La Guerra de Ángeles

24. Magia Negra

Me preguntaba qué magia era; no dudé en preguntarle a Rosa, según lo que entendía, era una magia vudú. Se utilizaba un muñeco junto con algo punzante para otorgarle el mal a la persona deseada. Me podía proteger revirtiendo el hechizo, no iba a durar para siempre pero iba a durar lo suficiente para saber quién era.

Rosa tenía el poder de curar a cualquier criatura, incluyéndonos, también podía percibir las cosas. Sentía algo de miedo cuando Rosa dijo que íbamos a usar la técnica del vudú para el nuevo hechizo. Necesitaba dos botones, lana, tela, algodón o vellón, un hilo y una aguja. Henry como un caballero se ofreció a traerlas. Rosa tomó la tela entre sus manos, comenzando a darle forma con el algodón, se ayudaba con alfileres para sujetar cada parte, coció el borde para que el relleno quedara firme en un lugar, coció botones como los ojos, lana roja para la boca, lana marrón para el pelo y la muñeca ya estaba terminada.

Era necesario darle las manos a Rosa para finalizar el hechizo, ya que el hechizo era a base del amor y según Rosa, nosotros teníamos mucho amor. El amor era más poderoso que cualquier otro hechizo existente. Rosa nos pinchó el dedo índice de la mano derecha a cada uno e hizo que depositemos la gota de sangre sobre la muñeca, en el lugar simbólico del corazón.

***
 


—No me digas nada más, no quiero escucharte, yo pensé que ibas a cambiar y que ibas a ser...

—Que iba a ser ¿qué? —dijo Hen—. No me digas nada, esperabas que fuera otro ¿no?
 


 

—¡Si! no te haria mal de vez en cuando dejar de lado tu mal carácter.

Sus ojos parecian tristes, era la primera vez que lo veía así, al mismo tiempo estaba molesto, mirándome a los ojos. Salió por la puerta con un grave golpe detrás. 
 

 

Aclaraba mis ideas en el jardín, sentada debajo del árbol. No deseaba discutir con mi amor, solo pasó. Él solo escuchó lo que quiso, como siempre, no me dio tiempo a decirle el resto. Estaba todo oscuro, no se escuchaba ningún ruido, solo podría estar en un lugar. Entré al árbol, todas las hadas estaban durmiendo, llegué al lago y podía verlo acostado. Saber que él no era lo que yo pensaba, comenzó a gritarme y decirme que me fuera, que él no quería nada conmigo, habíamos pasado una mentira. Claramente lo logré escuchar de sus labios las palabras que cortaron como cuchillo, <<yo no te amo>> dijo riendo.
 


—Amo a Pamela, lo nuestro solo fue un juego, desde el principio siempre lo fue.

Él solo había jugado conmigo era lo peor que me podría haber dicho <<yo no te amo solo fuiste un juego>>. Sentía mucha angustia, no sabía cómo explicarlo porque ni yo entendía esos sentimientos que se apoderaban y sacaban lo peor de mi. Tomé el collar de Henry que tenía colgado de mi cuello, tirándolo al lago, luego salí corriendo hasta encerrarme en la habitación con llave. Hen golpeaba la puerta, traté de no escuchar pero era inútil, me estaba volviendo loca; lo único que podía hacer era pensar en la plaza, aquella plaza en donde me refugiaba siempre, pensé que todo podría llegar a ser una pesadilla de la que tenía que despertar; me pellizqué pero me dolió, claro no tanto como las palabras de Henry. ¡No podía ser! ¿ocurría de verdad?, ¿él nunca me amó?

Claro que nunca me amó, yo sola creía en sus palabras ¿cómo fue que caí en su trampa? Tendría que haberle creído a mi mamá. Necesitaba hablar con alguien pero a Diana no le podía contar porque ella no lo sabía y si lo contaba no me iba a creer, a mi mamá no podía decirle porque sabía que si ella se enteraba iba a decirme "te lo dije", eso no iba a ayudar en nada. Solo quería que alguien me escuchara y aconsejara ¡Zac!... hablar con él era como clavarle un cuchillo en su corazón y eso es lo que menos quería, no quería lastimarlo más de lo que ya lo había hecho, conclusión lo tenía que afrontar sola. Eran las 10:35 PM, mejor visitar a Diana, hacía mucho que no la veía y la extrañaba mucho.
 


 

Entré a casa aún con las llaves que tenía. Diana se encontraba sentada en su cama junto con Zac riéndose. Zac preguntó cómo estaba, se fue para dejar que habláramos mejor. Diana sabía que pasaba algo con Henry, preguntándome una y otra vez lo que ocurría.
 


—Henry me engañó con otra.

Ella me consolaba pero cometí un error cuando dije nunca me tendría que haber comprometido con él, después la pude remontar afirmando que el compromiso, era de sernos fiel, cuando él no lo había cumplido. Según Diana debía olvidarme de él. La verdad era que no podía olvidarme de él, ya una vez lo había intentado, cuando creí que todo estaba bien y que las cosas mejoraban, volvió a romperme el corazón pero no creía que iba a volver y si volvía, yo ya no lo iba a estar esperando. Me había dado cuenta que nada ni nada podría cambiarlo y eso era lo que más me dolía

—Voy a dejar el colegio —dije sin vueltas.

—Me contó Zac pero no me quiso decir por qué, según él es complicado —dijo mi amiga, Diana.

—Creo que si te lo cuento me tomarías como loca. Tranquila no es que abandoné el colegio, estudio por las noches.

Diana seguía preocupada por mi; así que decidí hacer un hechizo para que recordara todo nuevamente pero para que me creyera fui tratando de hacer que mi pelo y ojos cambiaran de color, Diana se encontraba asustada sin poder creerlo.

—Si todo esto que me contaste es cierto, vos sos un ángel, yo fui un hada, Henry se casó con vos, Zac es tu guardián y encontraste a tu mamá, papá, media hermana que está completamente loca... Es mucho para procesar —sentándose en el sillón de terciopelo negro, era nuevo y cómodo.

Luego de la gran charla con Diana me dormí en un gran y profundo sueño, se encontraba mi chico hablando con Valeria sobre las cosas hirientes que había dicho. En el sueño decía que era mentira y lo había dicho para mantenerme segura. Lo seguí, sin que se diera cuenta, hablaba con Pamela. Parecía como si Pamela lo hubiera amenazado pero por qué y fue cuando entendí todo. Pamela había descubierto mi verdadera identidad, amenazó a Henry con que si no se apartaba de mi lado, yo iba a sufrir. Y decidió alejarme antes de que sufriera.




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