La Guerra de Ángeles

15. El Deseo

Desperté me dolía mucho la cabeza, logré ver a mamá preguntándome si estaba bien pero yo no podía responder, ni tampoco moverme, otra vez me había pasado lo mismo. Ella no paraba de hablar sobre el casamiento con el que no estaba muy de acuerdo aunque nuestro destino era estar juntos, si bien me lo dijo con pura verdad, no me gustaba mucho la idea que no me apoyara mi propia madre; me fui enojada hacia el palacio, acompañada de Zac. Él se encontraba verdaderamente preocupado por mí. Fui hacia la habitación de Henry, también era mi habitación y tuve una pesadilla.

—¡Tenemos que matarla! —dijo Des.

—No estoy de acuerdo en matarla, es Tessa de la que estamos hablando.

—El plan se me está saliendo de las manos, no tiene que estar ni un minuto más viva, ¡ella tiene que estar muerta Henry!

Desperté Henry se encontraba al lado mío; corrí temiendo de lo que me pudiera hacer, él no entendía mucho, me alejaba pero se acercaba más a mí. Lo rechazaba, no lo quería ni mirar a la cara, me puse contra la pared y escuché que Des lo llamaba. Él se fue, me deslicé contra la pared, cayendo al piso y llorando.

—El plan se me está saliendo de las manos, no tiene que estar ni un minuto más viva, ella tiene que estar muerta.

Todo lo que estaba diciendo Des era lo que había dicho en mi pesadilla ¿por qué querían matarme?, ¿acaso no les era suficiente con que fuera su reina?, ¿qué era lo que querían de mí? Estaba muy asustada por lo que pudiera pasarme, mis pisadas hicieron ruido en el piso de madera. Salí corriendo para el jardín pero Henry me vio, comenzó a tratar de hablar conmigo pero yo evitaba su mirada, tomé el cuchillo entre mis manos. Henry gritaba que no me matara pero conté hasta tres, hice un tajo en el dedo índice, lo mojé con el agua de la fuente mágica y pensé un deseo. Nadie tenía que acordarse de la elegida, todo tenía que volver a ser como antes, escuché a Henry decir:

—¡No, no lo hagas!

No lo escuché, quería salir de toda esa presión, tener la vida de antes. Abrí mis ojos, <<al fin en mi casa>> pensé, mi mano estaba sangrando por el corte del cuchillo.

—¡Mirá! te traje un regalito por tu cumpleaños, abrí la boca —dijo Diana como humana.

Diana ya no era un hada, era una persona. No podía creer que estuviera junto a ella, la abracé como nunca, feliz de haberla visto, era de noche. Diana parecía confundida pero siguió mi abrazo.

—Por algún motivo ese chico Henry te alegró el día ¿no?

Mi mano seguía sangrando, la puse bajo agua fría. Diana pensaba que me había cortado con un vaso de vidrio; ella se acercó a mí dándome un regalo, era un diario íntimo mágico.

—Antes de que me olvide, llamé a Zac... espero que no te moleste.

—¿Zac? —sonreí.

—Él dijo que tenía que decirte algo muy importante —guiñándome un ojo—. Yo voy con mi novio al cine.

Al rato sonó el timbre, era Zac trayéndome un regalo y advirtiéndome que sabía lo que había hecho ¿cómo era que sabía del deseo de la fuente mágica? Fácil, cuando pedí el deseo él estaba presente al igual que Henry así que ellos dos eran los únicos que se acordaban de quién era la elegida, maldecí por mis adentros. Cuando terminé de procesar lo que Zac me decía, le conté la charla que había escuchado junto con mi pesadilla, me abrazó conteniéndome; entendiendo por qué había pedido el deseo, a pesar de todo me encontraba segura ya que Zac estaba a mi lado.

Tenía muchas ganas de besarlo, mi amor por Henry era menos pero por Zac era fuerte. Me había olvidado cómo era estar enamorada de Zac, inmediatamente lo besé deseando mucho el beso dulce y tierno que daba él. Ni bien terminamos el beso, comenzamos a hablar de lo que había hecho mal. Según Zac, había hecho mal en pedir el último deseo, al igual que casarme con Henry.

—Yo sé que es difícil de entender pero tenes que comprender de que no es bueno estar con Henry —advirtió Zac.

—Es que yo tenía planeado un futuro con él.

Tal vez Henry tenía la misma idea de ¿matarme? No quería morir. Tenía miedo a lo que pudiera llegar a pasar pero Zac dijo que estaba para mi, dándome más fuerzas.

—No tendría que decirte esto pero Henry no te va a hacer nada, él no mataría a nadie.

—Hay algo que no me estas contando, te conozco —dije segura.

Silencio se escuchó, de la nada comenzamos a hablar del beso en la fiesta de bodas. Según Zac, no quería confundirme pero no aguantaba verme casada con Henry; lo mataba por dentro, lo enojaba; también dijo que era egoísta. Se disculpó por eso pero no podía hacer nada por lo que sentía, terminé dándole un beso, me gustaba tanto como me hacía sentir. Expresé lo que sentía cuando lo besaba, esa sensación de seguridad, de lujuria, de pasión.

—¿Tessa querés ser mi novia? aunque no lo creas tuve celos de Henry, de que él pueda tenerte y yo no.

—No digas nada más, ahora soy solo tuya.

—Me gusta cómo suena eso —dijo agarrándome de la cintura y besándome.

Zac se quedó junto a mí, ese día la verdad era muy raro. Sentía que Henry y Des me iban a hacer algo pero después al estar con Zac me sentía segura, igual a Henry no me lo podía sacar de la cabeza. Todavía lo tenía en mis pensamientos, sus besos, cómo me hacía sentir cuando decía Tess. La verdad era que lo extrañaba. Se hizo tarde y Zac se fue, escuché un ruido creo que era lo que yo pensaba, no quería enfrentarme a él, no ahora.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.