La guerra nunca acaba

Parte 6: Phaeris

Te colocas una ropa blanca ligera y seguido de la armadura de cuero, asegurándote que esta este bien ajustada, también que tu espada este en tu cintura; luego, sales de la habitación, que usan como almacén, y pasas por el gran comedor, donde solías esconderte de niña y obligabas a tu madre a sacarte de abajo a regañadientes; también cruzas el salón principal donde en un costado está el icono piano donde tu madre tocaba cuando estaba aburrida, y a decir verdad tocaba muy bien para no haber sido instruida. Hasta que finalmente llegas a la gran puerta de entrada, con sus increíbles 4 metros de alto y ancho. Atraviesas la puerta y respiras el fresco aire de Greenwood, un bosque verdoso con espesa vegetación y fauna poco hostil. Pisas el pasto y recorres el camino que sabes de memoria hasta donde te espera el duelo. Pero justo en ese momento escuchas como el viento cambia de dirección y una ráfaga de aire hace que tu cabello se desparrame por tu cara. Apresuradamente te quitas los mechones de pelo y puedes ver quien hizo ese desastre: Phaeris, tu dragón macho blanquiazul.

"Genial lo que faltaba", musitas molesta.

Phaeris desciende del cielo con sus enormes alas y aterriza bruscamente en el suelo causando un leve temblor. Empieza a acercar su cabeza hacia ti y abre la boca ligeramente mostrándote sus dientes afilados.

— ¿Qué quieres ahora? —dices apurada—. Mira si tienes hambre, ve a cazar que ya estas grande y hay muchos animales en el bosque, aparte hay un rio cerca —golpes el suelo con el pie repetidas veces impacientemente.

Phaeris, aun con la boca abierta, se acerca más y te empuja hacia arriba con su mandíbula, haciendo que pegues un gran salto.

— ¡Ahh! —gritas asustada mientras caes al suelo.

Tu cuerpo golpea la tierra junto al pasto, pero tu armadura de cuero evita el daño y solo sientes un leve golpe en la espalda. Te incorporas con dolor y le gritas a la bestia.

— ¿Qué te ocurre? —gruñes adolorida—. Largo, no quiere verte hoy ni mañana.

Phaeris retrocede lentamente y agacha su cabeza hasta el suelo y hace un gemido de dolor y se queda ahí.

No te interesa lo que haga y solo te vas, que no quieres verlo de momento.

En el camino te pones a renegar de porque tuviste que mimar demasiado Phaeris, pero aquello fue inevitable. Cuando tu madre te trajo a Phaeris, él era tan solo un joven dragón que media apenas 3 metros y tú solo tenías 12 años. Y como estabas muy emocionada imaginando que en un futuro el sería un enorme dragón que te defendería de cualquier cosa, pues lo consentiste demasiado: Le traías la comida y agua; lo limpiabas a diario; pasabas jugando toda la tarde con él; etc... Lo habías vuelto alguien dependiente a ti. Madre te había advertido que no deberías ponerle mucha agencia a Phaeris porque de lo contrario no aprendería a sobrevivir por su cuenta. Pero solo creías que eran exageraciones, que sobradamente él sería muy capaz de valerse por sí mismo.

Hubieras deseado haberle hecho casa a madre; al final de cuentas ella tenías razón. ¿Y cómo lo supiste? Pues fue una vez cuando viste como un lobo mediano había "asustado" a Phaeris que era 6 veces más grande que él. Ni si quiera había aprendido a expulsar las llamas que caracterizaban a estos. Apenas había aprendido a volar.

Cesy, el dragón hembra gris de tu madre, estaba correctamente adiestrado y, eso que él era ligeramente más pequeño que Phaeris, una ocasión ambos estaban a punto de pelear entre sí por una disputa de comida. Pero la pelea empezó y termino cuando Casi le quemo la cara una llamarada. Apartar de ahí Phaeris le tiene cierto "respeto".

Cuanto te gustaría poder reentrenar a Phaeris de la forma correcta pero ya es demasiado tarde, ya es un dragón adulto y dudas que cambie su actitud.

Ahora mismo no te gustaría pensar más en Phaeris, que ya sentías que te iba a estresar.

 



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En el texto hay: romance ligero, duelos con espadas, desarrollo

Editado: 09.07.2020

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