Ni bien se prendió la luz, hecha con mi magia, al rato se apagó. En su lugar estaba Diana, irradiando luz con su cuerpo, funcionaba como una lámpara en mal estado. Los ojos rojos habían desaparecido. Comenzamos a ver un movimiento extraño muy en el fondo, la luz radiante de Diana se apagó.
—Cuando un hada tiene miedo sus poderes no funcionan muy bien —dijo Diana temblando, muerta de miedo.
Diana juntó valor desde muy adentro acercándose a mí para prenderse nuevamente; logrando ver perfectamente a Tommy, el vampiro se veía colgado cabeza para abajo desde una madera cruzando el techo; sus brazos estaban cruzados entre su pecho como una momia en el sarcófago pero cabeza para abajo. Logramos ver sus ojos rojos, sus ojos eran iguales a los de su hermano. Una voz atemorizante, preguntó quiénes éramos.
—Soy la reina, tenes que obedecer todo lo que yo te diga, conozco a tu hermano.
Diana, Tommy y yo nos tomamos de las manos para transportarnos hasta el bosque junto con su hermano, Eduardo. Ellos se abrazaron en un momento conmovedor, comenzaron a decirse lo mucho que se querían.
—Gracias por todo —agradeció el vampiro—, gracias a tu valentía te doy mi capa roja —dijo el hermano de Tommy.
—Discúlpame pero desde la primera vez que te vi, con Henry, quise saber cómo era tu nombre.
—Eduardo mi querida reina.
Se arrodilló en el piso y agachó la mirada. Había sido un placer conocerlo. Después de haber tenido una charla con Eduardo y su hermano Tommy, nos dirigimos hacia el palacio de los ángeles de la paz para hablar con María acerca de los próximos objetos. María se encontraba muy contenta con todo, ella nos felicitó, pero el tiempo se estaba agotando. Dentro de poco iba a ocurrir el casamiento con Henry ¿acaso que era lo que iba a hacer? No podía enamorarme de él porque en cualquier momento todo se iba a desvanecer, simplemente por la idea de ser polos opuestos, era injusto para todos los ángeles. Henry no tenía nada que ver con el padre.
Según maría el próximo objeto a encontrar era un brazalete que era la llave para abrir el diario íntimo de Henry ¿un diario íntimo? No estaba ni siquiera enterada de que tenía un diario íntimo. Pensándolo bien cuando había entrado a su habitación había un libro de color rojo, no me acordaba muy bien pero se suponía que ese era el diario. Si bien un diario íntimo era personal me daban muchas ganas de leerlo, no podía negarme, siempre mi curiosidad me llevó muy lejos. Estaban todos sus secretos, sentimientos, planes. María me advirtió que lo tenía un hada, amiga de Henry, inmediatamente pensé en el árbol mágico de la otra vez; así que para conseguir el brazalete tenía que hacerme amiga del hada.
—¿Pero cómo entramos al árbol? —preguntó Diana curiosa—. Este es buen momento para llamar a Henry— dijo en tono burlón.
Pensamos en una manera de abrirlo o teletransportarnos, si bien a veces no funcionaba lo hicimos viendo el vidrio que se encontraba justo en la entrada del jardín. Logramos traspasarlo, llegando hacia adentro del árbol, todo se encontraba igual. Ahí se encontraba Valeria: un hada de color celeste hablando con otras hadas. Yo solo me acerqué junto con Diana y comenzamos a hablar con Valeria, hasta preguntarle sobre su hermoso collar que tenía puesto, era el brazalete de Henry. Solo pedí para verlo más de cerca, era negro, colgaba una piedra azul, tenía las iniciales grabadas (HS). Cuando menos se lo esperaba hice una réplica exacta logrando hacerla con mi magia, en ese mismo momento la única diferencia era que las letras grabadas eran (TS), nadie se había dado cuenta, ni tampoco se iban a dar cuenta porque tanto como la réplica y tanto como el original habrían el diario íntimo, yo me quedé con la réplica. Henry se quedó con su brazalete.
—¡Estábamos tan cerca! —dijo Diana—. ¿Por qué lo devolviste?
Ni bien acabó de decir eso yo le mostré en mi muñeca el brazalete, explicando que era una réplica pero igual abría el diario íntimo. Nosotras tocamos la puerta de la habitación de Henry, al no abrir nadie la puerta, nos dimos cuenta que no había nadie. Diana se quedó en la puerta del lado de adentro mirando por el agujerito del picaporte pero justo al dar la vuelta para la cama de Henry, él se encontraba recostado durmiendo, con la luz de la mesita prendida. Realmente se encontraba muy sexy con esos rulos en su cara y una sonrisa. Me quede distraída viendo su hermosa sonrisa.
Diana comenzó a soplar en mi oído ¡odiaba que hiciera eso! La fulminé con la mirada, vi el diario íntimo marrón de Henry en sus manos, con mayor delicadeza lo tomé en mis brazos logrando hacer una réplica exacta, quedándome con la réplica, tal como el brazalete. Él abrió los ojos, me quedé en silencio por unos segundos hasta verlo cerrar sus ojos nuevamente. No sabía si se había dado cuenta, pero agradecí mucho ver a Henry dormirse. Estaba segura que si me había visto, seguro en algún momento iba a preguntar, tenía tiempo para pensar en una excusa.
Junto con Diana fuimos hacia nuestra habitación, logré cambiar el diario íntimo a un color violeta y negro aterciopelado para que no sospecharan nada, abrí el diario, me encontraba temblando y con muchas ansias por saber lo que decía.
16 de mayo
Mi plan con mi papá va bien encaminado, aunque yo no estoy de acuerdo. Mi amor por ella va creciendo. Muero que sea mi reina, no quisiera verla sufrir y menos por mi culpa. Desearía que ella sintiera lo mismo por mí, si bien siento la chispa entre nosotros, ella no confía mucho en mí, pero no la culpo porque bueno ¿quién soy yo? Un ángel de la oscuridad, hijo del peor amigo del padre de Tessa ¿sabra todo lo que pasó?
Yo la amo, cada año pasando por sus pesadillas, cada año pasando por su casa para que estuviera bien y ahora que la tengo es como si la tuviera más lejos que antes ¿por qué todo es tan difícil? Me gustaría poder casarme de una buena vez con ella, hacerla definitivamente mía. Parezco algo desesperado pero tengo miedo de perderla, trato de conquistarla. Algo no funciona, cada vez ella se confunde más, trato de que me quiera y es tan difícil lograrlo.