La inquisidora

1

hola! si la obra les gusta, por favor comenten y puntúen. Me serán de gran ayuda :D 

 

Capítulo 1

Lisaira Fort apartó la vista de la ventana antes de que las horripilantes imágenes le frieran el cerebro. La nave estelar, bautizada como Luz Nova, se dirigía hacia el sistema Vestor y su paso por el Infrauniverso se había visto agitado por una tormenta de almas que intentaban entrar en la nave. Gracias a los sellos divinos que estaban pintados en su casco, los seres etéreos habían mantenido una distancia respetuosa, pero los más osados siempre intentaban infiltrarse y poseer a cualquiera de los tripulantes.

—¿Ya casi llegamos? —Preguntó Robian, la joven que estaba a su lado y que, al contrario de Lisaira, no podía apartar los ojos de los espíritus.

—Estamos por salir. Deja de mirarlos. La seducción de las Sombras te encadenará y no podrás salir.

Dijo esa advertencia con los pies sobre la tierra. Lisaira, al igual que todos los inquisidores, comprendían los peligros de dejarse llevar por los espíritus del Infrauniverso. Zarandeaban al Luz Nova, como si quisieran sacarlo de sus dominios y arrojarlo al vacío del espacio.

—TIEMPO DE LLEGADA AL SISTEMA VESTOR, MENOS TREINTA SEGUNDOS. ACTIVANDO ESCUDOS DE INERCIA.

La voz de la nave se oyó por los altavoces de todas partes. Lisaira empujó a su aprendiz y se lo llevó de regreso al puente de mando. La capitana Elvira estaba ahí, sentada con los muslos cruzados y una expresión aburrida en su rostro lleno de cicatrices de batalla. La inquisidora se quedó detrás de la oficial y vio trabajar al resto de la tripulación en sus consolas de mando. Frente a ellos, la gran pantalla principal mostró una variedad de colores y formas que le recordaron al interior de una estrella. El Infrauniverso era demasiado complejo como para explicarlo, y sólo algunas naves podían cruzarlo sin salir hechas trizas.

El tiempo se detuvo mientras los escudos de inercia se activaban. Lisaira sintió que su estómago se volvía por completo. Sus moléculas vacilaron en tanto el Luz Nova era arrojado fuera del Infrauniverso, con hilos de energía azul todavía aferrados a su súper estructura de carbono. La realidad envolvió la nave y Lisaira regresó.

La tripulación echó vítores. Cualquier salida exitosa debía celebrarse. En ese momento, Elvira se levantó de su trono y miró al planeta Vestor, que giraba delante de su nave. Era un pedazo de roca cubierto de grandes océanos que rodeaban un único continente. Vio desiertos y capas de nubes. Polos congelados y huracanes en los trópicos. No parecía un planeta capaz de ser infectado por el Falso Dios.

—Las plataformas defensivas nos apuntan —dijo un ingeniero detrás de su consola—. Exigen que les digamos el motivo de nuestra visita.

El labio de Elvira se fue hacia un lado mientras sonreía. Volvió a sentarse.

***

El pánico cundió dentro de la estación orbital número cinco. La pantalla que mostraba los datos de la nave extraña desaparecieron y en su lugar surgió la temible letra I de la inquisición. Dos técnicos sintieron dolor de estómago y uno más tuvo que saltar de su asiento para llamar a sus superiores.

—¡Apaguen los sistemas defensivos! ¡No vayan a disparar a la nave visitante!

Repitió el mensaje las veces que fueron necesarias, y las otras estaciones obedecieron antes de cometer alguna locura. En pocos minutos, todo el planeta quedó a merced como una criatura que guarda respeto hacia un depredador.

Elvira se volvió hacia la inquisidora. Sus ojos azules la recorrieron de los pies a la cabeza.

—Me mantendré en órbita. Buena suerte allá abajo. ¿Se comunicará con los del Gremio de Comerciantes para iniciar la investigación? Puedo contactarlos.

—No. La Inquisición no necesita la autorización de burgueses para trabajar —desenfundó su escopeta y la apoyó sobre su hombro—. Nos vemos más tarde.

Lisaira y Robian bajaron a bordo de un transbordador que cruzó la atmósfera de Vestor y sobrevoló Primal, la capital planetaria y el hogar del gobernador. A diferencia de otras ciudades humanas, Primal estaba repleta de templos y no de rascacielos. Algunos tenían cúpulas majestuosas y otros, torres donde ondeaban banderines. Una gran densidad de estatuas religiosas se alzaban imponentes cual guardianes protegiendo a sus ciudadanos de la malicia de las Sombras que, por costumbre, se manifestaban cuando la protección divina fallaba en muy raras ocasiones.

Robian, el aprendiz de Lisaira, abrió más los ojos para abarcar la belleza de la ciudad y deseó saltar de la nave y recorrer sus calles y avenidas. Robian había leído en el informe que Vestor contaba sólo con cien millones de habitantes, y al ser una población escasa, los sacerdotes podían mantenerlos en la senda de la luz. Robian confiaba en los sacerdotes casi tanto como confiaba en Lisaira.

—Primera regla —dijo la inquisidora—. Asesina a cualquier Sombra que veas sin darle oportunidad de correr. Confía en tus instintos y recuerda el entrenamiento.

—Sí.

—Y por amor al Patriarca, no te dejes matar.

El muchacho lo miró con una sonrisa y la inquisidora se ruborizó debajo de su capucha. Jamás se acostumbraría al fuego de sus ojos.

Esta era la primera misión de Robian después del entrenamiento. Durante dos años, Lisaira había estado junto a él tal y como se le había ordenado y ahora creía que el joven estaba listo para participar en una misión real.

El problema en Vestor no era difícil. Sólo tendría que encargarse de investigar los remanentes de un culto impío descubierto y aniquilado meses atrás. La policía había capturado a un miembro y, dada la gravedad de sus cargos, el gobernador pidió que a la Inquisición que interviniera.

El transbordador se aterrizó en la plataforma sobre el palacio. El gobernador Iarlax estaba listo para recibir a sus invitados y se había vestido con sus mejores galas para ostentar su corona con mucho orgullo. Él fue el primero en arrodillarse cuando la inquisidora apareció.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.