La hija de dragones

Capítulo 5.

Reino de Unitra.
Narrador Shaera/Saphira.

La profecía hablaba de una princesa que nacería con la capacidad de controlar a los dragones, criaturas majestuosas que habían desaparecido del reino hacía mucho tiempo. El rey Bastián, intrigado por este sueño recurrente, decidió convocar a todos los brujos del reino para que le ayudaran a desentrañar el misterio.

Los brujos, al enterarse de la profecía del rey, se pusieron manos a la obra con un hechizo ancestral. Con sus varitas mágicas y sus conjuros, lograron enviar su magia a la princesa que nacería en el futuro, una princesa destinada a ser la hija de dragones. Aunque los brujos ya habían fallecieran, su magia persistía en el mundo, encarcelada hasta que llegara el momento adecuado para ser liberada.

Los rumores se esparcieron como el viento entre los habitantes del reino de Unitra. Algunos hablaban de la locura del rey Bastián, quien, obsesionado con sus sueños, había convocado a los brujos, aquellos seres que muchos consideraban peligrosos y que habían sido desterrados de la sociedad. Otros, más supersticiosos, veían en la profecía un augurio de calamidad, temiendo que la llegada de la princesa traería consigo no solo el renacer de los dragones, sino también la destrucción de su mundo.

Mientras tanto, en la penumbra de la torre del castillo, los brujos trabajaban incansablemente. Sus rostros estaban iluminados por la tenue luz de las velas, y el aire estaba impregnado de un aroma a hierbas y especias. Con cada conjuro, sentían cómo la energía mágica se acumulaba, un poder que había estado dormido durante siglos, esperando el momento propicio para despertar. Sin embargo, a medida que la magia se intensificaba, también lo hacía la inquietud entre los brujos. Sabían que estaban jugando con fuerzas que no podían comprender del todo.

En el pueblo, las habladurías se tornaron en miedo. Las gentes comenzaron a ver en cada sombra un dragón, en cada susurro del viento un presagio. Las viejas leyendas sobre las criaturas aladas que una vez surcaron los cielos de Unitra se contaban con un nuevo fervor, y las historias de su desaparición se entrelazaban con advertencias sobre el regreso de lo que había sido desterrado. Las familias se reunían en torno a las hogueras, compartiendo relatos de héroes y villanos, de dragones que protegían y dragones que destruían.

El rey Bastián, ajeno a la creciente inquietud de su pueblo, continuaba su búsqueda de respuestas. En su corazón, albergaba la esperanza de que la llegada de la princesa no solo restauraría el equilibrio perdido, sino que también traería consigo la redención de su reino. Sin embargo, la sombra de la duda comenzaba a cernirse sobre él. ¿Y si, en su afán por desentrañar la profecía, había desatado fuerzas que no podría controlar?

A medida que pasaban los días, el eco de la profecía resonaba en cada rincón del reino, y al fondo de un bosque de penumbras se encontraba el padre de Malkai el cual tenía la ambición de tener la magia de la futura princesa, pero algo le decía que no llegaría a tener la dicha de tener tal poder, por eso lanzó una hechizo en el cual; cuando la venida de la princesa estuviera cerca los reinos se dividirían creando caos y conflictos.

- Eso me lo dijo mi padre shaera, los rumores llegaron a tal nivel que cada criatura magica se enteró de la profecía - es increíble, no creo tener palabras para todo lo que me cuenta Saphira

-¿ Y por qué los dragones desaparecieron Saphira ? Como te salvaste de ser un sacrificio - como es posible que mi bella dragona se haya salvado.

- Por qué los brujos de magia oscura mataban a nuestras crías para hacer hechizos más poderosos - sus crías habían sido sacrificios de esos monstruosos magos solo por poder.

-¿ Y que más paso Saphira ?- ¿ Por qué todo empezó a ir para mal?.

- El reino tenía una atmósfera cada vez más tensa, las habladurías sobre la profecía y el que volvieran los dragones se esparcieron rápidamente, y la incertidumbre se cernía sobre todos los corazones de los habitantes, mientras en una de las torres del castillo, los brujos seguían su labor, cada vez más concientes de que el poder de tu magia sería algo monumental.

- que extraordinario es todo esto - no tengo palabras para describir esta situación.

-Sí, extraordinario y aterrador a la vez -respondió Saphira, sus ojos centelleando como estrellas doradas bajo la luz de la luna. -La danza entre el destino y la ambición es una melodía compleja, Shaera. La magia que despiertan los brujos tiene el potencial de cambiarlo todo, para bien o para mal.

Shaera miró hacia el cielo nocturno, donde las constelaciones parecían resplandecer con una luz propia. Había algo en esa vastedad que la llenaba de una mezcla de esperanza y ansiedad. ¿Qué significado tendría para ella, una princesa del reino destinada a ser la hijadelosdragones, ser parte de una profecía tan inmensa?

-Pero, Saphira, si hay una posibilidad de que los dragones regresen en su totalidad, ¿no sería grandioso? -exclamó, su voz llena de emoción. -Podríamos sobre volar los cielos con ellos, volver a establecer la conexión entre humanos y dragones, en Unitra solo hay 5 dragones.

-No todo es tan simple, querida -interrumpió Saphira, con un tono grave que hizo que Shaera frunciera el ceño. -La llegada de los dragones no solo traerá su majestuosidad, también despertará viejas rencillas, resentimientos olvidados y los antiguos juramentos... y el caos que tememos podría ser solo el principio si no se maneja con sabiduría.

-¿Pero de verdad hay alguna esperanza de paz? -preguntó Shaera, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. La imagen de su padre, el Rey Bastián, luchando por mantener el equilibrio, se formó en su mente pero el recordar como su padre intento casarla a la fuerza cambiaba todo.

-La esperanza siempre existe -respondió Saphira-, pero depende de quienes estén dispuestos a luchar por ella. La profecía está escrita en piedra.




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