Soy una mujer de 35 años con una vida ya hecha, tengo todo lo que podría desear, sinceramente quizá mi vida sea un poco aburrida. Llegue a mi departamento buscando una serie de documentos pero no pensé encontrar “eso”. Cuando lo vi automáticamente las lágrimas cayeron sin que yo pudiera detenerlas, caí al piso y abrace ese pequeño trozo de papel, ese trozo de papel que fue el comienzo de una historia de amor que jamás voy a poder olvidar.
Tenía 17 años y a mi corta edad era una adolescente común, no tenía ninguna clase de vicios, era floja únicamente, aunque creo que mi peor defecto era ser enamoradiza, siempre me enamoraba del chico menos indicado y por lo tanto ya había tenido varios fallos amorosos.
Y el último fallo lo había tenido a mis 16 años, fue un chico mucho mayor que yo, hermano de mi mejor amigo, estaba muy enamorada de él, así como de los otros pero creo que esta vez fue más especial o tal vez lo recuerdo más porque me marco de cierta manera, me fue infiel.
La infidelidad creo que es algo común en esta vida, creo que a todos nos han sido infiel una vez en la vida y a mí me toco también pasar por ello.
Salí adelante y ahora me encontraba más tranquila, no sabía que esa tranquilidad me duraría poco hasta que lo conocí a él, mi único y verdadero amor.
Había olvidado decir mi nombre, creo que quieren saber quién soy, obviamente mi nombre real no lo diré pero pueden llamarme Lauren, me gusta más ese nombre que el mío realmente, lo que voy a contar es una historia vista desde mi corazón, un corazón que aun siente la ausencia de su otra mitad, el amor de tu vida solo llega una vez en la vida y créanme que es lo más hermoso que puede pasarte pero cuando lo pierdes sientes el dolor más grande que jamás imaginaste sentir, día a día me quema el pecho pero aprendes a vivir con ello o al menos yo pude aprender, quizá algún día olvide como era su rostro, u olvide como se escuchaba su voz o quizá simplemente olvide su nombre pero lo que jamás voy a olvidar es lo mucho que lo ame.
Era una simple y sencilla tarde de Julio o Agosto realmente no lo recuerdo con claridad pero si recuerdo que era lo que estaba haciendo ese día, como cualquier adolescente común me encontraba en Facebook viendo videos mientras esperaba que mi novio se conectara para poder conversar, típica tarde desperdiciada en una tonta red social.
No sé si fue cosa del destino, realmente no sé qué fue pero con los años lo pude entender, alguien recuerda esa leyenda japonesa del hilo rojo, pues creo que conmigo fue así o quizá solo es la ilusión de pensar en eso mientras abrazo este pedazo de papel, sigo en el piso sin poder contener las lágrimas, no puedo hacerlo esto puede más conmigo.
Esa tarde un familiar trajo un pequeño par de pollos, muy curiosos y muy bonitos a decir verdad, yo amo a los animales, definitivamente me encantaron ese par de pollos.
Seguí navegando en Facebook hasta que vi un anuncio un poco raro en un grupo de compra y venta de la ciudad en la que vivía “Alguien que tenga un pollito, podría escanear su huella, es para una tarea, pago lo que sea”, eso decía el anuncio definitivamente era algo raro y gracioso yo tenía en ese momento pollitos así que conteste “Yo puedo”, pero a la par también me desconecte un momento, cuando regrese vi mis mensajes de Facebook, tenía varios del chico del anuncio, por cierto se llamaba Leandro, ese día comenzó una amistad, una bonita amistad.