La Intérprete: Visiones

15


 


—Podrías ir y pedirle perdón.

Le aconsejó Rodrigo a Christopher al día siguiente, en la cafetería de la escuela, mientras ambos miraban a Lisey sentada en la mesa más alejada de la suya, sola y con la nariz metida en un libro de álgebra.

Chris no respondió, pero continuó mirando a su amiga.

Lisey lo había evitado durante todo el día y en la mañana cuando Chris la había saludado, con el aire culpable de quién no ha hecho lo más correcto, la chica lo había ignorado limpiamente. Tenía un carácter fuerte y por lo general podía controlarla, pero en ese momento no tenía ni siquiera ganas de intentarlo.

—O podrías dejar de mirarla con esa cara.

Volvió a decir Rodrigo, mientras comía su almuerzo, sintiéndose frustrado por la actitud de Chris. Y la de Lisey. Y para variar él era el único que tenía que ver a los mejores amigos enojados, ya que Marcelo no había asistido a clases; según su madre porqué parecía haber pescado la gripe, según Chris porqué estaba más crudo que la carne que daban en la cafetería.

—Quizás debería hablar con ella —dijo Chris finalmente, sin haber tocado su comida en ningún momento.

—Adelante.

—Pero no aquí o terminaremos gritándonos el uno al otro frente a todos.

—No si dices lo correcto.

—¿Qué sería lo correcto? —preguntó Chris, volviendo los ojos hacia su amigo.

—No lo sé.

—Es más fácil decirlo, ¿verdad?

—No es fácil para ti, lo sé —reconoció Rodrigo —pero sabes que aún si no encuentras las palabras correctas para hablar con ella una disculpa podría mejorar mucho las cosas.

—Crees que es mi culpa, ¿no es así?

—Sí —respondió Rodrigo con sinceridad.

Chris puso mala cara, pero no tanto por la respuesta de su amigo, sino porqué tenía que reconocer que tenía razón.

—No me malinterpretes, hiciste lo correcto al detenerla, pero no lo hiciste de la forma correcta —añadió su amigo.

Chris suspiró, pero no replicó. Rodrigo tenía razón, tenía que hablar con Lisey para hacer las paces, pero… Seguía debatiéndose mentalmente cuando el timbre sonó, anunciando la próxima clase.

Chris se levantó con rapidez, con la firme intención de interceptar a su amiga en el pasillo, pero la pelirroja fue más veloz que él y abandonó la cafetería cuando el chico apenas se colgaba la mochila al hombro. Chris lanzó un bufido cuando un grupo se cerró a su alrededor, pero, haciendo caso omiso de Rodrigo y apartando a los estudiantes pijos del camino, logró salir de la cafetería a tiempo para ver una roja cabellera dar la vuelta por el pasillo.

"Menuda mierda", pensó Chris, mientras se apresuraba a seguirla, esperando poder encontrarla sola. Muy seguramente Lisey se dirigía al aula, mucho antes que el resto para asegurarse un buen lugar. No se equivocó, la chica de ojos verdes se encontraba ahí, en la primera banca de la última fila, sola y con el rostro oculto por su tarea de ese día.

—Lisey.

La llamó en cuanto puso un pie dentro del aula, notando a la vez el calor que hacia ahí adentro y constatando que su amiga se había quitado el abrigo por esa causa, aunque mantenía su cabello suelto sobre sus hombros.

Lisey lo escuchó, pero a pesar del anhelo de su estúpido corazón, el cual parecía no tener dignidad cuando se trataba de Chris, no levantó la vista. Fingió no escucharlo ni verlo y continuó observando su cuaderno, aunque no había errores, su tarea estaba impecable.

—¿Puedo sentarme junto a ti? —preguntó Chris tras una breve vacilación al ver que Lisey ni siquiera lo miraba.

La pelirroja frunció el ceño, todavía sin mirarlo, pero asintió. White se apresuró a hacerlo, antes de que su amiga cambiara de opinión.

Llegaron algunos alumnos, un par de ellos entró al salón de clases, pero la mayoría se quedó afuera a matar el tiempo.

—Lisey —Chris carraspeó antes de continuar —¿podemos hablar?

—No si es de lo de anoche —respondió ella, mirándolo por fin.

—¿Por qué no?

—Porqué ahora mismo estoy muy molesta por ello y no quiero hablar de más —hizo una pausa y pensó: "además, a pesar de todo, no quiero herirte con mis palabras". —Mejor hablemos de otra cosa.

—Sólo quería decirte que lo lamento.

—Chris.

—Es importante que lo sepas.

—Lo sé, pero no quiero hablar de eso ahora. Por favor, Chris —añadió Lisey, sin apartar la vista del rostro de su amigo, esforzándose por no perder el control y decirle cuatro verdades.

Christopher volvió a vacilar, pero notó la seriedad en el rostro de Lisey y decidió no insistir más. Asintió y Lisa le sonrió a medias para después volver a sus apuntes, pero Chris no creía que estuviesen en paz por completo.

—Marcelo no vino a clases —comentó Chris entonces.

—Lo sé.

—Anoche bebió mucho.

—También lo sé —replicó Lisey sin alterarse.

Chris asintió, claro que lo sabía. Marcelo había hablado con ella y así había sido como se había enterado de los planes de Marsh, pero Chris no lo dijo. Era mejor que no se enterara como había conseguido la información.

—Si sigue así no pasará el semestre, por no hablar del año.

—¿Qué propones hacer? —inquirió Lisey.

—No sé, quizás hablar con su madre.

—Chris, podríamos pasar horas intentando convencerla y seguramente apenas y lograríamos hacerla dudar, pero a Marcelo le haría falta una palabra para convencerla de lo contrario. Ya sabes como lo adora.

—Entonces debe haber otra manera de hacerlo entrar en razón.

—Puede que sólo necesite tiempo.

—¿Tú crees?

Lisey lo miró de nuevo, un poco nerviosa, porqué realmente en ese momento no sabía que creer.

—Marcelo ya no es un niño y, créeme, él es plenamente consciente de lo que hace. Pronto se aplicara.

—Quizás —concedió Chris a medias, pensando en el Marcelo de los últimos meses —creo que en cuanto pueda tener sexo volverá la atención hacia sus estudios.




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