Todo comienza en un cuarto muy pequeño con vientos soplando por una ventana diminuta, rayos del sol acariciando mis cortinas con mi rostro mirando el techo, recuerdo que apenas empezaba el día y me dirigía a mi escuela. El primer día tenía la mente en blanco en aquel entonces, no prestaba atención a mi alrededor ni a quienes me hablaban, no pensaba pero es el único recuerdo que tengo donde comencé a vivir o por lo menos el más importante que guardo en mi corazón, el clima y la brisa, la calma junto a ellas.
Mi primer día en la escuela no fue nada en especial realmente, un puñado de niños sentados en esquinas del patio esperando el permiso de la directora para formarse y subir a los salones, igualmente, estaba sentado en una esquina como siempre con la vista perdida en el piso, el cual me había puesto de costumbre mi padre por si una moneda encontraba, hasta que levanté la mirada y encontré algo que sobre salto mis ojos y de inmediato me hizo interesar, era una muchacha cuyos ojos me hicieron cuestionar el verdadero color del cielo, estuve echando miradas por momentos hasta que sonó la campana y fuimos hasta nuestros salones.
Los escritorios estaban en filas horizontales de seis y había una columna de 4 detrás de cada una, me senté al final en una esquina con columna de compañía y ventanas a mi espalda, para mí sorpresa aquella muchacha del patio se sentó en mi salón llamando mi atención por un momento hasta volver a mirar la superficie de mi escritorio, pues como dije no hubiera mucho que llamara mi atención, menos me interesará. Hablaba con compañeros de vez en cuando pero siempre dormía en los recreos o en clases.
Llegaba a casa con mi habitación recibiendome junto a mi ventana con brisas tan suaves, disfrutaba del sueño toda la tarde y noche, pero ese día pasaban por mi mente aquellos ojos que había visto, lo cual me hizo pensar y ver a mi alrededor por primera vez cuestionando el lugar donde me encontraba hasta llegar aquella pregunta que me marcaría toda la vida.
<<"¿Bruno, realmente tú eres feliz ?" Por qué realmente has estado en compañía de la tierna soledad junto a tu cama, has dormido y comido como un animal y como cualquier animal no has pensado ni cuestionado nada>> me dije.
—¿Acaso se necesita estar acompañado para ser feliz, pues soy feliz ahora—
<<¿Bruno, acaso estamos viviendo felices por qué no hay nadie? O ¿solo estamos viviendo en calma por qué no hay nadie que nos haga sentir solos?>>, Aquella pregunta me había dejado consternado y no me dejó dormir hasta más tarde. será acaso que... ¿Estoy solo?.
Desperté, pero está vez tapando la luz con la palma, contemplando mi ser, pensando de camino a la escuela sobre aquella pregunta tan repentina. Llega la hora del almuerzo y no puedo evitar observar a aquella chica hablar con mis compañeros hasta que llega a mis oidos una pequeña evidencia de su ser,"Lenna" fue el nombre que escuche de repente, aquella chica había dejado marcada su existencia con aquel nombre en mi vida.
Justo ese mismo día, se me acercó una chica a hablar, la cual se presentó de manera enérgica y sobresaltada como si el tiempo la amenazase, aunque no la culpo pues el tiempo vuela en cuando suena el timbre del recreo. Conversamos por un rato, me había contado que le gustaba el mar pero que nunca habia tenido el gusto de conocerlo en persona pero sentia que escuchaba el ruido de las olas cada que corría o eso creía, para ser alguien tan enérgica y sociable no era de su gusto hablar con muchas otras personas,<<pues los ruidos interrumpen a las olas chocar y disfrutar de su sonido tan armonioso>> fue lo que me dijo.
Termina la escuela y como un grupo de hormigas salimos a nuestras casas, miro al suelo mientras camino veo la brea oscura con polvo acumulado que no ha sido barrido desde que su creación y no puedo evitar pensar otra vez.
—Hoy he escuchado su nombre, "Lenna", es un bonito nombre y se oye muy especial—, ¿acaso sus ojos son los que hacen que su nombre resuene en mi cabeza?.
Tal vez, deba dar una señal de vida como ella ha hecho en la mía o solo debo dormir como hago siempre.
Rayos, si de algo estoy seguro es que la existencia es complicada para cada uno. Me preguntó si en verdad es necesario existir para el resto o acaso deberé demostrarme a mi mismo mi propia existencia, me hablan y me escuchan hasta son capaces de sentirme pero al viento también, sin embargo, olvidan la existencia de este y lo confunden con el aire, ¿acaso yo existo más que el viento? O ¿también me confunden? ¿Cómo aquellas gotas que se ven en las ventanas con identidad propia pero son llamadas lluvia?.
Al llegar a casa me reciben mis padres, son buenas personas estoy seguro de ello pero por ahora no puedo ver sus rostros mucho menos recordarlos en aquel entonces, pero se que son buenos, preguntan mi día les respondo que bien, preguntan cómo me va, les digo que bien, preguntan una y otra vez, respondo cada una con una respuesta corta saciando su interés. Últimamente estoy pensando más de lo usual, logro notar sus rostros cansados, agotados y sobretodo estresados antes de irme a la cama, cierro la puerta y me acuesto donde miro al techo, luego a mi pared finalmente a mi ventana repitiendo el ciclo cada cierto tiempo.
<<Nunca había visto a mis padres tan cansados>> la pregunta resuena en mi mente—¿acaso he comenzado a vivir? ¿Y al vivir he tomado en existencia lo que me rodea?—. siento una tristeza alejada de la lastima por mis padres, acaso ¿ellos también se han comenzado a cuestionar su existencia? O, ¿su existencia los ha llevado al borde de la miseria dónde se encuentran?.
Si de algo estoy seguro es que existir da miedo pues conlleva a cosas de las cuales desconozco ahora pero mas pronto vendrán a mi.
Me levanto de la cama otra vez, me dirijo a la escuela una vez sentado, me saluda la chica de aquella vez. Cambia de lugar a mi lado y me pregunta cosas comunes de compañeros, tenemos charla por un momento hasta que llega la maestra a la cual nunca he podido tomar importancia. Explica unas cuantas clases de biología y pregunta cosas del tema.