La hermana de Cenicienta

Prólogo

Todo el mundo sabe que soy malvada, yo también lo sé, pero cuando digo que yo no empujé de las escaleras a Nina, mi hermanastra, lo digo en serio.

Yo no lo hice.

Pero…

Nadie tomó mis palabras en serio en aquel entonces, ninguna persona me creyó, ni aquellas chicas a las que llamé amigas durante todo un año, ni aquellos chicos con los que pasaba el rato, no creyeron en mis palabras debido a la maldita idea preconcebida que tienen de mí, después de todo, para ellos me había mostrado como alguien sin escrúpulos, por eso, esas personas ni siquiera creyeron en mis palabras cuando Nina les dijo que había resbalado accidentalmente, ellos pensaron que ella estaba tratando de ayudarme a salir del aprieto debido a la relación que existía entre ella y yo.

Para ellos solo era una persona malvada que merecía ser castigada.

He soportado su acoso durante todo este tiempo, porque creí merecerlo, pero, ya no lo haré, ya me cansé, ya no soportaré más el abuso de este mundo, así que lucharé y les demostraré lo que una mujer malvada es capaz de hacer.

Ellos habían tocado mi escama inversa, me habían llevado a tocar fondo, ahora era el momento de demostrarles lo que las personas como yo hacemos cuando no tenemos nada que perder.

— ¡Basta! — espeté.

Todas las personas a mi alrededor que en algún tiempo considere mis amigos me miraban con expresiones llenas de desprecio y burla.

Para ellos yo solo era un hazmerreír.

Deseaban verme derrotada, implorante y suplicante.

Pues…

Yo no les iba a dar el gusto.

Ahora que mi familia se había quedado en la ruina, que debía vivir de la caridad de los demás, para este tipo de personas que estaban acostumbradas a estar por encima de todos, alguien como yo, solo era un insecto que podía ser aplastado en cualquier momento.

Mientras contemplaba el rostro lleno de desprecio de aquellos tres chicos que se hacían llamar los reyes del lugar, recordé como toda la miseria que estaba viviendo se las debo a ellos.

El acoso fue idea de ellos, la ruina de mi familia, todo el infierno que estaba viviendo en este momento era culpa de ellos.

Allen Rowling.

Isaac Sargent.

Luke Patterson.

— ¿Qué pasa, Alena? ¿Estás lista para lamer el piso y suplicar clemencia? ¿Acaso estás cansada de pagar tus pecados en nuestro infierno? — cuestionó Allen.

Quise reírme ante sus preguntas, él no sabía lo que era el infierno, desde que todo el castillo de arena que había construido fue destruido, vivía un infierno mucho peor afuera, mucho peor, que todo esto me parecía un juego de niños.

Aquel joven de ojos plateados que en el pasado había admirado me miró con un odio crudo, casi me sentí herida, pero, de nuevo, hace mucho tiempo que todos aquellos sentimientos tiernos dejaron de existir, ahora solo podía verlo como mi principal verdugo.

Nina, la cual se encontraba a su lado, me observaba con nerviosismo.

Ella…

¡Ah!

No valía la pena.

Al final este es mi karma.

Traté de exprimir la falda que se encontraba mojada, un agua color chocolate se escurría entre mis dedos.

Mi blusa se encontraba desgajada, mi cabello un completo desastre, lo único bueno de esta situación era que este era el último día de clase de mi segundo año, un año lleno de abuso, pero, mi tercer año será diferente, no era una advertencia, más bien era una promesa para mí misma.

— Cuiden sus espaldas porque el próximo año será diferente — dije con la voz más amenazante que pude sacar.

Recogí con toda la dignidad que me quedaba los libros que se encontraban esparcidos, antes de que pueda recoger el último libro, alguien más lo hizo por mí.

— Cerdita, deberías rendirte ahora y desertar siempre y cuando pidas clemencia, tal vez podamos hacer una excepción — comentó Isaac mientras sostenía mi libro entre sus manos.

Él…

Aunque sus palabras se escuchaban suaves y parecían más un consejo, sus ojos azules me contemplaban con una frialdad que me hizo estremecer por completo.

De todas los tres reyes demonios de la Royal Academy, al que más odiaba era a Isaac Sargent.

Lo detesto por haber jugado conmigo, lo odió por la forma en la que en mi primer año me hizo sentir especial, amada, a pesar de todos mis defectos, lo aborrezco porque para el chico de ojos azules como el cielo solo fui una forma de entretenimiento que cuando me vi envuelta en aquellos escándalos fue el primero en darme la espalda mientras me revelaba que para él solo fui un juego mientras que yo…

Negué con la cabeza mientras me enfrentaba a su mirada.

Él tampoco valía la pena.

— Nunca me doblegaré ante ustedes — mascullé.

Rápidamente, le arrebaté mi libro mientras me disponía a alejarme de todas estas personas hipócritas que con tal de demostrar su valía ante estos chicos eran capaz de todo.

Por el poder eran capaz de todo.

Cuando me encontraba a punto de abandonar el salón.

— ¡Alena! — gritó Nina haciendo que detuviera mis pasos — ¡Lo siento! — añadió luego de unos segundos.

Pero…

¿Qué sentía?

Realmente, yo era la que debía disculparme con ella, aunque todo esto del acoso que estaba viviendo estaba relacionado con ella, pero, después de todo, yo me había portado de una forma despreciable desde hace mucho tiempo.

Al final, yo era la hermana malvada de Cenicienta.




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