La hermana equivocada

6. No eres ella

Los latidos de mi corazón retumbaban casi tan fuerte como las campanas que colgaban a un costado del techo de la iglesia y juro que de haber sido posible podría haberle arrancado el brazo a mí padre por la fuerza que estaba empleando para sujetarlo. No me extrañaría si cuando se quitará su smoking para ponerse su pijama encontrase un enorme moretón en su antebrazo.

—Respira —me pidió—Y sonríe que tenemos decenas de personas observándonos, se supone que hoy es el día más feliz de tu vida —murmuró entre dientes adoptando la pose de un tipo feliz, sonriente y emocionado que estaba a punto de entregar a su hija.

— ¿Y por qué demonios se siente como si fuera el peor? ¿Y qué me estás entregando a satán en sacrificio?

Su cuello se giró mínimamente en mí dirección y me observó con sus ojos entornados.

—Acabas de nombrar al único ser que tiene prohibido la entrada en esta institución.

— ¿Qué? No puede ser tan terrible, después de todo William se encuentra aquí, es increíble que el edificio entero no se haya visto envuelto en llamas apenas cruzó la puerta con sus secuaces.

—Chist —me regaño— Cometemos errores porque somos humanos y estamos en nuestro derecho de hacerlo. No es un pecado equivocarse

— ¿Sabes que si lo es?— inquirí —Mentir y engañar, eso es lo que tú me estás obligando a hacer.

Si alguien bailará el vals con el señor pata de cabra hoy serás tu no yo.

— Ja ja , que chistosa ojalá que tus días de matrimonio no te quiten ese ingenio— sentenció y me entrego a William no sin antes darme un beso en cada mejilla y añadir —Compórtate.

El sacerdote nos ofreció una tímida sonrisa y daba por sentado que es la misma que ofrecía a cada pareja que se paraba delante de él, con la diferencia de que ellos estaban ahí por elección propia y emocionados por empezar a recorrer un nuevo camino juntos, en cambio aquí yo estaba en contra de mí voluntad cubriendo a alguien que decidió que el hombre de sus sueños ya no lo era más.

La sala quedó en completo silencio y él fue el primero en cortarlo

— William y Verónica , ¿vienen a contraer matrimonio sin ser forzados, libres y de manera voluntaria?

—Si— respondimos al unísono, él en un tono mucho más alto que el mío.

—Oh querida dilo las alto de otra forma alguien podría llegar a pensar que estás aquí porque alguien te ha puesto una pistola en la cabeza y te ha forzado a hacerlo.

La iglesia estalló en carcajadas, todos y cada uno de los presentes menos yo. ¿Es que estaba bien que alguien que estaba en contra del crimen y el castigo hiciera esa clase de bromas? ¿Y qué hay con eso de decir primero el nombre del hombre y no al revés? ¿Es que era de uno de esos que se dejaba guiar por los regímenes patriarcales? No me sería raro, teniendo en cuenta que mí querida hermana había escogido una iglesia completamente tradicionalista , repleta de esa gentuza que asume que la mujer solo sirve para complacer al hombre y quién solo se sentirá completamente realizada cuando tuviese un hijo.

Otra cosa en la que disentiamos. No es que ella fuese una fanática religiosa pero sí que tenía una mejor relación con el "Señor", en cambio yo prefería hacer un trato con el de abajo, de hecho estaba dispuesta a venderle mí alma con tal de que me salvará de esto.

— Si— repetí está vez un poco más alto e hice lo que pude para no poner mis ojos en blanco, consciente de que era una absoluta falta de respeto hacia el padre.

¿Al fin estaba haciendo su trabajo y quién era yo para juzgarlo?Se suponía que debían ser mis aliados.

—Perfecto exclamó soltando un fingido suspiro cargado de alivio—Temía que estuviéramos frente a una situación de secuestro o algo similar.

Más risitas. Y yo lo único que podía hacer era rogar que esta tortura acabase rápido.

— ¿Están decididos a respetarse y amarse siguiendo la vida del propio matrimonio, durante el resto de su vida?

Diablos el resto de nuestra vida sonaba como... Una eternidad. Trague con fuerza para deshacerme del nudo en mí garganta , deseando que quien se percatarse de eso pensará que se trataba de nervios propios del acontecimiento.

—Unan sus manos y manifiesten su consentimiento ante Dios y ante la Iglesia.

Nos tomamos de las manos y agradecía tener estos ridículos guantes para así no tener que lidiar con su frío y asqueroso tacto.

—William repite después de mí “Yo,William Sutton te recibo a ti,Verónica Wallace,como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.

— “Yo,William Sutton te recibo a ti,Verónica Wallace,como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días d…

Mientras lo observaba con mis ojos clavados en los suyos , esos mismos que me habían enamorado más de una década atrás me fue imposible no recordar a ese niño de 8 años que había encontrado escalando el árbol de mí jardín con la intención de colarse en nuestra casa del árbol, sin éxito alguno.

En aquella ocasión sus pies se resbalaron y cayó de la segunda rama más alta ,raspando su rodilla, era una calurosa tarde de verano por lo que no habían capas suficientes de ropa que lo cubrieran y protegieran. Ronnie estallido de carcajadas en cuanto su cabeza golpeó el césped y yo por otro lado espantada fui a casa a buscar el botiquín de primeros auxilios y me ocupe de sus heridas , con mis pupilas fijas en las suyas aquel día ejecute un pacto de silencio del que más tarde me arrepentiría... Yo sería quien lo protegería de lo que fuese con tal de que no sufriera... ¿No era chistoso? Si me lo preguntan creo que esto se me había ido de las manos.

—Veronica — el sacerdote chilló ante mí silencio, por lo visto había permanecido más minutos de lo que pensaba sin emitir un sonido.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.