La Pluma Dorada tenía como sede uno de los salones del edificio principal, ahí donde se hallaban las oficinas y la biblioteca, junto a un pasillo que rara vez se encontraba vacío.
Rodrigo se presentó después de la segunda clase, cuando tenían diez minutos para comer algo y para él había sido un gran sacrificio no ir con sus compañeros, aunque iba un poco más tranquilo al escuchar los buenos deseos de Lisey, quién, a diferencia de Chris y Marcelo, se había mostrado encantada con la idea de King de unirse al periódico escolar. Rodrigo sospechó que en parte se debía a qué Ilse Bouvier estaba afiliada y a Marsh parecía caerle bien.
Rodrigo miró sus tenis antes de llegar junto a la puerta y se maldijo interiormente por no haber escuchado a su madre esa mañana y haberlos limpiado, aunque fuera solo un poco.
—Vamos, Rodrigo —susurró —tú puedes hacerlo.
Golpeó la puerta.
—Adelante —respondió una voz femenina desde el interior.
Rodrigo apretó los puños con fuerza y empujó la puerta donde se leía: SANDRA WALLIS, PERIÓDICO ESCOLAR. Era la profesora encargada. Rodrigo alcanzó a preguntarse si era ella quién había escogido el estúpido nombre para el periódico antes de entrar.
Sandra Wallis era una mujer alta, delgada en extremo y con el cabello teñido de rubio, se encontraba sentada detrás del escritorio, leyendo unas hojas sueltas, con una taza de café al lado, una de esas cursilerías con pasajes de invierno que se regalaban a montones por aquella época del año.
Era un salón grande, con varias mesas y un par de computadoras. En las paredes había enmarcadas algunas primeras planas del periódico escolar.
—Buenos días, señorita Wallis —saludó Rodrigo después de echar un vistazo a su alrededor.
La mujer levantó la vista de lo que leía, jugueteando con el bolígrafo azul que tenía en la mano. Desde su sitio Rodrigo alcanzaba a ver qué tenía la computadora encendida.
—Buenos días —respondió ella —¿en qué puedo ayudarte?
—Yo…
No pudo continuar, pero se dio cuenta de que estaba haciendo el idiota, inmóvil, sin decir nada, con la mente en blanco.
—¿Sí?
—Lo siento —murmuró King entonces, dándose cuenta de que no podía.
Antes de que la mujer alcanzará a decir alguna cosa, Rodrigo salió del salón a paso rápido, logrando que con ello la puerta se azotara y un grupo de alumnas de primero que leían algo pegado en el tablón de anuncios, pegaron un brinco, asustadas.
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—Estúpido, estúpido —susurró, mientras caminaba por los pasillos, hacia la cafetería, esperando alcanzar a sus amigos, sintiéndose un completo imbécil.
Sólo él podría fastidiar las cosas de ese modo. Era algo tan sencillo y se había paralizado, incapaz de decir alguna cosa inteligente. ¿Y así era como pretendía ser reportero de La Pluma Dorada? Era patético, más que Chris con sus desastrosas relaciones amorosas, más que Lisey con su tonto amor por White y más que Marcelo con sus tristes e inútiles intentos por conseguir a la pelirroja. Si no fuese tan egoísta sin duda desearía que Lisey y Marcelo terminarán juntos, pero eso dejaba a Chris con Vicky y, aunque no lo admitiera abiertamente, todavía guardaba la esperanza de que algún día… pero para que eso ocurriera Chris tendría que enamorarse de Lisey y después de ver su reacción del día anterior no creía que eso pudiese pasar.
Rodrigo suspiró con resignación y buscó en sus bolsillos algún caramelo, pero estos se hallaban vacíos y no tenía dinero para el almuerzo. ¿Iba a pedirle prestado a sus amigos? Lisey era avara como sólo ella sabía serlo, Chris llevaba lo justo y Marcelo era muy descuidado en esos asuntos.
Rodeó a un par de chicas, reconociendo a Amy; y entró en la cafetería de la escuela, la cuál se encontraba casi llena, quizás se debía en parte al cielo nublado que amenazaba con lluvia. O sólo al placer de meter cizaña que parecía encantarles en ese pueblo. Había escuchado la noticia en la mañana, pero lo cierto era que no le había prestado mucha atención al asunto, sin embargo, toda la escuela parecía estar hablando de ello. Cuando una chica era brutalmente asesinada la gente parecía exaltarse más de lo normal.
Buscó a sus amigos con la mirada y no tardó en encontrarlos, Lisey y Marcelo estaban de espaldas a él y Chris leía el periódico por encima de la mesa, por lo cual no había reparado en él.
“Bueno", pensó mientras caminaba hacía ellos, "si me preguntan como me fue les diré que me fue como siempre le va a los idiotas como yo”.
Lisey comía su almuerzo con los ojos fijos en Chris, quién se ocultaba tras el periódico. Marcelo se dedicaba a tontear, lo cual era bastante normal en él, pero aún así fue el primero en verlo. Esbozó una sonrisa al tiempo que se levantaba.
—Pensé que te habíamos perdido, King.
Rodrigo también sonrió, tomando asiento junto a Chris, el cuál le echó un breve vistazo para de inmediato volver su atención al periódico, ante aquello Lisey no tuvo más remedio que apartar la vista a toda prisa.
—Por lo que veo se la estaban pasando bomba —comentó Rodrigo antes el mutismo de sus amigos.
—Que va, sólo estamos intentando evitar una pelea entre Chris y Lisey —respondió Marcelo como al descuido, aunque con la evidente maldad brillando en sus ojos dorados.
Chris apartó el periódico y miró a Benítez con el ceño fruncido.
—¿De que estás hablando?
—Es evidente —replicó Marcelo con una sonrisita mientras señalaba la página que Chris leía: la noticia de la joven encontrada aquella madrugada.
Según esto al dar las tres y media de la madrugada sus padres salieron a buscarla. Tess había sido encontrada detrás de la única licorería del pueblo, propiedad de los Newton; la habían violado y estrangulado, aunque tenía algunas heridas en el cuerpo, las cuales se suponía eran heridas defensivas, pero no se confirmaría hasta después de la autopsia. El asesino había actuado rápido, ya que, según los padres de Tess, ella seguía en casa a las diez y media.