La Intérprete: Visiones

14

 

Pasaban de las siete cuando finalmente sus padres se retiraron a su habitación, recordándole a Luke que debía lavarse los dientes antes de acostarse a dormir y pidiéndole a Lisey que vigilara que lo hiciera. 

—Claro, mamá —respondió con la mejor de sus voces, esa que decía que se estaba portando bien en el Mundo de los Vivos y que no ocasionaría ningún problema. 

La habitación de sus padres estaba junto a la de Luke, mientras que la de Lisey se encontraba junto al cuarto de baño, justo del otro lado. Eso le facilitaría mucho las cosas para cuando decidiera volver. 

Minutos después mandó a Luke a lavarse los dientes y después a acostarse, su hermano protestó diciendo que era demasiado temprano, pero obedeció. Lisey se aseguró de que se lavara bien y después lo acompaño hasta su habitación, asegurándose de que se metiera debajo de las cobijas. 

—Y no te pongas a jugar videojuegos. 

Luke gruñó algo que Lisey no llegó a captar, pero asintió, tras lo cual cerró la puerta. Uno menos, pensó Lisey, ya sólo tenía que asegurarse de que ni su madre ni su padre fueran a darle las buenas noches. Golpeó la puerta de la habitación de sus padres, pensando en que no solía mentirle a su madre.

—Soy yo, mamá. 

—Pasa, Lisa. 

La chica obedeció. La recámara de sus padres era la habitación más grande de la casa, con una gran ventana y una gran cama llena de almohadas. El televisor que tenían ahí estaba encendido, pero con el volumen bajo. Al mirar hacia la cama Lisey entendió porque, su padre, William, dormía profundamente. 

—¿Qué pasó? 

—Nada, mamá, sólo quería decirte que Luke ya se acostó a dormir. 

—¿Tan temprano? 

—Creo que ya tenía sueño —mintió la pelirroja —me iré a acostar yo también —se inclinó para darle un beso en la mejilla —buenas noches, mamá. 

—Buenas noches, Lisa. 

Lisey se apresuró a salir, antes de que su madre se diera cuenta de algo. Miró hacia la puerta de Luke antes de alejarse rumbo a las escaleras, bajando con el menor ruido posible. Tomó su chaqueta verde de uno de los brazos del sillón y fue hacia la cocina. Tenían una puerta trasera ahí, por la cual Lisey se escabullía en las noches que Chris iba a visitarla. 

Echó un vistazo a la casa, con las luces apagadas y la cocina a oscuras. Asintió, pensando en lo loca que debía estar para hacer aquello, pero aún así dispuesta a hacerlo. Lisey abrió la puerta y salió. Era una noche tranquila, no tan fría como las anteriores. 

No pudo evitar pensar en sus amigos, tratando de no preocuparse. Y era que había leído sobre amigos de infancia que no lograban trasladar su amistad a la edad adulta y Lisey temía que a ellos les pasara lo mismo. Claro que sus particularidades los hacían especiales, además de haberlos hecho más unidos, aunque eso bien podía no ser suficiente. 

No se veía ni un alma por las calles, pero eso era normal, después de las cinco nadie salía de sus casas y eran pocos los negocios que seguían abiertos. Aún así Lisey pensó que si fuese fin de semana vería al menos algunos grupitos de amigos que hubiesen salido a divertirse. Dio la vuelta a la calle que seguía a la suya y se quedó inmóvil al ver a alguien caminando hacia ella. Lo reconoció al momento, sabía que podría reconocerlo en cualquier circunstancia, pero, por primer vez, no se sintió dichosa al verlo. 

Era Christopher, naturalmente. 

—¡Lisa! 

La pelirroja se detuvo, cerrando los ojos un momento, sabiendo de antemano lo que le esperaba. Chris llegó hasta ella y se detuvo. 

—Lisey —pronunció su nombre, deteniéndose a tomar aire con fuerza.

—Hola, Chris —Lisey intentó sonreír, como si no pasara nada —no esperaba verte hasta mañana. 

—¿A dónde ibas? —soltó Chris, yendo directo al grano. Lisey abrió la boca, pero no pudo responder nada. —No sé ni para qué lo pregunto —gruñó su amigo, tomándola del brazo —vamos, te acompañaré a casa. 

—No —replicó ella, soltándose de su agarre —vete a casa, Chris. 

—No hasta que te vea regresar a la tuya —dijo Chris de forma testaruda.

—No necesito que me acompañes —replicó Lisey, tratando de irse. Chris le cerró el paso. 

—Se lo diré a tus padres —sentenció entonces él y aunque los ojos de su amiga relampaguearon con furia no se apartó. 

—¿Serías capaz de traicionarme? —y Lisey lo miró directo a los ojos azules, sintiendo como si la hubiesen golpeado en el pecho con fuerza y no pudiese respirar. 

—Sería capaz de cualquier cosa con tal de protegerte de ti misma. 

Chris se odió al ver las lágrimas de rabia que asomaban en los ojos de su amiga, pero no vaciló en sus palabras. No sabía que era lo que Lisey pretendía hacer, pero no pensaba permitirlo. 

—Eres un idiota, Christopher —masculló Lisey y se dio la vuelta para volver a casa. 

—Lisey —Chris se apresuró a seguirla.

—¡Déjame en paz! —dudó un segundo, pero la pelirroja continuó —querías que volviera a casa, ¿no? Pues ya lo estoy haciendo, ahora déjame en paz de una maldita vez. 

Se aferró a su ira para no llorar, porqué le jodía la actitud de Chris, su falta de confianza hacia ella y, además, ¿quién lo había nombrado su segundo padre? 

—No voy a irme hasta saber a dónde ibas. 

—¡No es asunto tuyo! 

Chilló Lisey de nuevo, llevándose las manos a la cabeza, mientras echaba a correr. No llegó muy lejos antes de ser alcanzada por Chris, el cual la obligó a detenerse. 

—¿Ibas a la cripta? —le cuestionó, aunque por lo que había dicho Marcelo no lo creía.

—No —murmuró Lisey, sin pelear, con la vista fija en el suelo. 

—¿A dónde ibas? 

—No te lo diré. 

Chris la tomó de los hombros y la obligó a mirarlo a la cara, la pelirroja se resistió, pero al final White ganó. 

—¿Quién es esa mujer con la que ibas a verte? 

Lisey abrió mucho los ojos, sin dar crédito a lo que escuchaba. ¿Cómo sabía él eso? ¿Cómo en el nombre de Sophia lo sabía? 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.