La hermana equivocada

12. Nada será igual

En mí vida había tomado muy malas decisiones, eso estaba claro y no me arrepentía de ellas, a diferencia de la gran mayoría de las personas, en mí opinión estás han contribuido a que me encuentre en el punto en el que estoy hoy, han formado quien soy y de no haber existido posiblemente me habría perdido de varias experiencias y lecciones que vinieron acompañadas a ellas.

Sin embargo por más que le exigiera a mis neuronas pensar, estrujandolas a más no poder, mientras mis piernas tiritaban, no lograba dar con una buena explicación que justificara el porqué había aceptado esa apuesta.

Me acerque un poco más al balcón del cuarto con la vaga esperanza de captar así fuese un minúsculo rayo de sol que calentase mí piel y evitará así que agarrara una neumonía.

—Vaya eso sí que fue… Interesante— dijo William cerrando la puerta detrás de sí. Las gotas que caían de su cabello rebotaron en la fina alfombra que esperaba que no nos hicieran pagar—No te voy a mentir, fue divertido sin embargo hubiese preferido que hubieras tenido la amabilidad de dejarme que me quitara mis zapatos o al menos que limpiará mis bolsillos de mis pertenencias — sacudió su móvil en el aire, el cual permanecía con su pantalla en negro, completamente inusable.

—Lo siento mucho — me disculpé — Juro que no fue mí intención. Prometo que en cuánto me seque iré a la tienda más cercana a conseguirte otro.

Negó rotundamente con su cabeza.

—De eso ni hablar — sentenció— No permitiré que andes sola por las calles de una ciudad que no conoces…

Mis latidos se intensificaron en mí pecho sin mí consentimiento al percibir un deje de protección en su voz.

— ¿Desde cuándo a ti te importa lo que me ocurra?— lo cuestione porque… ¿Cómo no iba a hacerlo? Esta actitud no era propia de él.

—Desde que le prometí a Dios y a tus padres que cuidaría de ti, claramente, ¿aparte te puedes imaginar lo que dirán de mí si te pierdes y regreso solo a casa? Me tacharian como un pésimo marido y tengo una reputación que proteger — aseguro, alzándose de hombros.

—Wow, pobre de ella, no vaya a ser que mí torpeza la vaya a mancillar— masculle poniendo los ojos en blanco.

—Ya, ya,basta de este ataque pasivo—agresivo.

—¿Pasivo—agresivo? Para mí tienes una versión distorsionada de la realidad porque no hay nada de pasivo aquí.

—Confía en mí, lo hay, te conozco y sé que sí quisieras podrías ser mucho más brutal que esto— me rebajó con la mirada— Si te lo propusieran podrías acabar con mí integridad.

—Pues… Tan equivocado no estás — confesé.

—Lo ves, no es tan difícil ponernos de acuerdo. Quién dice quizás si seguimos en esta sintonía no sea tan compleja la convivencia.

—No te hagas tantas ilusiones — respondí.

— ¿Por qué no? En el pasado nos hemos llevado bien— contestó confundido.

Me mordí la lengua para no soltar lo que pasaba por mí mente: Sí hasta que decidiste romper mí corazón y hacerme sentir como una completa basura.

— ¿Por qué no hacemos una cosa?— planteo— ¿Nos cambiamos, buscamos un nuevo teléfono y de paso tomamos algo en el café a la vuelta del hotel? Así podremos discutir los términos de este matrimonio.

Medite su propuesta unos segundos.

—Ok..Okay, pero juro que en cuánto menciones lo de consumar nuestro vínculo en la cama, te tiraré la bebida sin importar que tan caliente este y me iré, dejándote solo.

—Entendido— asintió— Ya que estamos aclarando ciertos aspectos, déjame preguntarte, ¿por qué rayos me tiraste al agua? Porque me arrastraste contigo? Si mal no recuerdo fuiste tu quien perdió la apuesta— añadió, acercándose a una silla para tomar una toalla y secar su cabello.Un mechón rebelde caía sobre su frente intensificando su atractivo.

—Porque si yo me hundo , tu me hundes conmigo—aclare.

—No debería darme miedo porque dudo que pueda estar más hundido de lo que estoy ahora y aún así confieso que los vellos de mí brazo se han erizado— lo estiró para que lo viera y me observó atónito mientras permanecía alejada de él — Acércate, no te morderé. Palabra de scout— agregó haciendo la típica seña.

Mi ceño se frunció ante este gesto.

—Perdona si no confío en ti,no tengo otra alternativa, no cuando tengo una marca en mí brazo todavía que prueba que si lo haces.

—No seas exagerada, es imposible que sea así— exclamó divertido— Y que conste que lo hice para salvarte la vida, eso te pasa por querer demostrarme que puedes hacer mejores nudos que yo. Uno tan bueno que casi te corta la circulación.

Su mirada se encontró conmigo y puede haber sido la familiaridad que sentí al tenerla sobre mí lo que me permitió bajar la guardia y echarme a reír al rememorar tan absurdo acontecimiento.

—Menos mal que te rendiste a tiempo y comprendiste que no serías una buena marinera. Lo que fue un alivio para todos, lo último que necesitábamos era que chocaras la embarcación familiar.

— ¡Ey!— me queje— Bien que te la pasabas de perlas cuando jugábamos a los piratas— le reclamé.

—Por supuesto,no obstante eso no quita que eres un desastre en ese área.Por suerte tienes otras habilidades que resaltan— comentó, guiñandome un ojo.

¿Qué demonios significaba eso?

—Ya corta el rollo. Pongámonos ropa seca y salgamos de aquí— mordí mí labio— De nuevo, siento haber roto tu teléfono.

—Descuida, al fin y al cabo no quedaba nada en él que valiera la pena.

La culpa me tomó entre sus brazos al entender inmediatamente a qué se refería.

— ¿Quién lo hará primero?— inquirió ante mí silencio.

—Tu. Hazlo tú.

— ¿Por qué?

—Porque eres el hombre de la relación y tienes que dar el ejemplo. Sé un caballero — lo anime.

Una fina línea se dibujó en su frente ante mí comentario.

—Eso suena muy machista de tu parte— farfulló — Aunque… Como quieras. Eso sí… Date vuelta— ordenó.

—¿En serio?

Asintió.

—Hablo MUY en serio. No me apetece que me veas. Porque si lo haces te enamoraras de mí y si eso ocurre no hay vuelta atrás.




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