La Guerra Gloriosa [segundo Asalto]

Capítulo 1: Déjà Vu

Los 12 dioses del Olimpo eran llamados así porque se creía que vivían a modo de los antiguos jefes griegos en un palacio situado en la cima del Monte Olimpo, que en realidad es el monte más alto de Grecia.                                                                                                                                                                

Cada uno de ellos tenía sus propios atributos y representaba una fuerza de la naturaleza o una idea. Estos mismos dioses también eran conocidos por los romanos con otro nombre (e incluso con otras características).                                                                                                                                                    

Zeus: dios del cielo, Poseidón: dios del mar, Ares: dios de la guerra, Afrodita: diosa del amor, Hera: diosa de las mujeres, Demeter: diosa de la cosecha, Athena o Atenea: diosa de la estrategia, Apolo: dios del sol, música y poesía, Artemisa: diosa de la caza, Hefesto: dios del fuego, Hermes: el dios mensajero, Dionisio: dios del vino y por último pero no menos importante, uno de ellos que no vivía en el olimpo: Hades, dios del inframundo.                                   

Sin embargo... ¿Qué fue lo que pasó con ellos? La historia no nos cuenta qué sucedió con aquellos que derrotaron titanes, vencieron en guerras, fueron adorados por provincias enteras, vivieron aventuras, y ¿Por qué no? Vivieron como quisieron. 

¿Qué fue lo que realmente les sucedió? 

 

Moscú, Rusia

Kira Nikolai

— Atención, habitantes la la ciudad de Moscú. Un monstruo de clasificación Hydra está atacando la ciudad. Se les pide cordialmente no salir hasta que los agentes se hagan cargo de él. Repito. Atención, habitantes la la ciudad de Moscú. Un monstruos de clasificación Hydra está atacando la ciudad. Se les pide cordialmente no salir hasta que los agentes se hagan cargo de él. — dijo la voz de la mujer a través de los altavoces de megáfono que estaban estratégicamente distribuidos por todo Moscú. 

¿Los agentes se harán cargo del monstruo? ¿Se refieren a los agentes Temis? 

Bah. 

Qué montón de mierda. 

Estaba acostada, comiendo sopa de fideos instantánea sabor camarón extra picante, cuando de repente sonó la fuerte alarma de sonido de sirena y sonó la voz de Anoushka, la mujer de treinta años que trabaja en la agencia Temis de Moscú, una agencia mundial que se distribuye por todo el mundo y se encarga de combatir y eliminar monstruos. 

La voz de la mujer repitiendo el estúpido mensaje que probablemente se ha escuchado ya hasta en Bielorrusia comenzaba a fastidiarme, así que me paré de mi lugar a cerrar la puerta corrediza de vidrio que daba al balcón de mi departamento, y tan pronto como la cerré me senté en la mesa de metal y prendí la radio subiéndole el volumen al máximo. 

— Y en otras noticias, el empresario austriaco, Wolfgang Helios ha alcanzado el 2do lugar de los hombres más ricos del mundo, con su innovadora empresa Helios, que se ha dedicado desde sus inicios a crear armas, carros de combate, misiles y todo tipo de armamentos de guerra... — apagué la radio. 

Otro tipo hecho rico a costa de la vida de otras personas... Es una molestia. En especial porque no es mucho mayor que yo. Digo, yo tengo 19 años y soy una fracasada mientras que él tiene 33 años y es muy exitoso. Y no solo eso, sino que se hizo de su fortuna a la edad de... 19 jodidos años. Sí. 14 jodidos años siendo rico, mientras que yo aquí quejándome de un idiota al que ni siquiera conozco. Irónico ¿No? 

Me levanté de mi asiento y tras unos tres pasos, salí de la cocina y en el vestíbulo, tomé mi fabulosa parka, me la puse para abrigarme, me coloqué mi ushanka en la cabeza, posteriormente mis botas negras de charol de cinta y un bate, como siempre, cosa indispensable para poder salir siempre que ando en plan "me importan una mierda las advertencias" y decido salir de una vez por todas. 

Es agradable salir cuando la ciudad está en alerta. No hay nadie. Claro que hay monstruos, pero de algo me voy a morir ¿No? 

Ya afuera, me encontré en el callejón cercano a mi departamento con una pintura callejera de Perseo. 

Y nuevamente viene a mí este sentimiento. 

Por ahí lo conocen como Déjà Vu, el cual lo siento siempre, en especial con la mitología griega, siempre que hablan de dioses griegos ¿Por qué? Yo qué sé. 

Mi vida es misteriosa, pero tampoco es como que esté con las ganas de hurgar en mis recuerdos. Ya tengo suficiente con el presente como para andar pensando en el pasado o lo que sea. 

 

Portland, Oregón. EE. UU. 

Artemis Hunter. 

— ¡Apolo! ¡Despierta ya, pedazo de imbécil! — grité a la puerta a mi hermano menor, el cual ni siquiera daba señales de estar vivo. 

— 5 minutos más, hermanita — dijo él a través de la puerta. 

— Qué 5 minutos más ni qué carajos ¡Si no te levantas ya, me comeré toda la cena! — le grité y desde su habitación sonó un estruendo similar a la cerámica rompiéndose — cielos ¿Y ahora qué hizo? — me rasqué la cabeza. 

— ¡Alto ahí, idiota! — gritó molesto con una camisa al revés, por lo visto la que tiene la bandera de nuestro país, zapatos al revés y la ropa interior afuera de los pantaloncillos para dormir. 

— Apolo... ¿Duermes desnudo? — lo miré con ojos chinos llenos de incredulidad. 

— Este... ¿Qué hiciste de cenar? Huele delicioso — preguntó incómodo y bajó las escaleras. 

— Fui al supermercado a comprar carne molida para hacer hamburguesas. Por cierto ¿Dormiste bien? — le pregunté. 

— Sí, ese jodido entrenamiento estuvo más pesado que de costumbre. Por cierto, hermanita ¿Cómo que fuiste a comprar la carne? Creí que saldrías de caza — todas sus palabras las habló con la comida en la boca. 




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