La casa de Chris se hallaba sumida en el silencio. Durante un momento Lisey creyó que no había nadie, que, quizás, habían salido todos de forma inesperada, dudando entre si llamar o no a la puerta, pero el resplandor del televisor encendido en la sala le indicó que sí había vida en el interior después de todo.
Se mordió el labio inferior y llamó sin detenerse de nuevo, no quería perder más tiempo si Chris la necesitaba con urgencia.
Se escuchó el sonido de pasos acercándose a la puerta, seguido por un gruñido entre dientes de Avril, la antipática hermana mayor de Chris.
Lisey cambió el peso de un pie a otro mientras se miraba de reojo sus tenis viejos, lamentando no hacérselos cambiado antes de salir. Seguramente Avril tendría algo que contarle a sus amigas, todas estudiantes de último año.
La puerta se abrió y apareció la única hija de los White; usaba un pijama rosa y tenía el oscuro cabello atado en dos colitas, pero esto no fue lo que sorprendió a Lisey.
Avril usaba una mascarilla verde en el rostro.
—¿Qué? —fue lo primero que dijo al abrir la puerta y ver a Lisa, con cara de asustada y las manos en el cuello.
—Hola, Avril.
—Chris no está —dijo la chica —salió con su novia.
—Oh.
Lisey no supo bien como reaccionar, de una manera que no podía explicar le tenía un poco de miedo a Avril. Quizás por el recuerdo de Tania y Edith, las chicas mayores podían llegar a ser casi tan perversas como los chicos.
—¿Qué miras? —le gruñó entonces la hermana de Chris.
Lisey dio un respingo, sin querer se había quedado mirando la pasta verdosa que cubría el rostro de la otra chica.
—Eso que usas, ¿es una mascarilla?
—Obviamente.
—Oh perdona, nunca había visto una de cerca.
La mirada furiosa de Avril la hizo comprender que se había equivocado. Claro que la pelirroja nunca había visto una mascarilla exfoliante en su vida, no la necesitaba, no teniendo un cutis tan perfecto como el que ella tenía.
—Entonces… —Lisey vaciló y Avril hizo el ademán de cerrar la puerta, pero entonces se escuchó la voz de Chris desde la planta alta:
—¿Escuché la puerta?
Lisey miró a Avril.
—¿No habías dicho que no estaba?
—Parece que ya llegó —bufó la chica mayor —no me había dado cuenta —y se apartó para dejar entrar a Marsh. Lisey agradeció con un movimiento de cabeza, cerrando la puerta detrás de ella.
—Gracias, Avril —murmuró la pelirroja, pero añadiendo: —no creo que necesites esa mascarilla, tu piel es perfecta.
Avril frunció el ceño, pero Lisey no esperó su respuesta, echó a andar escaleras arriba. Al pasar por la sala echó un breve vistazo, pero no había nadie ahí. Se preguntó dónde estarían los padres de Chris.
Las luces en el pasillo de arriba también se encontraban apagadas, pero Lisey no tuvo el menor problema, conocía la casa bastante bien.
La puerta de la habitación de Chris se encontraba entreabierta. Lisey recordó entonces cuando Spencer vivía, la forma en que este salía a recibirla cuando iba de visita. Y eso la hizo recordar la reacción de Christopher tras la muerte de este, le había preguntado cientos de veces si no lo había visto, pero Lisey no lo había hecho, aunque no lo consideraba algo improbable, hacia tiempo había descubierto que también los animales tenían alma.
Golpeó la puerta de la habitación, aunque sabía que Chris estaba ahí.
—¿Lisey?
—Soy yo.
La pelirroja abrió la puerta por completo, preparándose mentalmente para lo que venía, porqué ya había adivinado de que se trataba. Vicky, naturalmente. Aunque claro, no era la primera vez que Chris terminaba con una chica.
Pero a pesar de ello Lisey no pudo evitar estremecerse al verlo ahí. Se encontraba acostado en su cama, con la ropa y los zapatos todavía puestos, con la mirada clavada en el techo. Ni siquiera se volvió a mirarla cuando entró.
—Hola, Chris —saludó ella, tratando de aparentar normalidad, cerrando la puerta detrás de ella. Tras una breve vacilación encendió la luz. El rostro de Chris se contrajo a causa de esto, pero continuó mirando el techo—. Parece que tus padres no están en casa —comentó, mirando por la ventana. La calle se veía oscura y tenebrosa en cierta forma.
Chris no respondió, en ese momento le tenía sin cuidado si sus padres estaban en casa o no.
Lisey observó el escritorio lleno de cosas, papeles y libros. Había ropa tirada por todas partes y Lisey descubrió una fotografía arrugada en el piso. Ni siquiera tuvo que tomarla para saber de quién era. La chica suspiró.
—¿Cómo estás?
—Mal —su voz sonó apagada —Vicky rompió conmigo.
—Lo imaginé —susurró ella.
Chris rió un poco.
—Siempre Lisa Marsh lo sabe todo.
—Sabes que eso no es cierto —replicó la pelirroja con suavidad —no lo sé todo.
Lisey se mantuvo apartada, mirando a su amigo, pero sin atreverse a acercar.
—Eres la chica más inteligente que haya conocido —dijo Chris entonces, en la misma posición.
—¿Qué hay de Virginia? —Christopher se encogió de hombros a modo de respuesta, ante lo cual Lisey continuó: —es una tonta por haberte dejado.
—O quizás es mucho más inteligente de lo que creía —respondió él con tristeza —¿qué chica querría estar junto a mí? Soy un perdedor.
—Eso no es cierto —se apresuró a replicar Lisey —eres el mejor chico que conozco, eres divertido, eres amable, inteligente y… eres muy atractivo —la chica se ruborizó un poco, pero siguió hablando —eres una gran persona y cualquier mujer estaría encantada de estar contigo.
—¿De verdad crees eso?
—¡Por supuesto!
Chris la miró, con una expresión indescifrable, después volvió a ser miserable.
—Soy un desastre.
—Claro que lo eres.
Y los dos rieron. Chris se incorporó, pasándose una mano por el cabello.
—También soy patético —Lisey no le dio la razón esta vez, pero sonrió de forma compasiva, mientras le ponía una mano sobre el hombro, tratando de reconfortarlo—. Está es la segunda vez que me pasa.