La Guerra Gloriosa [segundo Asalto]

Capítulo 4: Ya Lo Recuerdo Todo

Artemis Hunter 

Estaba sentada en las escaleras exteriores del departamento mirando atentamente al cielo. Por alguna razón, no me podía estar quieta. Sentía como si algo importante estuviera por suceder, pero... ¿Por qué? 

— ¡Artemis! ¡Artemis...! Oh, allí estás — habló Apolo mientras salió por la ventana y se sentó junto a mí — hice espagueti... ¿Te pasa algo? — preguntó al ver que lo le hacía caso y movió su mano frente a mi cara, según él queriéndome hacer reaccionar. 

— Mmm eso creo. Oye, hermanito ¿Aún sientes Déjà Vu? — interrogué. 

— Sí. De hecho, hoy tuvimos una clase de mitología en historia y cuando hablaron de Artemisa y Apolo, me sentía terriblemente autentico a un retrato de el tal Apolo. Claro que yo estoy más guapo, pero no se vale ser casi como yo — dijo mi hermano menor mientras suspiraba. 

— Sí, sí — sonreí graciosa — pues... Siento que algo va a suceder — confesé — algo muy importante. 

— ¿Como qué? 

— Tampoco soy adivina. Divina sí soy, pero adivina no — bromeé. 

— Perdón, su alteza — rió — como sea, ve a comer — me dijo y entró al departamento. 

Asentí sonriente y mi cara se tornó pensativa mirando el metal negro de las escaleras. 

Siempre hay que hacer caso a los fuertes presentimientos. Es algo que aprendí a la mala. 

 

 

Shoucheng Feiliao

— Cielos. Ese par de idiotas se perdieron — dijo Helios mientras se tallaba el puente de la nariz. 

— Oye... ¿Es verdad? ¿Esa chica y yo somos... Encarnaciones de dioses? — pregunté tras pensarlo seriamente por mucho tiempo. 

A decir verdad, ya había sospechado que mi vida no era normal en China. Todo lo relacionado con ese campo llamado mitología griega me daba el sentimiento de que en realidad podría haber algo más en mi vida. Y no tenía idea de que pudiera ser algo así. Aunque sinceramente nunca creí en cosas como los ancestros, debía saberlo. 

— Sí. Es verdad — dijo el tal Kairos — ¿Qué acaso no lo vez? Nos encontramos en Naxos de la antigüedad — dijo mientras señalaba nuestro alrededor. 

Bueno, era cierto. El tipo llamado Eón nos había mandado a este lugar, supongo que para recuperar nuestros recuerdos. Pero... 

— ¿Por qué mierda estamos vestidos así? — pregunté con rostro incrédulo. Helios y Kairos solo se alzaron de hombros — bueno. Ya que estamos aquí, compremos algo ¡Tengo hambre! — me quejé. 

— No podemos — dijo Helios y suspiró. 

— ¿Qué? ¿Por qué no? 

— Por que aunque estemos aquí, no hay manera de que podamos comprar algo. Ni siquiera podemos tocar a los habitantes o a los relacionados con cualquier viaje que hagamos en el tiempo. Esa es la razón por la que Eón nos trajo aquí, porque ni siquiera podríamos cambiar nada — explicó Helios. 

— Cierto. Mira — dijo Kairos con humor extendiendo su brazo para golpear a un hombre musculoso en frente suyo — ¡Mierda! 

¡Realmente lo golpeó! 

Helios y yo nos levantamos de nuestros lugares que eran montones de heno de un granero, y al ver que Kairos golpeó a un hombre, nos sorprendimos a más no poder. 

— Oye ¿¡Qué demonios te pasa!? — el hombre lo tomó amenazante de la ropa. 

— ¡Espere, espere! Este... Somos extranjeros y esta es una manera de saludar — reí nerviosa mientras me interponía entre el hombre y Kairos. 

—... ¿En serio? — su expresión cambió a una más gentil — ¡Ya veo! ¿Y qué era lo que se les ofrecía? — preguntó sonriente. 

— Este... Queríamos llegar a un templo — respondí poco convencida. 

— ¿A cual? — ¡Yo qué sé! 

— Al de... 

— Al templo de Deméter — dijo Helios con una elocuente sonrisa. 

— ¿Al templo de la diosa Deméter? 

— Ah... Sí. Ese templo. 

— Bueno, de hecho iba a ese templo a ayudarle al sacerdote Eumólpidas con la limpieza del templo. Si son creyentes de Deméter, entonces síganme, extranjeros — dijo el hombre y nos guió hacia una subida empinada. 

— Casi la riegas, Kairos — le dije mientras lo miraba mal. 

— ¡Lo siento! — dijo — pero en mi defensa, eso no es normal. No podemos tocar a ninguna persona o objeto del pasado porque somos como fantasmas. No tengo idea de qué haya pasado en el Inframundo con Hades y Eón — se puso a pensar. 

— Kairos tiene razón, Deméter. Probablemente algún suceso hizo que Eón perdiera el control y nos personificáramos como civiles griegos — dijo Helios mientras pensaba seriamente. 

— ¿Algún suceso? — pregunté. 

— Sí. En el Inframundo pasan cosas muy locas — dijo Kairos mientras reía. 

— Me lo imagino — dije con molestia, por alguna razón de solo pensar en esa chica Kira. 

No odio a las chicas que apenas conozco ni nada de eso, pero apenas la conocí, me pareció un completo dolor de trasero. 

— Oigan... ¿Ustedes saben cuál era mi relación con Hades como Deméter? — pregunté de repente. 

— Pff ¡Lo odiabas con todo tu ser! — exclamó Kairos, llamando la atención del hombre musculoso. 

— ¿Hablan de el dios Hades? No nos agrada mucho por aquí — nos susurró. 

— ¿Eh? ¿Por qué? 

— Normalmente le tenemos muchísimo respeto, pero es porque él controla la tierra. Ya saben. Es el dios más rico de todos los dioses, pero también el más despiadado y aterrador. Deben tener cuidado a la hora de hablar de él — nos dijo. 

— Si no, vendrá a por nuestras vidas ¿Cierto? — bromeé. 

— Hablo en serio, señorita. Tal vez no lo sepas porque no eres de por aquí, pero él realmente no pasa nada por alto — habló con temor — tiene secuestrados a dos hombres mortales por razones desconocidas y sabrá Zeus qué clase de torturas les practica... 

— ¡Silencio, Cérix! — habló un hombre con voz imponente. Todos volteamos hacia él — un siervo del templo de un dios no tiene por qué hablar semejantes cosas sobre otro dios. Más te vale disculparte con los dioses ¡Ahora! 




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