La Guerra Gloriosa [segundo Asalto]

Capítulo 2: Mi Nombre Es Aid

El ruido era incesable. Cerré mis ojos. Mi alrededor era caótico. Inhalé profundamente. El monstruo con forma de león, pero color azul con rayas negras y una especie de aura azul que se percibía a kilómetros se acercaba peligrosamente a mí abriendo su hocico. No me importó y simplemente seguí caminando de su lado. 

Ya había pasado un día desde que salí de mi apartamento. No pude regresar debido a que grupo de monstruos empezaron a rondar cerca del edificio en el que vivo y era peligroso ir así sin más. Y aun así, hubo un impulso en mí que me rogaba ir y hacer cualquier idiotez, pero decidí no hacer nada. 

Es como si buscara sedienta el peligro. Como si estuviera a la espera de algo excitante. 

No sé qué sea, pero es bastante extraño. 

— ¡Oye! ¡Chica! ¡Corre! — gritó una señora desde una ventana al ver que un tigre iba tras de mí. 

Pero no hice caso. 

Sino que lo que hice fue apretar fuertemente mi bate, flexionar mis brazos, y finalmente, cuando el nekomata estaba a pasos de mí, la adrenalina se liberó fácilmente como gotas de agua y golpeé al gato gigantesco con todas mis fuerzas y después salí corriendo como mis piernas me permitieron. 

 

 

— ¿Viste eso? — Eón, quien estaba sorprendido le habló a Helios, que se encontraba observando atentamente desde la punta de un edificio con un par de binoculares. 

— Sí. Lo vi. Ese es nuestro hombre — dijo Helios alzando una ceja, formulando una sonrisa. 

— ¡Nuestra chica! — corrigió Eón por milésima vez. 

—... ¡Deja de molestar con eso de una puta vez! — exclamó Helios y le dio un golpe a Eón en el hombro. 

— Ay, qué geniecito — se quejó y se sobó el hombro, y ambos volvieron a divisar a Kira con los binoculares, pero esta ya se había dado cuenta de la pareja. 

Los miró de lejos con seriedad, después hizo una mueca de repulsión y salió corriendo. 

— ¡Se nos escapa! — dijo Eón y estaba a punto de saltar por la baranda, pero Helios lo detuvo con el brazo. 

— No. Vamos a esperar a ver qué hace. Yo me quedaré aquí y tú la seguirás — mandó Helios y de repente sacó un emparedado y empezó a morderlo mientras miraba los alrededores con sus binoculares. 

— ¿¡Qué!? ¿¡Y a mí por qué me toca la parte más difícil!? — exclamó Eón con sorpresa e insatisfacción. 

— Parece agradarte bastante la idea de que Hades sea una chica — dijo Helios con humor. 

— No, hermano. Es algo bastante perturbador, y más que conozco su identidad — Eón negó con la mano. 

— ¡Solo ve! — dijo Helios, acto seguido le dio un golpe a Eón en la espalda el cual cayó de la baranda. 

— ¡Hijo de...! — pero antes de que pudiera terminar su frase, el sonido se perdió por la altura. 

 

 

Me senté en un callejón tras un cubículo y suspiré. 

No sé quiénes eran, pero sí sé que me pareció algo asqueroso que me vieran desde semejante altura. 

Como sea, me paré, pero de la esquina por la que giré para perderlos salieron una persona, a la cual no pude ver por la oscuridad del callejón. 

— Vaya, vaya. Eres una chiquilla bastante valiente — dijo la voz de una mujer, y finalmente se hizo visible gracias a la poca luz del sol que entraba por la separación de los dos edificios — vi cómo acabaste con ese monstruo de nivel Hydra. Mi nombre es Dasha. Y... Soy dueña de un sitio de peleas clandestino. ¿Qué te parece si vamos allí? Pago bien por pelea ganada — la tal Dasha me sonrió ampliamente. 

—... ¿Eras tú la que me estaba observando? — pregunté con una ceja alzada. 

— ¿Mmm? Si no hubiera observado, ni siquiera sabría de tu existencia, preciosa — dijo y le dio una palmada a la orejera derecha de mi ushanka. 

Me quedé en silencio por unos segundos. 

— Vale. En ese caso, iré contigo — dije alzando una ceja. 

— ¡Oh! Eres atrevida — rió como encantada con este detalle — pero solo llevo a aquellos que no tienen nada que perder ¿Aún así participarás? 

— Ya eres bastante sospechosa al proponerme algo así, pero te has de imaginar que al vivir en el mundo en el que estamos, hay quiénes nunca han visto la paz — le dije con un semblante serio y calmado. 

— Bien. Entonces, sígueme — dijo y caminó por el callejón hasta llegar al puente de la autopista. 

¿Qué te sucede, Kira? ¿Estás loca? 

Bueno... Últimamente los monstruos han estado muy confianzudos alrededor de Moscú. Si un día salgo y no tengo cuidado, uno de ellos podría devorarme en cuestión de minutos. 

Literalmente puedo morir en cualquier momento, así que ¿Por qué no hacer las cosas más emocionantes? 

Finalmente llegamos a lo que parecía ser una bodega. 

— ¿Una bodega? — miré mal a la mujer que usaba un vestido de estampado de leopardo a pesar del frío. 

— ¿Te parece que los sitios de peleas clandestinas se encuentran en el centro de las ciudades, junto a alguna fábrica de vodka, ushankas como los que tanto amas o algún restaurante de 3 estrellas? — se acercó a mí mirándome con ironía. 

— Bien, ya entendí. Ahora quita — dije y la aparté. 

La mujer me miró con una ceja alzada, dudando un poco y finalmente tocó la escandalosa puerta de metal, de la cual salió una gruesa voz de un hombre. 

— ¿Quién es? — preguntó. 

— Alguien que apoya firmemente el comunismo y que ha traído a un nuevo miembro iluminado — ¿Qué? 

Entonces la puerta se abrió. 

... ¿¡Desde cuándo estoy en el movimiento comunista!? 

La mujer me hizo una seña para que entrara, y finalmente, dentro de la bodega gritos definitivamente audibles sonaron por todo el espacio, dejándome ver a hombres y mujeres de apariencia alborotadora. 

— ¿Y esto es...? 

— Una facción. O bueno, así nos llama el gobierno. Nos hacemos llamar Fraksiya i Brat-svo. O bueno, eso es lo que dice el jefe — dijo Dasha y rodeó los ojos. 




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