La Intérprete: Visiones

12

Chris tonteaba con Vicky fuera del salón de clases. Se suponía que tendrían que estar en el laboratorio tomando clases de química, pero a su profesor no se le había dado la gana presentarse. 

—Lo más seguro es que se haya quedado a comer. 

Había dicho Marcelo y Rodrigo había añadido casi de inmediato: 

—Como si lo necesitara. Tiene el culo más gordo que he visto en mi vida. 

Benítez había soltado la carcajada y después se había marchado. Rodrigo y Lisey habían entrado al salón, pero cada uno se había metido en sus asuntos. 

Rodrigo había sacado sus audífonos y se había dado prisa en ocultar su rostro detrás de un libro que no leía.

Lisey, por su lado, sacó lo que había escrito la noche anterior y que había hecho imprimir en la mañana mientras se bañaba. No sabía muy bien que era. No era un diario, ya que tras haberlo pensado había decidido cambiarle el nombre al personaje principal, además de algunas características físicas para que no se pareciera a ella. Sin darse cuenta había escrito el primer capítulo de algo que podría convertirse en una novela. Y era que había intentado escribir su primera intervención en un asunto sobrenatural, pero había alterado y modificado tantas cosas que se había convertido en ficción.

Lo hojeó de nuevo, eran tres hojas. Pensó entonces que si se le ocurriera escribir un libro con esa idea sería un libro que no se vendería. Por suerte lo suyo no eran las letras, sino los números. 

Lisey se encogió brevemente de hombros y guardó las hojas dobladas en la mochila. 

La hora de la clase pasó y todos los alumnos que habían decidido refugiarse en el salón tomaron sus cosas y se dirigieron al aula de literatura, con la no tan neurótica profesora Cold.

Chris se separó de Vicky y fue con ellos. Se le veía confiado, aunque buscaba a Newton con la mirada. Lisey pensó que al menos a ella le había tocado con alguien que sí era de fiar. No se podía esperar gran cosa de un tipo como Jonathan Newton, quién era una mala influencia para cualquiera que se le acercara y su madre siempre le decía que se alejara de las malas compañías. 

—¿Dónde mierda está Marcelo? —preguntó Rodrigo como si acaso le importara. 

—Metiéndose en problemas, como siempre —respondió Lisey, riéndose. 

Marcelo parecía hecho para los problemas, cosa que en lugar de agobiarle parecía divertirle. 

Llegaron al aula. Chris gruñó cuando vio que Newton y compañía ya habían llegado. 

—White, ven acá —lo llamó entonces, señalando la silla vacía a su lado. Chris volvió a gruñir, pero fue a reunirse con él. 

—Hola, Lisey —saludó una vocecita tímida detrás de ellos. 

Lisey y Rodrigo se volvieron para ver a Ilse Bouvier con una pequeña libreta entre sus brazos. 

—Eh, Ilse. 

—Hola, Rodrigo —la chica sonrió un poco antes de volverse hacia la pelirroja —¿estás lista? 

—Lo estoy, y, ¿tú lo estás? 

—¡Por supuesto! —respondió ella con emoción—. ¿Nos sentaremos juntas? 

—Claro, Ilse. Apártame un sitio, yo iré en un minuto —respondió Lisey. Ilse asintió y se dirigió hacia los asientos que seguían disponibles. 

—Lo siento —murmuró Ilse tras tropezar sin querer con Fred, el cual no dijo nada, pero le lanzó una larga mirada. La rubia ni siquiera se dio cuenta. 

—¿Terminaste el trabajo, Rodrigo? —preguntó Lisey, ya que ninguno de los dos se había movido de la puerta, esperando a que Marcelo llegara. 

—Sí. Y ni siquiera tengo que preguntarte si tú lo hiciste. 

—Ilse es bastante ordenada. 

—Otra empollona, ¿no? 

Lisey rió, aunque normalmente la ofendía que la llamaran así. Vicky y Amy llegaron justo en ese momento, las dos riéndose de algo. Seguramente de algún chisme fresco. La expresión de Lisa y Rodrigo cambió, ella palideció y él enrojeció ligeramente.

—Adelántate, Amy —dijo Virginia, deteniéndose junto a los dos amigos, aunque debió haber visto a Chris junto a Newton desde ahí—. Lisey, Rodrigo —dijo con dulzura —casi no hablamos en la hora libre. 

—No. No lo hicimos —respondió Lisey con hostilidad —estabas demasiado ocupada con Chris. 

Vicky ladeó la cabeza al detectar aquel tono. 

—¿Con quién hiciste equipo, Vicky? —se apresuró a preguntar Rodrigo, conociendo el carácter de su amiga, el cual podía explotar en cualquier momento. 

—Con Amy. 

—Vaya… que suerte, ¿no? Te tocó con tu mejor amiga. 

—Sí, vaya suerte —bufó Lisey, sabiendo que Vicky había movido algunos hilos con la profesora. 

Vicky miró a Chris, quién la saludó desde su asiento, aunque acababan de estar juntos. 

—Chris no tuvo tanta suerte. 

—Claro —concedió Rodrigo —con ese pendejo. 

Vicky soltó una risita. 

—Voy a sentarme, hablamos después. 

Y la chica intentó conseguir una sonrisa de Lisey, pero ella ni siquiera la miró. Tenía la vista clavada afuera, esperando que apareciera Marcelo y la liberara de esa situación tan incómoda. 

Vicky se alejó. 

—¿No puedes mostrarte un poco más simpática con ella? —le cuestionó Rodrigo en mal tono. 

—No. 

—Es la novia de Chris. 

—Sé que es la novia de Chris, no soy estúpida. 

—Sabes a lo que me refiero. 

Aquello la sacó de quicio, haciéndola mirarlo con frialdad. 

—Creo que quién debería recordar que Virginia es la novia de Chris eres tú —dijo la pelirroja en voz baja, pero con un tono helado. 

Rodrigo tragó saliva, incapaz de replicar ante aquellas palabras, finalmente se dio la vuelta y se alejó. Lisey bufó y se cruzó de brazos, recargándose en la puerta. Era tan fácil juzgarla, criticarla como si estuviese haciendo algo malo al guardar una pequeña esperanza… Al soñar, al desear, al añorar un sueño imposible. No creía que sus fantasías lastimaran a alguien, además de a ella, por supuesto. 

Cinco minutos después fue a sentarse junto a Ilse, mirando el cabello oscuro de Chris, quién estaba sentado unas bancas por delante de ellas. 




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