La Historia que Nunca Tuvimos

MEMORIAS QUE NO SON MIAS

El dolor de cabeza no cesaba, esa noche soñé con la playa, no una en particular. No una que reconociera.

Solo una extensión infinita de arena dorada, con olas suaves y viento cálido. Caminaba sola, descalza. El sol no quemaba. El mar no asustaba.

Y entonces, de espaldas, vi a alguien. Estaba sentado en una roca. Cabello oscuro, camisa blanca arremangada. No podía verle el rostro, pero sabía que era él.

—David… —susurré.

No volteó.

Pero me respondió sin moverse.

—Hola, amor mío.

Desperté con lágrimas en los ojos.

No lo habíamos dicho así. Nunca de ese modo. “Amor mío”. Tan claro. Tan… fuera de lugar.

Era como si la frase no viniera de este mundo, como si alguien más me la hubiera dicho antes. En otro idioma. En otra época. Pero con la misma voz.

-¿Qué me está pasando? ¿Por qué me siento tan extraña? Ya no aguanto este dolor de cabeza, algo no está bien, yo no estoy bien.

Los días siguientes fueron extraños. Pequeños detalles que me hacían detenerme, mirar al vacío y sentir algo familiar sin razón.

Vi una película con Dany, y cuando apareció una escena de trenes, sentí el corazón latir con fuerza, como si alguna vez yo hubiera estado ahí. En un tren. Esperando a alguien que no llegó.

Abrí un libro antiguo en mi cuarto y en una de las páginas estaba subrayada la frase:
“Volvería a cruzar el tiempo si al otro lado estuvieras tú.”

No recordaba haberla marcado.

Pero mis manos temblaron.

Una tarde, abrí un cajón viejo y encontré algo que no estaba antes: una fotografía mía en blanco y negro, con un vestido antiguo y un chico de rostro borroso a mi lado.

Pensé que era una broma de Dany. Pero Dany juró que nunca la había visto.

Yo tampoco. Y, sin embargo, sabía lo que sentía en ese momento. Sabía que estaba enamorada. Sabía que ese chico… era David.

Empecé a soñar con calles empedradas, con cartas escritas a mano, con nombres que se me escapaban al despertar y una sensación profunda en el pecho… como si alguien me estuviera llamando.

Una noche, mirando al techo de mi habitación, susurré:

—¿Y si David tiene razón, y si no son solo sueños? ¿Estoy despierta?

Y sentí una brisa pasar junto a mi oído.

Como una respuesta sin palabras.

Algo dentro de mí empezaba a recordar.
Algo que no viví.
Algo que me amó primero… en otra vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.