La Guerra de Ángeles

22. Una Infidelidad

No tenía una respuesta para su pregunta, me quedé congelada, se notaba lo rojo de furia en su cara. Henry apareció diciendo que él me había dado el collar. Pamela me fulminó con la mirada, se fue corriendo.

—Quédate conmigo ¿sí? —suplicó Henry, abrazándome— Dale, te necesito, te extraño, quiero estar con vos esta noche.

Henry hizo la carita de perrito mojado, nos dirigimos hacia el cuarto de él. Envié un mensaje de texto a Diana para que se quedara tranquila, si bien no había señal, la magia podía hacer todo el trabajo. Luego me di cuenta; era una locura estar en el cuarto de Henry, así que caminé hacia mi cuarto. Me hubiera gustado no escapar, estar a su lado disfrutando y verlo dormir.

—¡Tráeme un vaso de agua y que sea rápido! —dijo Pamela, gritando.

—Discúlpeme señorita pero no estoy en mi horario de trabajo.

—Yo sé que vos queres algo con Henry, pero quiero decirte que él es mío, dentro de poco se va a casar conmigo —susurrando en mi oído.

Tenía ganas de arrancarle ese pelo rubio que tenía en su cabeza. Me estaba amenazando diciendo que Henry, mi marido, se iba a casar con ella y yo no iba a poder hacer nada para impedirlo. Ella estaba muy equivocada si pensaba que yo me iba a quedar cruzada de brazos, viendo como el amor de mi vida se iba de mis brazos, a los brazos de otra mujer o chica que no fuera yo. Para el colmo, como la loca que era Pamela comenzó a gritar diciendo que no le pegara; justo cuando Henry se levantó de la cama y abrió la puerta, Pamela se tiró al piso. De repente Hen por alguna extraña razón, comenzó a creerle a mi hermanastra y no a mí, que no había hecho nada. Me desperté exaltada de esa horrible pesadilla, al lado estaba Henry. Me encontraba confundida, hubiera jurado que todo había sido muy real.

—¿Henry estás despierto? No puedo dormir bien, tengo muchas pesadillas —sentándome en la cama.

—Lo se, yo tengo las mismas pesadillas, estabas en la habitación de Pamela, te amenazó con el casamiento, después se tiró al piso. Aparecí yo, pedi explicaciones y cuando Pamela me las dio le creí a ella.

—Si.

—Tranquila yo siempre te voy a creer, es muy peligroso lo que te puede llegar a pasar, es mejor que abandones este plan linda.

Yo no quería que comenzara una guerra pero Pamela se lo estaba buscando. Henry me contuvo diciendo que todo iba a estar bien, besando mis labios. Sus labios tenían un gusto dulce, ese beso había sido demasiado rico para ser verdad, tanto que ya me estaba poniendo cachonda con solo sentirlo.

Despertamos los dos desnudos entre las sábanas ¿cómo había llegado a la cama de Henry? No lo sabía, no me acordaba pero era lindo amanecer otra vez así con él, miré hacia mi izquierda; estaba despierto, sonriéndome, algo risueño y muy violable para mi gusto.

Eran las 10 de la mañana, mi chico no estaba en la cama, ¿me había vuelto a dormir? Alguien tocó la puerta, como una tonta dije que pasara cuando realmente yo no debía estar desnuda en la cama de Henry, para mi vergonzosa suerte era Rosa. Rosa parecía acostumbrada a que pasaran estas costas ¿Henry lo habría hecho varias veces? Traté de no pensar mucho en eso. Rosa me advirtió que Pamela ya se había levantado y de la nada salió con el tema de la guerra, dijo que me tranquilizara que todo iba a salir bien ¿acaso Henry le había contado algo a Rosa? o ¿Rosa era amiga de mi mamá? Opté por la segunda opción. Rosa me lo confirmó cuando me dijo que le mandara saludos, eso quería decir que Rosa también era un ángel de la paz.

—Henry la está esperando abajo dijo que tiene que ponerse algo lindo para visitar a su madre.

—Muchas gracias Rosa, decíle que bajo en unos segundos y que no tardo.

Nos dirigimos hacia el castillo de mi mamá para informarle sobre lo que había pasado. Ella no parecía muy contenta de verlo pero fue mejor de lo que pensaba, le comenté sobre todo lo ocurrido con Pamela, me advirtió sobre no verme en un espejo mientras hubiera alguien, ya que así conocerían mi propia identidad. También le comenté sobre Rosa, dijo que prometió cuidarme siempre que pudiera, conocía tanto a mi papá como a mi mamá. Ella apoyaba el amor entre los dos.

Ni bien María dijo el nombre de Zac, Henry se puso como loco. Mi mamá trataba de no gritar pero estaba a punto de hacerlo. Sentí el clima dramático que había en el aire, fui a la casa de la Tierra junto con Hen, sabía que Daniel y Diana no estaban. Cuando llegamos a la casa, él estaba actuando raro hasta decirme la pregunta directamente en la que si le decía que no iba a mentirle, aunque si le daba la razón en que Zac y yo habíamos sido novios, estaba segura que se iba a poner furioso. Tuve que decirle que si, afirmando que estaba confundida. Le dije que éramos amigos en la escuela y que era mi protector; desde siempre lo fue pero me había enterado hace poco, no negué que cuando estaba en la escuela estuve completamente enamorada de él pero después cuando conocí a Henry comprendí que lo que yo sentía por Zac no era nada más y nada menos que una amistad y si habían ocurrido besos y habíamos sido novios pero había durado menos de lo que esperaba.

—Enserio confía en mí no quiero que nos peleemos por él —dije segura.

—Si pero igual lo voy a estar vigilando.

Zac me envió un mensaje de texto algo comprometedor al decirme hermosa, el mensaje decía que estaba esperándome abajo para entrenar. Hen se puso como loco cuando leyó el mensaje; pero entendió lo que le dije y me dejó salir. Insistió en acompañarme hasta la puerta, yo solo asentí amenazando con que no le hiciera nada a mi amigo. Noté rencor en sus miradas, podía notar el odio entre ellos. Henry me tomó de la cintura; viendo a mi amigo cómo se ponía rojo de la rabia, depositando un beso en mis labios. Zac parecía querer arrancarle los ojos. Subí a su y nos fuimos.

Mientras tanto Pamela y Henry estaban en la cocina, Hen tomaba jugo. Des llegó a darles la noticia de su casamiento, iba a ser dentro de tres días. Henry comenzó a toser. Pamela comenzó a sospechar. Y yo estaba perpleja, parada en el lugar, sentí que me faltaba el aire <<no puedo estar pasando, no puede ser verdad>>.




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