La Hija Del Olvido

Capítulo tres. Deja de vivir 

Su respiración era pasiva, después de una noche donde los dolores no la dejaron descansar, ella al fin había logrado conciliar el sueño. Su madre tenía una resistencia inimaginable. Años fue testigo de cómo, pelea tras pelea con su padre, terminaba agotada y aun así sacaba energías para dedicarle tiempo, para escucharlo, para regalarle una de sus tantas sonrisas armoniosas y con el paso de los años aprendió que nada derribaría a Alaia, y esa horrible enfermedad no sería la excepción.

—Deja de robarme la poca belleza que me queda —dijo su madre con la voz rasposa, abriendo esos ojos de azul tan oscuro e intenso que parecían negros—. Sentí tu presencia hace rato, ¿algún día dejarás de mirarme mientras duermo, Kalen?

Era una extraña costumbre que tenía desde niño, después de contarle un cuento por las noches, la que terminaba dormida primero era su madre y aunque el cáncer la estaba consumiendo… ella seguía siendo hermosa ante sus ojos.

—En realidad, veía cómo una mujer tan linda y carismática puede roncar como tractor viejo —respondió Kalen con el mismo tono que Alaia usaba cuando lo atrapaba en una travesura, mientras la ayudaba a sentarse para que tomara agua del vaso que le acercó—, ten consideración con la gente que vive aquí, madre.

Y aunque su sonrisa no llegaba a resplandecer como años atrás, sus ojos sí lo hacían.

—Es fin de semana, Kalen… Aprovecha que tu padre no llega hasta mañana y sal a divertirte. —comentó con seriedad, tomando su mano.

—No dormiste mucho…

—¿Y tú te quedas para dormir por mí? —soltó levantando su ceja—, deja las excusas. No llegaré a verte creando una familia, por lo menos, regálame la dicha de salir de esta jodida cama porque recibí una llamada de la comisaría, te atraparon haciendo disturbios en un bar, al golpear a un extraño que te quiso robar a tu chica y como tengo un hijo posesivo, le salió lo neandertal.

—Tienes una imaginación muy… telenovelera y dramática. —Ambos soltaron la carcajada—, ya no dejaré que Julia te traiga el té por las tardes. ¿Puedes creer que hace dos días me pegó un susto de muerte? Justo iba entrando cuando gritó ¡¡AY, NO PUEDE SER!! ¡¡POR FIN LE DIJO QUE LA AMA!! —relataba arrugando su ceño—, daba saltitos y aplaudía, hasta que me vio y dijo con ese tonito de Robotina “No tiene derecho a criticarme, si ni novia tiene”. —Recordó cómo esa mujer se iba indignada, tomando su librito y desapareciendo por el pasillo—, ya te contagió de sus corazones y suspiros.

—Son alimento para el alma… —comentó Alaia con lágrimas en sus ojos al reír de los gestos de su hijo y recordando que Julia era muy… expresiva cuando se trataba de sus historias románticas—. Hablo en serio, Kalen. Hay muchas chicas por conocer… ¿Eres gay, acaso? —soltó mirándolo inquisitiva.

—¡¿Qué?! No, no soy gay, he tenido citas. —Y su madre lo miró incisiva—. ¡CON MUJERES! ¡Por Dios, madre! Estás peor que Julia. —No comprendía a esas dos mujercitas, era como si les hubiera entrado la etapa de casamenteras. Sin embargo, poco duró en el semblante de Kalen la diversión cuando recordó que esa etapa de fiesta para él ya había terminado.

Su madre notó el cambio en su expresión, Kalen hacía tiempo había dejado de ser ese jovencito que quería comerse el mundo, justo el día que a ella le detectaron la enfermedad y él no estaba por haber salido de fiesta con sus amigos. Sin embargo, aunque le había repetido que no fue su culpa, desde ese momento se convirtió en un hombre sin vida, un hombre que dejaba que el trabajo lo aislara de vivir.

Siempre a la orden de lo que su padre le mandara, ya que la enfermedad le cayó como anillo al dedo para manipularlo.

—Deja de vivir así, Kalen. Esto no hará que se me quite el cáncer, voy a morir. —Lo vio con intención de refutar, así que le clavó la mirada para que la dejara continuar—. Es la verdad… Pero no voy a permitir que mi hijo se muera conmigo, ya has desperdiciado mucho tiempo. No le des más poder a tu padre, estudiaste lo que quiso, independiente de que encontraras la pasión por la arquitectura. Trabajas en su empresa cuando odias llevar proyectos para gente rica, que no le importa dejar sin hogar a personas que no cuentan con los recursos y aunque has logrado ponerlo en la cima, en el fondo sabes que no es lo que deseas para tu vida.

Ya habían pasado cinco años desde que recibió la peor noticia, para Kalen no fue fácil asimilarlo y sobre todo aceptarlo. Su madre tenía razón, no amaba la arquitectura, pero de alguna manera descubrió que es muy bueno diseñando planos y cuando menos lo esperó fue el mejor en su clase. Quería algún día formar su propio camino, sin depender del apellido Dimou, pero sí aprovecharía lo que este le dé para cumplir su sueño. Sin embargo, como todo universitario, disfrutaba de la vida nocturna y libertina que lo envolvía después de una semana de estudio. Precisamente esa noche en que estaba con sus amigos en un bar, los guardaespaldas de su padre fueron por él sin darle una explicación para llevarlo al hospital central de la ciudad.

Su padre fue directo, sin filtro y sin una pizca de dolor al decirle que su madre estaba muriendo mientras él se hallaba de fiesta, como si ya hubiera logrado algo importante en su vida. Le mencionó que la empresa estaba en bancarrota y no podía costear la enfermedad de su madre. Tan cínico se lo dijo, cuando todos estos años se había beneficiado de la fortuna que su abuelo le dejó a su madre, pero para Kalen fue un golpe de realidad, haría lo que le pidiera, aceptando trabajar a sol y sombra para poder lograr los mejores contratos mientras su madre tuviera a los mejores doctores a su lado.

Y mientras recordaba cómo su vida dio un giro desde ese día, algo en su pecho se encendió, una pequeña chispa que lo inquietaba desde que conoció a aquella mujer de la bicicleta… Sabía que no la volvería a ver por el mismo camino que lo llevaba a su mansión, pero tal vez si salía al mundo exterior tendría la oportunidad de encontrarla.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.