La Intérprete: Visiones

11


 


Los días siguientes pasaron con una lentitud abrumadora, generando además cierta apatía en los alumnos del Instituto Stiefvater. Los exámenes se terminaban, pero esto no representaba un alivio para ellos.

—Menos mal ese ha sido el último —murmuró Ilse al pasar junto a Lisey al finalizar la última clase. La pelirroja asintió, aunque la otra chica no se quedó a esperar una respuesta.

—Odio la escuela —se quejó Rodrigo, él y Chris se acercaron a Marsh, ambos con expresiones un tanto aburridas. Lisey volvió a asentir, aunque ella no odiaba la escuela, pero sí odiaba la Historia; y justamente de eso había sido su último examen. No estaba segura si pasaría.

—Por lo menos se ha acabado —dijo Chris —adiós escuela y hola vacaciones.

—Todavía falta la estúpida excursión —le recordó Rodrigo con un gruñido, mientras sacaba una bolsa de papas fritas de la mochila.

—No será tan malo.

—No, será una pesadilla —replicó Lisey, mirando hacia la puerta del aula por dónde los alumnos salían conforme terminaban el examen. El primero en terminar había sido, asombrosamente, Jonathan Newton, seguido por Vicky e Ilse. Un puñado más de alumnos y después Lisey. Marcelo todavía no terminaba, de hecho sólo quedaban dentro él, Fred y el gilipollas de Matt.

—Los trolls siempre tardan más en salir —siseó Rodrigo, mirando a la pelirroja.

—Marcelo está ahí.

—Por eso lo digo —y él y Chris comenzaron a reír, ante la mirada de Jonathan y Bev. No se veía a Regina por ahí.

Lisey rodó los ojos, pero no dijo nada. Se suponía que iban a ponerse de acuerdo sobre la excursión. Lisey creía poder llevar algunos pastelitos para los cuatro, ya que ninguno pensaba patinar.

—Deberíamos irnos —siguió Rodrigo —no es probable que Marcelo salga de ahí en las próximas doce horas.

—Vamos a tomar algo, Lisey —propuso Chris, de excelente buen humor. Ninguno de los dos había hablado de lo que casi había pasado entre ellos, pero continuaban tratándose con normalidad.

—Vayan ustedes si quieren, yo esperaré a Marcelo.

—Es cosa tuya —murmuró Rodrigo —vamos, Chris.

El chico asintió y lo siguió, por primera vez no mostró preocupación por su amiga. Lisey se apartó el cabello del rostro, tratando de no mirar a los chicos que estaban por ahí, los cuales no le quitaban los ojos de encima.

Y aunque trató de ignorar las charlas de los demás, no dejó de escuchar sobre la chica desaparecida. Livia, le parecía que se llamaba. Lisey agudizó el oído un poco. Los últimos días había visto muchos fantasmas, pero no creía haber visto a esa joven. Ni a Tess ni a Amelia.

—Hola —dijo entonces una chica menuda, de unos quince años y brillante cabello negro. Lisey la miró de reojo, pero no respondió. —Es curioso, ¿verdad? Todos esperando en los pasillos, casi como un día de fiesta.

—No lo creo así —respondió Lisey entre dientes, haciendo como que buscaba algo en su mochila.

La fantasma rió.

—Es cierto, tu eres la única que puede verme.

Lisey no respondió, pero sentía todas las miradas sobre ella. Mierda, ahora sí creerían que estaba loca.

—De todas formas —siguió la fantasma como si nada —me gusta la idea. Hace mucho que no hablo con alguien. Sí, ya sé que esto está lleno de otros espíritus, pero ninguno me agrada —al parecer era una parlanchina. Lisey evitó mirarla —y algunos son bastante odiosos, que estén muertos no significa que tengan que comportarse así. Mi madre siempre decía que…

—¿Podrías callarte? —gruñó la pelirroja, llevándose las manos a las orejas, harta de tanta cháchara idiota. Al momento todos los que esperaban y los que pasaban por el pasillo se volvieron hacia ella. La chica palideció. La había fastidiado.

La fantasma soltó la risa y desapareció, para nada ofendida por el arrebato de Lisey. No todos los espíritus buscaban ayuda, algunos sólo querían joder.

De inmediato comenzaron los murmullos. Newton y Adler la miraban con atención. Lisey apartó la vista, quería echar a correr, pero hacerlo sola equivaldría a darles la razón. Estaba chiflada.

—Lis —llamó la voz alegre de Marcelo. La chica respiró aliviada y se apresuró a acercarse a él.

—Ya era hora.

—¿Impaciente por mi compañía?

—Cierra el pico y sácame de aquí —replicó Lisey.

Al momento Marcelo se colgó de su brazo, como si fuesen novios. Lo hacía tan seguido que a la pelirroja ya no le molestaba.

—¿Dónde están Chris y Rodrigo?

—Supongo que en el comedor —se limitó a responder ella, dándose prisa en abandonar aquel pasillo infernal.

—Me apuesto a que Chris dejó solo a Rodrigo.

—¿Por qué haría eso?

—Por Virginia.

Lisey no respondió, pero supuso que podría ser cierto. Sin embargo, esa fue una apuesta que Marcelo perdió. No sólo Chris no había abandonado a Rodrigo, sino que había rechazado a su novia cuando esta le propuso ir a tomar algo. Y King lucía de muy buen humor.

—Porque se acabó la escuela —respondió Rodrigo ante la pregunta de Marcelo.

—Eso es suficiente para mí —concordó este y se pusieron a hablar de otras cosas.

Lisey y Chris se miraron.

—¿Quieres algo de beber, Lisey?

—Un refresco de caramelo —respondió ella.

—Ahora te lo traigo.

Lisey dudó un segundo, pero se levantó y fue detrás de él, pensando en que no habían estado verdaderamente solos desde aquella extraña tarde.

—Pensándolo bien, mejor quiero uno de limón —dijo, alcanzando a su amigo.

—Claro, Lisey —pero no añadió nada más mientras introducía una moneda en la máquina de refrescos.

—Quizás Marcelo tenga razón —comentó Lisey —puede que sea divertida. La excursión de mañana.

—Sí, yo también lo he pensado. Será como antes.

—Sí.

Lisey sonrió y tomó a Chris de la mano.

—¿Amigos?

—Ya sabes que sí, Lisey —Chris sacó el refresco y le sonrió —tú y yo seremos amigos para siempre.

—Claro que lo seremos —y Lisey sonrió a su vez, aunque de una forma triste.




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