—. Quiere que vaya a verlo.

—¿Crees que te haga algo? —preguntó Omer con preocupación.

—Tengo la esperanza de que me perdone la vida hasta la noche del saqueo.

Al salir de la mansión, no le notificaron a Sara ni a Leila el encuentro con la Pantera para evitar preocuparlas. No obstante, Asher tenía el corazón en la mano y respondía en su mente las posibles preguntas que Musa pudiese hacerle.

Vivir bajo toda esa tensión comenzaba a volver loco a Asher. Los últimos meses habían sido los peores de su vida, e incluso sus horas de sueño estaban siendo un desafío.

Como siempre los escoltas hacían guardia frente a la puerta, Asher se bajó siguiendo el mismo protocolo de revisión y luego de la inspección, le permitieron ingresar.

La mucama lo llevó a la sala de estar donde se encontraba Musa con su puro entre los dientes.

No miró a Asher a los ojos, se mantuvo inexpresivo, con la vista clavada en el suelo marmoleado.

—Pantera, quiero explicarte lo que sucedió —dijo Asher al ver que Musa no dijo palabra—. Se lo explicaré a Hayat, yo…

Musa levantó su mano para que Asher no siguiera hablando.

—Quiero saber cómo va la planificación del saqueo —dijo, ignorando los problemas personales.




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